Recuerdan a Cortázar en Bellas Artes

domingo, 1 de marzo de 2009

Pequeño homenaje a un Gigante

¿Se puede decir quién es Julio Cortázar? Es innegable que este gigante, como diría Rimbaud, en el sentido literal y en todos los demás sentidos, no se puede agotar en un homenaje ni en una breve cantidad de lecturas. No se puede condensar una síntesis cercana al universo cortazariano que a 25 años de su muerte no pierde frescura y fertilidad, sino se expande intensamente.

Este domingo se le rindió el homenaje “Las armas secretas de Julio Cortázar: in memoriam, a 25 años de su fallecimiento”, en el palacio de Bellas Artes, en el que participaron los escritores Mario González Suárez, Hernán Lara Zavala, Ignacio Solares, Emmanuel Carballo, y Eduardo Casar quien leyó fragmentos escritor por el escritor argentino.

Ignacio Solares mencionó que Cortázar llegó a decirle a su esposa Aurora Bernárdez, antes de morir, “no te preocupes por mí, voy a marcharme a mi ciudad”. Una ciudad que puede rastrearse en su cuento “El otro cielo”.

Siendo el desdoblamiento de la personalidad una de sus preocupaciones, lo más importante de su obra maestra, Rayuela, "nos revela una realidad otra distinta de la que sirve de escenario a los sucesos… obligándonos a percibir que la genuina vida está escondida bajo aquella en la que conscientemente vivimos”, continuó Solares.

Mario González Suárez, Emanuel Carballo, Hernán Lara Zavala e Ignacio Solares


“Roland Barthes decía que la historia de un escritor es la historia de un tema y sus variaciones: la culpa en Dostoievski, el juicio de Kafka, la nostalgia en Proust, el absurdo en Camus; en el caso de Cortázar es la otredad.”

Y podríamos agregar que en su caso, se trata del juego y las oposiciones o bien las oposiciones como invención lúdica de una realidad que se desdobla tras las huellas de sus propios senderos, correspondencias recíprocas de tiempos y espacios.

Emanuel Carballo mencionó que a propósito del cuento “Casa tomada” visto como fábula se puede leer una moraleja: “el hombre es un ser proyectado para la muerte, un ser que no se baña dos veces en las mismas aguas y cuya única función trascendente consiste en despedirse a lo largo de su vida de todo lo que ama, usa e imagina”.

Despedirse ante el ocaso del reconocimiento del otro o acaso ante la muerte. Cortázar nos regala una ambigüedad de verdades, saberes, sentires y sepulcros. Una ambigüedad que lo hizo parecer inmortal, como concluyó Hernán Lara Zavala:

Existía la leyenda de que Julio Cortázar era inmortal, no fue así, pero a 25 años de su muerte, conserva la frescura, la juventud y la originalidad de esa ‘Flor amarilla’ que recreó en su cuento para nuestro beneficio.”

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