Deustches Theater de Berlin se presenta en el Julio Castillo

miércoles, 27 de octubre de 2010

Si sentimos algún vacío es porque a todos nos han robado algo. Pero ¿acaso ese ladrón no existe o será que, pensando a la Hobbes, el hombre es el ladrón de si mismo? Ese es el tema que trata la obra de teatro Ladrones, de la dramaturga alemana Dea Loher, producida por el Deutsches Theater Berlin y que bajo la direccción de Andreas Kriegenburg se presenta en el teatro Julio Castillo el día de hoy, por último día, después de cosechar éxito en el Festival Internacional Cervantino por tercera ocasión.

La ambigüedad del título de esta obra de teatro, le viene tanto porque la autora ha preferido no explicarlo y porque su estructura es poco convencional. No obstante, la crítica, que la recibió en Alemania de una manera favorable y en México también, ha dicho que "todos los personajes están en búsqueda de algo, algo les falta, a veces es una falta real, otras es imaginaria. No se trata tanto de que salga gente robando pero todos los personajes de alguna manera han sido robadas por ese vacío que sienten", apunta Michael de Vivie, director de la Compañía teatral, en su visita a México.

El Deutsches Theater Berlin fue invitado a México por el Festival Cervantino y el Insitituto Goethe. Entre los tres decidieron traer Ladrones a México porque ha sido uno de los estrenos más exitosos del último año. De Vivie explica: "esta obra cuenta varias pequeñas historias de gente normal que vive en su vda cotidiana con sus conflictos, de tal manera que cualquier persona se puede indentificar con ellos: son personajes que están en busca de su felicidad pero, como siempre, todo termina en un pequeño fracaso", acotó el artista.

"Dea Loher tiene una manera muy poética y exagerada de contar las historias y por eso, a pesar de lo dramático, las historias se vuelven muy graciosas. La gente se la va a pasar muy bien", asegura el director.

Ladrones es una pieza de arte contemporáneo, cuya escenografía sobria es además muy peculiar. Una plataforma movible divide en dos niveles el espacio. La idea general es que el escenario sea una especie de una rueda de molino gigante, solo que mirada desde el interior. La plataforma puede quedar vertical o inclinada, no siempre horizontal, eso permite muchas posibilidades, como cambiar rápido de escenas o presentar dos de manera paralela. La música se utiliza para dar mayor peso al ambiente. La primera parte es muy lúdica con música de los años 20 y al final es más seria con música de Philip Glass.

Una Compañía y un país ejemplares

En México, nuestra Compañía Nacional de Teatro, presenta alrededor seis estrenos por año. El Deutsches Theater Berlin alcanza una cifra que nos deja helados.

la Compañía alemana es de repertorio. Por temporada (un año) tienen "entre 30 y 36 estrenos,", dice De Vivie. Si la comparación es pertinente podemos decir que ellos producen bastante, pero básicamente son obras para ser presentadas en su teatro. Ellos presentan en Berlín, todos los días mínimo alguna presentación, excepto en verano que es cuando descansa o van de gira, como ahora.

"En algunos países hemos funcionado muy bien, como en México, que esta es la tercera vez que nos invitan al Cervantino y siempre hemos recibidio muy buena respuesta del público mexicano, que siempre está muy al pendiente y abierto a nuevas propuestas de teatro.", comentó el director, quien la ocasión anterior comandó la presentación de la obra La Orestiada, con un gran gran éxito.

"La gran ventaja que tenemos todos los teatros públicos en Alemania es que casi cada ciudad tiene uno. En Berlín hay varios teatros que dependen de la Administración Pública y reciben bastante presupuesto, y creemos que son bastante mayores que los que reciben las Compañías de teatro en México", acota.

Además, la estructura de repertorio les permite estrenar una obra e intercalarla con otras durante todo el año. Presentan alrededor de 62 obras en un año. Por mes realizan alrededor de120 funciones, en tres escenarios. Cerca de 300 personas trabajan de planta. El repertorio artístico incluye a 44 actores. Combinan lo clásico y lo contemporáneo pero en todas las obras clásicas intentan darle una cara contemporánea.

Ladrones concursó este año tanto en los Mülheimer Theatertage, donde Dea Loher obtuvo el Premio del Público de Mülheim y la obra fue reconocida en Berlín.

Ladrones – Diebe
Teatro Julio Castillo

(Centro Cultural del Bosque. Paseo de la Reforma s/n esq. Campo Marte, Chapultepec)

Jueves 28 y viernes 29 de octubre, 19:00 horas
Duración: 180 minutos
$ 350, $ 250 y $ 150

Lady Gaga, un icono afterpop

martes, 26 de octubre de 2010









La posmodernidad no es una moda, no es una verdad ni es una corriente. La posmodernidad es una categoría de análisis que delimita una época y su cultura dominante, época que hoy en día es pasado. Su punto de partida lo podemos ubicar en la década de los 60 cuando a nivel económico los países optaron por la liberalización de los mercados, y a nivel político el poder militar de los Estados Unidos domeñaría las franjas subdesarrolladas del mundo, recolonizando lo ya explotado pero ahora bajo un discurso democrático y benéfico en términos de utilidades; dominación que exportó al mundo herramientas (como el automóvil o el televisor) relatos (como la democracia liberadora, la amenaza nuclear y su aditiva auto producción de terror), pautas de comportamiento (la velocidad en las operaciones, en las relaciones y en los afectos), prototipos de vida (como el rockero salvaje y suicida, el soltero playboy o el hippie buena onda lleno de amor y paz), y, además, exportó sueños (el americano, el primero).

La posmodernidad tuvo su punto de clausura entre los 90 y el 2000, cuando se constataría una de las tesis principales del filósofo Jean Francois Lyotard: su conocida y multicitada idea referente a la caída de los grandes relatos del mundo moderno, idea que se constata justamente con un doble derrumbe simbólico: la caída del Muro y el colapso de las Torres, momentos que enmarcan un impasse cultural en la década de los 90, que es la zanja que se abre entre el fin del siglo XX y el inicio del siglo XXI, franja que separa a la cultura posmoderna con la cultura de nuestros días y que podríamos nombrar ultramodernidad, posmodernidad tardía o era afterpop, con sus capitalismos derivados: el capitalismo emocional (para los mediatenientes tecnológicos) y el capitalismo gore (para los marginados de la globalización).

No puedo ahondar en dichos conceptos, pero advierto que tomaré como punto de análisis el tipo de capitalismo chic y primer mundista y cómo su transversalidad influye en la cultura de todo el mundo, sea que esto lo llamemos globalización o postcolonización, y lo reduzco a la figura del consumidor al cual identifico, contra la anunciada muerte del sujeto moderno, como el sujeto renacido en la posmodernidad avanzada.

Preciso, además, que mi mirada del fenómeno posmoderno es desencanta. Esto significa, de entrada, que no miraré con nostalgia la modernidad ni la posmodernidad porque no creo en que el pasado haya sido mejor que el presente, ni que el futuro se pueda ver. No somos oráculos. No hay dioses. El futuro no está en nuestras manos pero es que en realidad nunca lo ha estado, sólo que antes el hombre moderno creyó (y ese fue uno de sus grandes mitos) que el planeta y el progreso estaban dados.

Segundo: sustraigo de la teoría afterpop los rasgos genéricos que me parecen adecuados para apuntar el tipo de estética relacional en la que el arte ha perdido su solidez y ahora gravita en una virtualidad deleznada; es decir, parto de la idea de que el arte no es sólido sino evanescente, de que las plataformas virtuales condensan buena parte de la manera en que el hombre se experimenta como sujeto y consumidor; en ese sentido, las tecnologías son un añadido ineludible en la categorización del prototipo humano, es decir al sujeto tardoposmoderno sus herramientas le son consustanciales.

Aunado a esto, opto por una desacralización del arte, y, más que verlo en la manera romántica en que lo toman desde Novalis, Schiller, Fichte hasta Burger y Adorno, prefiero lanzarle una mirada amoral que es morderlo: el arte no restituye al sujeto escindido con el absoluto; el arte es también (además de sus contenidos fenomenológicos) una mercancía más del complejo mercado virtual del globo. Además, creo que la separación entre arte culto y arte popular massmediatizado es una reacia convención que sólo sirve para academicistas, puristas y cocteleros esnobitos que fetichizan a los objetos artísticos y reifican en ellos sus frustrados sueños de erudición.

El arte es expresión de lo humano suspendida en un instante que puede sugerir totalidades más nunca convertirse en Una. Ahora… puede que sea todo lo contrario.

He llegado aquí al punto que nos reúne, o bueno, que publicita mi ponencia (me pregunto: ¿la publicidad y la venta están fuera del espacio puro de las humanidades?): Lady Gaga.


Si pensamos en una figura ultramoderna coyuntural no encontraremos ninguna más sintomática que la cantante estadounidense Stefanie Germanota, o sea Lady Gaga, sobre todo si nos detenemos en su estética performativa más que en el aspecto musical. Anticipo que el tratamiento que haré de esta cantante se detendrá en el aspecto estético visual y tecnológico del fenómeno, con un breve análisis que borda los límites del régimen afectivo perteneciente al capitalismo emocional; además, esbozaré las relaciones que se pueden establecer entre dicha estética y el prototipo humano que surge en la era afterpop, el homo sampler; y ubicaré escenas, fotogramas, de la estética particular de Lady Gaga, que muestran los rasgos de una cultura que se define por la apropiación de los modelos del pasado para su reconversión, la basura como sustrato de los objetos de lujo, la emergencia de lo abyecto como carácter auténtico y en la que las categorías tiempo, espacio, sexo y arte se han vuelto relativas.

***

Estoy seguro que más de uno (bueno, tampoco creo que sea una multitud) se preguntará ¿qué diablos tiene que ver Lady Gaga con un coloquio sobre Literatura y Posmodernidad en una mesa titulada “Un realismo por imaginar”?

La primera vez que supe de la existencia de Lady Gaga fue hace dos años, cuando me propusieron hacerle una entrevista en su primera visita a México, aquella vez ella era casi una desconocida y sería la telonera del concierto del “reencuentro” de los New Kids on The Block, una banda pop que prendía durísimo cuando yo era un niño. Dije que no porque a mí me gusta el rock y no las fresadas poppies de grupitos y figuritas ñoñas para adolescentes. Eso pensé. Sin duda, ignoraba que Germanotta se convertiría en poco tiempo en el gran fenómeno massmediático de la hora.

Pasó el tiempo y debo confesar que los videos y actuaciones en vivo de la cantante, es decir el aspecto performativo, lo cual significa: su lado narrativo y ficcional, desde el primer instante me causaron una especie de fascinación emanada de la pulsión erótica inherente a su estética y también a la risotada que entrevera su irónico y exagerado uso de los referentes poppies. Pero no sólo eso. Lady Gaga posiblemente me hubiera pasado como agua de no ser porque en el momento en que vi por vez primera el video “Bad Romance” de la cantante, yo traía la cabeza cargada con una serie de ideas que me parecieron muy rompedoras, ideas que me fueron sugeridas por la lectura del libro Homo Sampler de Eloy Fernández Porta. Yo vi el video de Lady Gaga y dije: “uorale… ¿qué onda con esto?”.

A Eloy Fernández lo conocí en enero de este año y sostuvimos una plática, que por lo menos a mí me pareció interesante: tuve la sensación de que entrevistaba a un rockero que te habla lo mismo de Baudrillard que de la serie Padre de familia y que se atasca de Chetos aunque es tan flaco como un yonqui. Fernández Porta es profesor de Nuevos Ámbitos Literarios en la Universitat Pompeu Fabra, en Barcelona, a él se debe el término afterpop; de hecho junto con su amigo, el físico y escritor Agustín Fernández Mallo, presenta un show de spoken word llamado Aftepop Fdez & Fdez; Eloy se hizo acreedor este año (2010) del codiciado Premio Anagrama de Ensayo por su libro €®O$.

Aquella charla se dio en el contexto de la visita de promoción de su libro Homo sampler. Mientras tomábamos un cafecito en la azotea del Centro Cultural de España, con el sonido de fondo de vajillas más el imborrable cilindrero defeño y a la sombra de un sol que caía intenso sobre el asfalto, le pregunté: “Recordando a Jameson (de quien Porta fue alumno en el 2002 en la Universidad de Duke), si hay alguna tarea pendiente para el intelectual o los artistas, ¿se ubica en la frase un realismo por imaginar?”

Eloy contestó: “No lo sé ―dijo. Yo creo que más bien la asignatura pasa por el terreno de los afectos”, contestó. Y pensé: “quihubo, ¿cómo que por los afectos?”

Su propuesta sobre la exploración de la vitalidad pragmática de lo humano en el terreno de los afectos quiere decir que éstos son entendidos como resultado de una superproducción que a su vez influye en la realidad y que hace funcionar al sistema capitalista, en la cual la afectación emotiva (que puede ir desde el amor al odio) es una transacción perenne e ineludible. Fernández Porta en su ensayo €®O$ aporta el concepto capitalismo emocional y lo explica con el ejemplo de un anuncio espectacular colgado en una calle, dicho espectacular simboliza el giro racionalista (económico) y técnico del erotismo.

El anuncio dice: “¿Tu novi @ te ha puesto los cuernos? Véngate vendiéndonos los ‘regalitos’ que te hizo.”

Este anuncio apela 1) a la sensibilidad por choque a partir de una estética de la abyección, es decir, la aparición de un referente terrible que sin embargo es real: las relaciones son efímeras, 2) lo hace desde el límite de la racionalización económica (volver a dar valor material ―dinero― a los objetos que tenía un valor intangible ―amor), y 3) establece una sexualidad indefinida (en la arroba), lo cual pone de manifiesto que la heterosexualidad definida, el sueño americano o la pareja que envejece feliz con lo años, son objetos de un museo (mausoleo).


¿Qué ví en el video de Lady Gaga? En principio esta estética de la abyección que he mencionado y que ubico en las imágenes que se enmarcan en una formulación verbal que la neoyorquina repite hasta el cansancio en ese video y en sus presentaciones en vivo: «I’m a free bitch, baby!»: soy una perra libre.

En el video Lady Gaga se representa como atracción y espectáculo de una horda de varones, ella es sierva del placer de esos machos pero al final domeña al más poderoso de los varones con un poco de fuego sexual haciéndolo cenizas: en la imagen final, Lady Gaga descansa en una cama impoluta al lado de un esqueleto quemado.

En el mismo video, aparecen dos close-up’s de la cantante sentada en una tina con unos ojos gigantescos de muñeca sexual. Por otro lado, desde que la modelo británica Kate Moss irrumpiera en el mundo de la moda, la anorexia se elevó a modelo de belleza por excelencia: ese referente cruento, Gaga lo exagera en su propio cuerpo, cuando en algunos planos posa desnuda de espaldas a la cámara contoneando sexy su cadera pero su cuerpo, gracias a los efectos especiales, alcanza una delgadez monstruosa.

La distinción de la estética como tal estriba en que Germanotta la asume como una actitud: Ella es una perra libre para decir lo que se le antoja y vestir de las maneras más impensadas (recordemos su vestido de carne tan comentado), para defender al movimiento queer en contra del añejo moralismo yanqui (sus constantes menciones sobre los gays, su participación en protestas), para desdibujar los límites entre lo público y lo íntimo (su uso obstinado del Twitter desde donde el mundo se entera de las últimas nuevas de la artista), para romper con la manera ortodoxa de vivir la sexualidad (componer una canción a partir de la idea de estar en la cama con una mujer), sobre esto último el símbolo se ubica en el video “Alejandro” donde los límites entre los géneros se diluyen: ella intercambia gestos, posturas y atuendos con los hombres que la acompañan en sus coreografías.

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Esta estética de la abyección se ubica también en el referente monstruoso desde el cual ella se concibe a si misma y gracias al cual provoca un credo colectivo: yo monstruo le hablo a mis pequeños monstruos (como ella nombra a sus fans). La identificación de sus fans como seres monstruosos, raros, le ha granjeado una simpatía tal que no es casualidad que sea la persona más seguida en la red social Twitter, por encima del presidente Obama, con 6 millones de seguidores.
Esta actitud veritiva es muy pop, en el sentido warholiano del término, que es el que a Lady Gaga le importa, como ella ha referido: «mi estrategia personal como artista pop va en el sentido warholiano de la palabra».

Cuenta Andy Warhol en el libro POPism. The Warhol sixties (Alfabia, 2008) que si en los 50 hubo mucho de maquillaje y disimulo, en los 60 «las cosas se veían como eran y se dejaban tal cual… ver las cosas como eran se consideraba muy pop, muy 60», anota el artista neoyorquino, el verdadero referente y antecedente de Germanota. Tanto ella como Warhol son famosos desde antes de que los demás nos enteremos, en ese sentido su proceso de fama es inverso al tradicional (natural): ellos solitos se auto crearon una imagen de famosos para al final convertirse en iconos de época. La verdadera herencia recibida por Lady Gaga la toma desde la triada arte, espectáculo y economía, como los artistas pop de los 60, que, como apunta el célebre historiador Eric Hobsbawm: «no querían revolucionar ni destruir nada, y mucho menos el mundo. Todo lo contrario: aceptaban ese mundo, e incluso les gustaba».

En el citado libro, Warhol recuerda haber dicho: «No importa lo bueno que seas; si no te promocionan bien, no serás uno de los nombres recordados», y é lo deseaba. Lo mismo ocurre con Lady Gaga: en una entrevista publicada por la revista Rolling Stone, de julio de 2010, la cantante sugiere al reportero: «utiliza las declaraciones que me convertirán en una leyenda. Quiero ser una leyenda. ¿Estoy muy mal?».

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Camaleónica es la palabra con la que la crítica promedio define su estilo. Hace un año, Lady Gaga, que ya no era la nueva chica rubia, performatizó una de las actuaciones en vivo más impresionantes y más cargadas de dramatismo e intensidad que se han realizado en la entrega de Premios MTV. Ataviada en un elegante pero al mismo tiempo estridente atuendo color blanco, en un escenario al mismo tiempo minimalista y barroco, la cantante incorporó el elemento performativo de una manera poderosa: interpretó una versión arreglada (más oscura, menos pop y con una línea vocal más grave) de su canción “Paparazzi”, acompañada de una veintena de bailarines (hombres y mujeres) de cuerpos perfectos. A mitad de su interpretación, caminó con paso serio hacia un piano en el que se sentó en un banquito y, de espaldas al público, acomodó la pierna izquierda sobre el costado del teclado para luego comenzar a moverse como una desquiciada: ella interpretaba un solo de piano que duró apenas 20 segundos. Acto seguido, la canción siguió en su estribillo y Gaga se levantó, caminó con paso cansino hacia el centro del escenario con una mirada perdida y un rostro de dolor y lamento mientras un hilo de una sustancia roja le resbala desde el corpiño tiñendo su ropa de un rojo intenso que ensuciaba la pulcritud inicial de la escena. Ahí, la interpretación vocal de Germanotta se convirtió en drama, y el público aplaudió conmovido y conmocionado en un instante extático que duró apenas tres segundos.

El escritor francés Christian Salmon escribió un interesante y agudo ensayo titulado Kate Moss Machine (Península, 2010), en él apunta una nueva categoría para ese tipo de individuos que se convierten en narradores de si mismos, como Lady Gaga. La categoría de Salmon es homo narrens: un individuo «dispuesto a todo para captar la atención de sus semejantes», como Warhol, Gaga y Kate Moss.

El performance de Lady Gaga en la entrega de Premios MTV de 2009, es un eco de lo que 20 años antes hizo la modelo británica pero en una pasarela de moda y no en un show de música: en uno de los primeros desfiles de modas en que participó Moss, inspirado en la huida de Anastacia, la hija pequeña del zar Nicolás II, el diseñador de modas John Gilliano le dijo: «OK, Kate, te persiguen los lobos». Moss se puso a correr «como desesperada» en la pasarela. A partir de ahí, la chica nueva de dientes demasiado largos, piernas arqueadas, delgada en extremo, con una anatomía infantil, el rostro constelado de pecas y una baja estatura sería el anti-tipo de la modelo perfecta a inicios de los 90.

Así, Moss emerge en un momento en que también cambió el mundo, en que se anunció el fin de la historia (Fukuyama) y en que quienes entrarían a la edad adulta serían los jóvenes de la generación X, marcados por el movimiento grunge, que tendría en Moss a uno de sus máximos referentes por su estética lacerante, en la que los cánones de belleza se ordenarían de acuerdo con las pruebas infligidas a su cuerpo, sus marcas o estigmas, sus ojeras y sus arrugas, sus dosis de heroína, y su belleza desbaratada y frágil, en la que el protagonista es el cuerpo más que la ropa. Lady Gaga, a su modo, y a finales de la década del 2000, transgrede a su modo los cánones de belleza, moda y glamour sin renunciar a ellos.

Ahora volvemos al principio de esta ponencia. Los cambios culturales que maduran en la estética visual de Lady Gaga se gestaron en ese impasse narrativo (ausencia de relatos) que caracterizó a la década de los 90. Menciona Salmon: «una personalidad camaleónica es el ideal-tipo de una sociedad que busca sujetos capaces de adquirir sin cesar nuevas competencias, una movilidad social y una maleabilidad para adaptarse a un mercado laboral altamente volátil».

Si la necesidad de un relato de vida duradero ya no podía ser satisfecho, esto apelaba a la adhesión a nuevos relatos, susceptibles de dar protagonismo a un yo flexible, liberado del tiempo largo, abierto a todas las metamorfosis; en suma, un homo sampler, capaz de distender el tiempo y su propio cuerpo más allá de los imites cerrados que le exigía la modernidad clásica, que mezcla de modo eficaz las herramientas tecnológicas que tiene a su alcance creando una nueva temporalidad como si fuera un dj, y que adquiere peso en la medida en que maneja la información, los datos, pueda jerarquizarlos e influya en la realidad relacional de otros individuos. El proceso en Gaga no es intelectivo, es pragmático. No se pone a pensar en esto, simplemente su influencia no se podría entender sin el uso eficaz de los recursos tecnológicos que utiliza. No es casualidad que el video “Bad Romance” sea el más visto en Youtube.

En Lady Gaga no hay identidad definida ni historia cerrada. No es un modelo sino un prototipo humano. Es decir, el homo sampler no es en si un icono del pop o un famoso. El homo sampler es una base a partir de la cual el hombre puede adaptarse al complejo futuro que lo espera y desde donde puede contraproponer realidades, crear sus relatos y difundirlos. La propuesta es la misma que William Burroughs, un autor sin el cual el afterpop no podría explicarse, menciona en La máquina blanda, cuando a propósito de la veridad emotiva que es intrínseca a la literatura, él propone, y me parece que hay que hacerle caso, que «asaltemos el estudio de la realidad».

Un dios salvaje, de Yasmina Reza

miércoles, 20 de octubre de 2010

Del enojo al embobamiento

Antes de ponerme serio, debo decir que Un dios salvaje es una obra muy cagada. Cuando la fui a ver me emputé porque tuve que pasar al baño y cuando salí ya había empezado la obra y ¡zas! que me mandan hasta atrás. Como estoy ciego (bueno o sea no estoy ciego pero mi sentido visual se ha atenuado con el tiempo) estaba muy enojado por no poder ver nada. Estuve a punto de salirme porque es fundamental en el teatro poder ver los gestos, apreciar la actuación que depende más del manejo del cuerpo que del manejo del lenguaje. Por eso creo que una obra de teatro hay que verla, no leerla.

La obra me llevó a varios estados. Atrapa de manera inmediata y el lenguaje coloquializado es un gran acierto por parte de los traductores-adaptadores. La complejidad de la moralidad humana se ve nítida en los cambios de opinión y de temperamento bruscos que padecen los personajes y que marcan la pauta de un campo en que los flancos (bandos) se combinan constantemente: un matrimonio contra otro, un género contra otro, un individuo contra el grupo, comprobando que el combate y la épica están más vivas que nunca.

La obra hay que ir a verla. Te divertirás muchísimo, como en Gorda, pero al final una frase te removerá la conciencia para producir un coctel alucinante de preguntas que te acompañaran mínimo hasta que llegues a tu coche o al metro, según en lo que hayas llegado.

Un dios bárbaro nos habita

El mundo es cada vez es más pequeño y la distancia que existe entre los tiempos antiguos con los actuales parece ser cada vez menos visible. El motivo es que Occidente amplió su espectro y sus divinidades pero al mismo tiempo el hombre parece que vuelve a un estado de barbarie.

Por eso la obra de teatro Un dios salvaje, que ubica un dilema afectivo y moral (dos matrimonios que quieren resolver civilizadamente la situación en que el hijo de una pareja le rompió dos dientes con un palo al hijo del otro matrimonio) puede hablarle a todo el mundo, recavar éxito y carcajadas, y remover los hilos íntimos que mueven a los humanos, además de tratar un tema serio: la crueldad innata del hombre y de dios.

La obra Un dios salvaje (Le dieu du carnage), de la dramaturga francesa Yasmina Reza, es una pieza cómica, cuyo texto es infalible. La puesta en escena a la mexicana es divertidísima y hará reir hasta al más rejego. Federico González Compeán y Morris Gilbert, una vez más acertaron al producir una obra de teatro que al mismo tiempo en que se adapta y se vuelve muy local es de un gran aliento universal: se monta en un teatro de la zona centríca de la ciudad de México, el Fernado Soler, una obra que habla todos los lenguajes.

La obra, que se ha montado en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, ha sido interpretada por actores de la talla de James Gandolfi, Jeff Daniels, Marcia Gay, Lucy Liu, Aitana Sánchez Gijón, Maribel Verdú. Por su parte, Jodie Foster, Kate Winslett, Christoff Waltz y Matt Dillon ya preparan la versión cinematográfica en la que Reza ha escrito el guión junto el realizador Roman Polansky, quien la dirige.

Con estos carteles, Un dios salvaje llega a nuestra ciudad y la versión dirigida por Javier Daulte se encuentra a la altura de cualquier producción internacional. El ritmo, la adaptación del guión, la iluminación, el habitar escénico de los personajes, la forma en que se intercalan los planos y la fuerza de los roles, la escenografía, el vestuario; todos estos elementos trasmiten de manera exitosa:

1) el ambiente acogedor y plástico, que después se revelará hueco como de utilería, en el que se desenvuelven las personas "civilizadas"; 2) la confusión provocada por el desajuste que existe entre el ser real y las exigencias que la sociedad demanda a los individuos adultos, 3) la lucha horizontal y a veces vertical entre los géneros; 4) el elemento abyecto como motivo de risa y liberador de tensiones, y 5) la desconfianza en dios.

En el título lleva su penitencia y pertinencia. Dilucidar el carácter de Dios es un tema agudo para una sociedad generalmente creyente como la mexicana, que bien se podrá escandalizar cuando escuche de boca de uno de los personajes (en la versión mexicana, el menos interesante de los cuatro): "Un Dios salvaje nos gobierna desde la noche de los tiempos".

La sentencia es dura. Decir que dios es salvaje es aceptar que el infierno es nuestro, aceptar que la violencia y el asesinato son justamente lo que nos define. Aceptar que Dios es salvaje (y no que no hay Dios) es lanzar una mirada fría a nuestro cuerpo, a nuestra carne, y pensar que el hombre no tiene remedio justamente porque hay un dios que lo condiciona. Decir que dios es salvaje es aceptar que nuestros modales son aparentes y nuestra civilización, un cascarón de huevo.

¿Y luego?... Nada.

Justamente por eso nos queda la risa y la espera. La obra durante una hora y media lleva al espectador por un camino sinuoso, con simas y cimas, con personajes que intentan lanzarse al abismo pero que simplemente disimulan, la obra también lleva al público hacia una resolución que poco a poco se reconoce como improbable.

El montaje acierta en el trabajo escénico de Ludwika Paleta, que no desentona con su belleza; Flavio Medina cumple pero no llena el papel; Mónica Dioné conduce como director de orquesta las emociones y reacciones no sólo de los otros personajes sino también del público, y Rodrigo Murray demuestra, una vez más, que es un actor serio y no sólo un conductor de programa de concursos, su interpretación de un individuo mediocre, promedio, como cualquiera de nosotros. es redonda.

La obra, a la manera clásica, contiene las unidades de tiempo, espacio y tema. La acción se desarrolla en la sala de una casa, durante una tarde que se va haciendo noche y en torno de la discusión: ¿qué vamos a hacer con los niños? La acción apela a todos los ingredientes snobistas aplicados por medio del lenguaje a la clase media alta mexicana.

El aparente orden, que es también un símbolo, poco a poco se resquebraja hasta que la sala se convierte en un antro, hasta que los padres se convierten en niños, y las máscaras se caen de sus sostenes, el maquiullaje se corre con el sudor, el licor y el vómito, y, sobre todo, hasta que la pregunta por la vida de un hámster abandonado concentra la compleja moralidad del individuo moderno: volátil, contradictaria y maleable.

Alondra de la Parra, al Auditorio (30 noviembre 2010)

martes, 19 de octubre de 2010

Una directora muy fashion

En la conferencna de prensa a la que asisitió elegantemente vestida y donde respondió a las preguntas de la prensa, siempre con un tono agradable pero sin perder la seriedad, la directora mexicana Alondra de la Parra, cuando le preguntaron sobre su estilo, dijo: "mi estilo de dirigir o de vestir". La confusió no fue tanto porque De la Parra hubiera querido hablar de si está a la moda o no sino porque la pregunta del reportero fue un tanto confusa, enredada y hasta forzada.

Este simpático episodio, habla de una verdad: De la Parra encaja de manera perfecta con el prototipo del icono del espectáculo: bella como modelo de shampoos o como actriz protagónica de telenovela; densenvuelta como una figura de autoridad y talentosa, una personalidad sui generis.
El encanto de la directora Alondra de la Parra inicia en su sencillez y juventud, cualidades con las cuales, además de su calidad y talento comprobado, ha cautivado a miles de personas no sólo en México sino en todo el mundo. Su éxito la hace sentir que está viviendo horas extras:

“Ya viví mucho más de lo que pensé que podía vivir”, relata conmovida la directora de la Orquesta Filarmónica de las Américas, al recordar una confesión muy íntima que les hizo a sus padres hace poco más de 10 años.

La directora Alondra de la Parra es un fenómeno. Sí: es una mujer muy joven. Pero eso no es lo importante. Para ella no es cuestión de género: “Yo uno mi parte femenina con la masculina a la hora de dirigir y poder pedirle a los músicos que ninguno flaquee”, dice. Lo fundamental de esta bella artista es que es inteligente, preparada, abierta a la experimentación y multidisciplinariedad artística, dinámica, y es uno de los directores de orquesta jóvenes más importantes e influyentes del momento en todo el mundo.

“Si pienso en que vivo horas extras, ¡imagínate!: el Auditorio no estaba en mi vocabulario”, confiesa la joven directora, quien en tan sólo unos meses ha vendido 40,000 copias de su disco Mi alma mexicana (ubicado en segundo lugar en las listas de discos más vendidos, después de Luis Miguel), y que el próximo 30 de noviembre debutará junto con su Orquesta en el Auditorio Nacional con un concierto que dará inicio a una nueva serie de presentaciones bajo el nombre Mi alma mexicana, Gira Revolución que promete ser un recorrido por la música orquestal mexicana.

Poner a los mexicanos
en el menú internacional

Una vez que comenzó a llevar la batuta de la Orquesta de las Américas, De la Parra pensó que era importante sumergirse, primero que nada, en la música de su país. Y luego ya poder ahondar no sólo en su alma mexicana, sino poder producir “Mi alma venezolana”, “Mi alma brasileña”, “Mi alma argentina”, etcétera.

La directora se puso a investigar. Llamó a sus maestros y colegas y comenzó a conseguir las piezas, recolectando discos o bajándolas de Internet para guardarlas en su iPod. El resultado: en su reproductor digital metió alrededor de 200 obras sinfónicas mexicanas que escuchó durante semanas hasta llenar su alma con ellas. De esta investigación surgió Mi alma mexicana, que será la base del concierto en el Auditorio.

“Siempre me frustró mucho ir a otros países -lo dice con autoridad pues ha dirigido orquestas en más de 30 países-, y ver que sólo se tocaba, si acaso, “Huapango de Moncayo”, que es extraordinario, pero es muy poco. Por eso yo quiero que en los conciertos de las grandes filarmónicas del mundo, la música mexicana sea parte del menú: que Revueltas, Castro, Chávez estén al lado de Mahler, Debussy, Wagner. Y que no nomás nos pongan en ese concierto de Día de Muertos, con chilaquiles y papel picado”, comenta.

De la Parra, además de darle valor a las obras históricas nacionales, no pierde vista el presente: “A nivel México hay mucho talento: un Márquez o un Ibarra son extraordinarios”. Y, si bien no opina sobre temas institucionales o del presupuesto 2011 para Cultura, sí promueve una “hermandad” entre los músicos: “Si revisamos la historia del arte, en los momento en los que los artistas se juntan, se producen los grandes movimientos”, acotó.

Todos sucumbimos
ante el poder de la música

El 15 de septiembre del 2010, Alondra de la Parra ofreció, como ella misma confiesa, uno de los conciertos más memorables en su carrera, que se realizó a los pies del Ángel de la Independencia con motivo de los festejos del Bicentenario. Aquella tarde, De la Parra miraba desde la ventana de su cuarto de hotel el desfile conmemorativo que transitaba sobre Paseo de la Reforma, y cuando ya se acercaba el momento de su presentación, le temblaron las piernas:

“Quise tomar un Sputnik e irme. No puedo explicar la sensación de ese día, mientras disfruté de nuestra cultura, con la gente y junto a esas extraordinarias cantantes (Natalia Lafourcade, Ely Guerra y LoBlondo, que la acompañaron cantando en vivo)".

Tanto aquel concierto como la gira que realizó en septiembre, han fortalecido en ella la idea de que “"hay que quitar ese mito, ese tabú, esa snobería, en la cual se piensa que el arte es sólo para la élite. Porque lo único que tiene que hacer una persona para disfrutar la música en un concierto es sentarse ahí. La música solita los convertirá en víctimas", puntualiza muy segura la directora.

Y concluye: “"la educación musical es vital para el desarrollo de cualquier país”".

La venta de boletos del concierto iniciará a partir del día de mañana. Más infirmación en el sistema Ticketmaster, por Internet o en la página web del Auditorio Nacional

Pixies abre nueva fecha

domingo, 17 de octubre de 2010

No se dan su taco

Luego de llevarse la noche en el Festival Corona Capital. Y cuando hoy se lleve a cabo su concierto en el Teatro Metropolitan, la banda Pixies, anunciaron un segundo concierto en el Metropolitan para el día de mañana.En su twitter postearon:
Mexico City...what would you say if we announced another show at Teatro Metropolitan on Monday 18th October !!!

Luego de que se han vuelto unas reynas la gente de Ocesa para dar acreditaciones no nos queda más que hacer la luchita.

Los boletos se pueden comprar por aquí

Desde $372 hasta $1,151

Corona Capital, tan solo el principio

La gente espera muchos y todavía mejores festivales como éste

De un calor extenuante a un frío calador. Bajo esa polaridad, los 80,000 habitantes del Corona Capital hicieron latir el corazón melómano de una ciudad (y sobre todo de sus jóvenes) que suele responder puntual al llamado de la música en vivo, máxime si se trata de un festival cuyo cartel integra a muy buenas bandas, de las mejores del momento.

El Festival Corona Capital fue un éxito para los organizadores, las bandas y también los asistentes, aunque hubo algunas fallas en el sonido, en la distribución de alimentos y bebidas y en la accesibilidad al lugar (quienes llegaron a pie tuvieron que caminar alrededor de dos kilómetros desde el metro más cercano).

Las bandas cumplieron lo prometido y esa es siempre la mayor exigencia para un Festival. Pixies e Interpol desataron la locura. Echo & the Bunnymen y James prepararon a la fanaticada., la dejaron listita y disciplicente. The temper trap (con un sonido muy bien cuidado y un uso pesado e hipnotizante de los drumms) y Adanowsky (con su soltura, elocuencia y simpatía, su amorosidad, al final de su intervención pidió a la gente que se agachara para levantarse después con un alarido frenético) fueron excelentes esbozos de lo que habría por venir. Regina Spektor le puso emoción y brillo lindo al evento con su voz dulce acompañada por un piano de cola negro y precioso, hizo brotar las lágrimas de más de uno de los asistentes que se aplastaban a las seis de la tarde frente al escenario Corona.

La gente respetó los espacios y no armó disturbios. La exactitud con la que se respetaron los horarios del programa merece mención aparte. Y la logísitica fue precavida: cuando se preguntaron ¿quiénes van a venir?, por lo visto, se prepararon para recibir la amplios segmentos de la variada diversidad de tipos sociales que reúne una ciudad como el DF.

Uno podía toparse desde Dulce María (ex de RBD) tomándose una chela, o las parejitas de novios preparatorianos dándose un faje en alguna porción de césped, o a quienes se aguantaban la sed y el hambre pues apenas y con muchos esfuerzos pudieron comprar sus entradas, también desfilaba el ciudadano normal vestido con jeans y playerita junto al darketo, metalero, emo y demás "tribuino" chilango; algunos que iban solos y una gran mayoría que iba en grupito, desde los chicos y chicas del Tec o la Ibero, que iban hasta uniformados, o los "mamaditos" con dinerito que al sol se quitaron la playerita para lucir sus pectorales definidos, o también se podía encontrar a una chica hasta el "cuaz", sin zapatos, en chorcitos y con la blusa removida y mojada, como una chava que buscaba el escenario en que se presentaba Foals mientras caminaba aturdida con rumbo a la entrada general.

Si uno caminaba hacia las esquinas y tenía las suficientes ganas de hacer una cola interminable para comprar una chela, podía dar con una zona VIP, con sus lobitos uniformados de negro y amarillo en la entrada haciéndole de cadeneros de la antro de la Meche, en esta zonita VIP se veía a los hijos de los meros picudos, billetudos, (quizá hasta de algunos narcos) sentaditos como en un lounge de hotel cinco estrellas o en una mesita de antro.

Y también se podía ver entre los chavos a algunos padres de familia que gustosos acompañaban o traían o eran arrastrados por sus pequeños hijos que para saber lo que pasaba en el escenario tenían que hacer un exhasutivo uso de su imaginación o voltear a ver la pantallita gigante.

Como en todo concierto los enhervantes circulaban al por mayor, desde las carteras hasta las emanaciones y los humores: las tachas, los ácidos y la mota, entre las más asiduas. Dependiendo la calidad de la droga, si usted se encontraba al lado de un tronador (obvio si usted no lo era) le daban ray aunque usted no quisiera.

Sin duda alguna, nuestra ciudad (que lo merece) esperaba un festival de esta magnitud. La fildelidad de los fans, la amplitud tipológica de los caractéres y sujetos sociales, y los resultados económicos exigen mucho más festivales como éste, e incluso todavía mucho mejores. El reto será saber si los organizadores, los payasos que dicen velar por la seguridad de la concurrencia y las autoridades capitalinas (que deberían sensibilizarse y ampliar los recursos y horarios de sus servicios de transporte y vialidad) estén a la altura. El público y las bandas demostraron que ellos sí. Y que les echen los que sigan.

Los Interpol, los favoritos

"Que apaguen esa tele, pa' que ya salgan los Interpol", gritó ayer a todo pulmón un fanático de la banda neoyorquina Interpol, cuando en la pantalla ubicada en el escenario Capital se transmitía la actuación del grupo inglés James en el escenario Corona. Faltaban 20 minutos para que los liderados por Paul Banks saltaran a escena.

Ríos de gente llegaban todavía presurosos alrededor de las 20 hrs, siendo que el festival había dado inicio desde las 13 hrs. No fue un mero retraso. La mayoría de los asistentes del día de ayer tenían dos objetivos en mente: Interpol y Pixies, bandas que ofrecieron dos conciertos estupendos y no defraudaron a los asistentes. Incluso tocaron todavía algunos minutos más de los estipulados, cosa que no se le permitió a ninguna otra banda y que permitió que se respetara con exactitud casi decimal el horario programado. Uno de los grandes aciertos del evento.

Interpol consintió a su público interpretando las canciones preferidas de la audiencia, que coreó sus canciones y saltó llena de júbilo en las rolas clásicas que tocaron. Pero además se dieron tiempo de interpretar algunas canciones de su nuevo LP: "Barricade", "Safe Without", "Lights" y "Memory Serves".

Banks se comunicó durante varias ocasiones con el público mexicano hablándoles en un perfecto español que la gente agradecía con un griterío. Con el tiempo cumplido, Interpol se despidió de su público, pero al cabo de un encore de unos cuantos minutos regresaron para interpretar durante unos 25 minutos más en respuesta a la aclamación generalizada. Apenas abandonaron el escenario la gente decía "no, no", y gritaba: "otra, otra, otra", o "Interpol, Interpol, Interpol" (y hasta algún vivo bromeaba "Interfon").

"Ahora hay que ver a Pixies", fue lo último que dijo Banks, luego de ofrecer una de las presentaciones más aclamadas y esperadas por la multitud que acudió al festival Corona Capital, que drenó melomanía y alcohol por sus arterias hacia un corazón verdaderamente chilango.

Lluna, de Jaime Chabaud

jueves, 14 de octubre de 2010

Se presenta en el Helénico

-¿Qué le hace falta a la luna? -Tú -le contesta cursi Clo, una abogada soltera de unos 35 años, sensual y también homosexual, a su joven y confundida enamorada, Ela (femenino de Ele -L). Si Ela es lo que le hace falta a la Luna, ese símbolo que desde antiguo el hombre le ha atribuido la cualidad de la fertilidad y por ende se relaciona con la mujer, al completarse con ella se convierte en Lluna (que también suena a llena), título de la obra de teatro escrita en un taller en Barcelona en 1996 por el reconocido dramaturgo mexicano Jaime Chabaud y que actualmente se presenta en el Teatro Helénico.

Lluna es una atrevida puesta en escena que trata el tema de las oportunidades perdidas del amor y lo ubica en una especie de triángulo amoroso, entre Clotilde, Ela y Hugo. Clotilde conoce a Ela porque es amiga de su mamá y entre ellas comienza una relación prohibida que se conforma con encenderse en la intimidad del breve departamento de Clo. Ela es una chiquilla de 20 años, de buena posición económica, que es tierna como una niña y muy sensual, además de reventada. Ella tiene un novio, Hugo, que es un chavo adicto a la cocaína y que, dice Ela, "coge muy rico", razón más que suficiente para mentaner su relación.

De entrada y de sopetón, la obra nos arroja los clichés sexo y drogas, aunque con el tiempo no pasan de ser clichés y no maduran en temas. Esto lo mencionamos porque en apariencia la obra contiene un poderoso y hasta confrontativo discurso sexual y hasta de género, aspectos que son tan sólo el pretexto que conduce la historia hasta su exploración más profunda: la situación de las relaciones interpersonales en la veloz y confusa ultramodernidad, en la que quienes padecen el desconcierto amoroso (desorden amoroso diría el filósofo y antropólogo Alain Finkielkraut) son aquellas generaciones próximas a los 40, y no tanto quienes tienen entre 20 y 30 años, que se adaptan de manera más natural al amor efímero, modulable y eufórico de nuestra época.

Clotilde que, si bien, es la "rara", en realidad es la más cuerda, la que se cuestiona su situación, la que renuncia de manera consciente a la pasión. Hugo es un personaje sin fondo, más bien un camarógrafo que registra este delirio amoroso entre Ela y Clo. Un pito solamente, que el espectador curioso tendrá oportunidad de ver por unos segundos. Ela es la niña tonta que vive sin hacerse preguntas, que es obsesiva y caprichosa, que tiene una buena posición económica y eso la convierte en una esnobista contemporánea: con mucho exterior pero también muy hueca: sus preguntas son cursilerías, sus reacciones son berrinches y sus conclusiones son evasiones, y escapes. Clo no pasa de ser una feminista de valores tradicionales, y Hugo un yonqui sin oficio ni beneficio.

El triángulo amoroso no es completo porque Ela es la única que consuma sus pasiones con los otros dos involucrados: mantiene encuentros amorosos ya con Clo, ya con Hugo. Pero entre estos sólo hay indiferencia y un celo reprimido u oculto. La anécdota es previsible, dogmática y sostiene el discurso heterosexista: Clotilde y el joven, por momentos, asumen la postura de combate viril en pos de conquistar a una dama. Absténgase si es usted una feminista colorada.

Ahora bien, si usted es un curioso del teatro, acérquese porque la obra es interesante, por varios momentos lo hará pensar, además cuenta con un guión muy bien cuidado, fresco y cercano. Las actuaciones de Francesca Guillén (Ela) y de Gizeth Galatea (Clo) son ejemplares; Roldán Ramírez (Hugo) cumple. El trazo escénico de Aarón Hernández es acertado y la escenografía, suficiente.

Arcade Fire, Palacio de los Deportes

Un encuentro redondo en el Domo

Esplendor en el rostro y sonrisas desbordantes. Los 7 miembros de la banda de rock canadiense, Arcade Fire, más la violinista Marika Anthony, abandonaron en punto de las 23 hrs el Palacio de los Deportes, sorprendidos, "rebasados", pletóricos, como muchas de las bandas que ofrecen conciertos en nuestro país.

El motivo es la euforia que desbordan los mexicanos, la cual ya es considerada una de sus características más representativas. Euforia que de allá (el público) y viene para acá (la banda) y se va de regreso, y que es un coctel jugoso de melomanía adictiva.

Llegué con Gancy ya tarde, como a las 20 horas, y nos sorprendimos del laucnh en que convirtieron el acceso a pista. Gancy quería ver las playeras (le encanta llevarse su playerita después de cada concierto) y resulta que estaban carísimas: 250 pesos. Un chingo.

Nos metimos. Había alrededor de 1000 personas (pocas considerando que faltaba como una hora para que empezara el concierto). Afortunadamente había espacio porque cuando vi a Gancy en el metro Centro Médico, correspondencia línea café, tenía una cara de "me vas a arruinar ell pindhce día, cabrón". Entonces, al ver que eran pocos me sentí contento. Pedí una chela (70 varos. Cara pero bueno, una chela es una chela). Y esperamos de pie.

Arcade Fire reunió en el Domo de Cobre a más de 13,000 mexicanos, la mayoría de las cuale s coreó los grandes exitos y las nuevas canciones de la joven y versatil agrupación, impresicndible para entender el rock que es también arte y que prefieren las nuevas generaciones.

"Muchas gracias, gracias por la espera", dijo en su primera apelación al público mexicano, Win Butler, líder y vocalista de la banda, luego de que los Fire ya habían echado a correr la algarabía en el recinto cuando intepretaron la primera canción de la noche, cuyo título no podía ser menos adecuado: "Ready to Start", una de las canciones que más espereaba la multitud y que es de las consentidas de su último disco The Suburbs, uno de los mejores tres discos de rock alternativo en lo que va del año. Digo yo. Los otros son Plastic Beach de Gorillaz y el otro estoy en espera de lo que hizo el Trent Reznor y lo escuchar el de Interpol, y si no pues iría por el de Massive Attack. Pero bueno, esa es otra reflexión.

La espera del público mexicano había sido larga,. A Gancy le encanta desde ya haceun teimpo. Y la fan era ella. La que se volvió loca cuando se enteró. La que casi se quiere volver chango cuando no podía acceder a la preventa Banamez, desde las computadoras de la Biblioteca Central. En fin. El encuentro con su público mexicano no pudo haber sido mejor. Con el set-list que preparó la banda, en el que incluyeron las canciones clásicas y una buena cantidad de las más recientes, nadie quedó fuera. Yo me sentí incluido.

Pero los fans, los de hueso colorado, fueron los encargados de prolongar más allá del tiempo limitado del show el coro de la última canción de la noche, casi un himno para la fanaticada, que cuando ya todo mundo abandonaba el lugar seguían coreando una línea vocal melódica de la canción "Wake up". Mientras ya, un poco sudados y un poco adoloridos de las piernas (un poco en realidad comparando esta con otras experiencias conciertiles), abandonábamos el lugar, (que, de hecho siempre abandonan antes los que están cómodamente sentados) vimos como la banda fresa se reunía para seguir cantando. O sea sí estuvo chido pero ya eso es muy wanna be. Ahora que viene valiendo un puritito calzón. Cristóbal me mandó un mensaje, que decía "se dejó caer la banda fresa, no?" Y sí, así fue.

Además de Cristóbal (que, bueno, a él no lo vi) me topé al Dionisio Zavaleta, que lo conocí en el Escruadrón. Nos encoantramos a Paquito Cerón, a quien le he dado clase en la Fac y es amigo de Gancy; a otro guey que le doy clase pero que ya desertó (espero no por mi, y sí si pos ni hablar), y de lejitos a la profe de Gancy, Mónica Quijano, que según yo aún se ve bastante joven pero ella ya la ubica más bien en ese bardo doloroso que se ubica entre la juventud y la señorez.

Fue un concierto pintado de juventud, que juntó a los prepos, los skates, los de la Ibero, los universitarios de la UNAM, varios más que ya trabajan pero que saben que la música es el único y verdadero elixir de la juventud perpetua. Y por eso seguimos yendo y metiéndonos hasta adelante, hasta que la cabeza no se nos marre. Ojalá llegue a los 40 y lo pueda seguir haciendo.

En el escenario, la potencia, el talento y la ternura despuntaba en los rostros y en las manos de los músicos para hacer surgir piezas de lo más auténtico que se puede escuchar hoy en día. En sintonía con esto, la persona que abrió el concierto, "un metalero de verdad", como alguien dijo en la pista, fue una grata sorpresa, pues el solo interpreto canciones personales compuestas a partir de la peculiar manera en que interpreta sus instrumentos metales (saxofon, trombón).

El de ayer ha sido uno de los conciertos masivos más pulcros y más puros de este 2010, pulcros en el ambiente y puros en la libertad con la que circulaba el sonido: la música hizo de las suyas e hipnotizó a los asistentes. Todo en su lugar como en una orgía llena de erotismo y amor.

Al termino de ejecutar una de las canciones favoritas de la audiencia, "Haiti", Win anunció que parte de lo recaudado en la taquilla del concierto sería donado a la organización KANPE, de la que Régine Chassagne (su esposa y también cantante de la banda) es fundadora. Los fondos serán donados para la reconstrucción de Haiti, país del que es originaria la artista.

Al final del concierto, los mibros de la banda lanzaron al público un pandero y la hoja del set list como forma de agradecimiento. El set list completo, que se apañó un carnal que estaba atrás de nosotors, fue el siguiente: Ready to Start, Keep the Car. No Cars Go, Haiti, Sprawl II, Modern Man, Rococo, The Suburbs, In the Backseat, Intervention, Crown of Love, Tunnels, We Used to Wait, Power Out, Rebellion. (Encore). Month of May, Still Ill, y Wake Up.

Arcade Fire se presentará hoy en el Festival Cervantino y el próximo domingo en Guadalajara.

Escritores jóvenes que piensan

miércoles, 13 de octubre de 2010

Un género para explorar la intimidad

Por lo general, los ensayos como género literario se consideran serios, extensos, con un lenguaje rebuscado sólo accesible para academicistas y con un rigor que recalque el afán de buscar la objetividad. Pero, ¿puede el escritor recuperar ese género para explorar temas que le son más íntimos y cercanos y atraigan más al lector promedio?

La joven escritora Kelly A. K. aporta con su primer libro La espera. La seducción de las bellas durmientes (Textofilia, 2010) una interesante alternativa. A la hora de elaborar en forma de ensayo un tema sigular que durante mucho tiempo le ha llamado la atención (las bellas durmientes), se vio sorprendida por el camino a que la condujo su libro.

"Yo había iniciado investigando temas eróticos. Cuando me di cuenta de que el libro me llevó a un tema muy personal, me quedé pasmada porque ya había llegado a un nivel muy íntimo, mucho más personal del que esperaba", afirma la autora.

"Yo tuve un asunto personal, familiar, en el que tuve que esperar a una persona durante mucho tiempo y supongo que de ahí surgió el libro", relata Kelly. Inconscientemente, la autora ha expresado en muy pocas palabras los dos sentidos que ella enfatiza a la hora de analizar el tíitulo "La espera": "tiene dos connotaciones: la espera como duración y la espera como expectativas".

En su ensayo toma una obsesión personal: la seducción de una mujer dormida. Y al momento de desarrollarla da con otra aún más profunda: los límites de la distancia en la cultura ultramoderna y la manera en que las tecnologías alteran la duración y por tanto la espera se convierte en resistencia.

No obstante, su crítica es más abierta: "En cierta manera existe una espera en las pantallas porque se fija una expectativa, ¿quién no se ha enamorado de una bloguera o de un twitero?, y no tienes idea de quién son. Hay algo ahí que nos llama. Pero lo queremos todo ya, rápido, y nos perdemos un poco la angustia de estar esperando a otro. Porque sí es rico estar esperando a otro: esto crea una sensación distinta, construye una actividad y una reflexión distinta el que no se nos otorgue todo inmediatamente. Hoy en día, cuando tenemos que esperar algo, cinco minutos ya es demasiado. En otras épocas una carta se tardaba días en llegar", apunta.

Sin embargo concede: "Pero es una realidad, ya son otras cosas. Yo soy usuaria de todas estas herramientas; simplemente he hecho una reflexión al respecto", apunta. Kelly A. K. presentará su libro en la Feria del Libro del Zócalo el domingo 17 de octubre.

Un rehén de la Academia

La escritora y editora Vivian Abeshushan dice: "el ensayo de un tiempo para acá, para su mala fortuna, fue tomado como rehén por la Academia. Empezaron a proliferar un montón de malentendidos en torno del ensayo y se le empezó a confundir con muchas cosas que no es".

Abeshushan es la directora de Tumbona ediciones, posición que le brinda la posibilidad de convertir su crítica en acción: hace unos meses, Tumbona presentó su colección Derivas, cuyo fundamento es publicar ensayos personales tal y como lo entendieron Hazlitt, Chesterton o Salvador Novo. Buscan recuperar los atributos originales del ensayo: el humor, la imaginación y la oposición al saber pragmático.

Uno de los libros que inauguran esta colección es Las encías de la azafata (Tumbona, 2010), de José Israel Carranza, quien aporta: "lo que busca esta colección es
recuperar el gozo como un propósito cardinal de los ensayistas. Va mucho en la tradición del ensayo inglés, informal, despreocupado, desenfadado".

¿Qué mejor manera de realzar la categoría del ensayo personal que el título de este libro? Un capricho: "Yo tenía el título mucho antes de tener el libro. Quería un libro que se llamara así. desde hace unos 12 años. Fue de esa especie de revelaciones que a uno no lo sueltan. Más o menos recuerdo que habré visto a una azafata con unas encias alarmanes o una sonrisa o una mueca imborrable, y le acomodé el libro", confiesa Carranza, autor de un libro, si bien personal., sumamente crítico, agudo e interesante.

La apropiación del ensayo como género por parte de muchos escritores jóvenes, Carranza la atribuye a su característico desenfado: "La ironía, el sarcasmo y el humor son otras de sus caracterísiticas", puntualiza. Y aporta una nueva veta de análisis: "Los ensayistas jóvenes no necesariamente están en los libros y en las revistas o suplementos sino en Internet".

Valeria Luiselli, Vivian Abenshushan, Eduardo Huchin, José Mariano Leyva, Hernán Bravo Varela, son algunos de los escritores jóvenes que recientemente han explorado el género ensayístico con un tono fresco y personal pero, sobre todo, con un rigor que consiste en la honestidad y el desengaño.

Año bisiesto, de Michael Rowe

viernes, 8 de octubre de 2010

Cruda y pesada

El pasado miércoles 6 de octubre, creo que fue, me colé a la premier, en la que había puros invitados del director, de la película Año bisiesto. Un fraude. Llegué tarde pero la sala en que se proyectó era insuficiente para la cantidad de personas que llegaron (ya dije que yo me colé), de tal forma que la mitad de los asistentes tuvo que esperar a que terminara la función (que inició alrededor de las 20:20 hrs) para poder entrar. Esa era la promesa. Bueno, ni el director entró a ver su película.

En un principio se nos dijo que entraríamos a otra sala a las 21:40 pero el tiempo avanzó y hasta las 10:30 salieron los espectadores. Se hizo el vorlote (no sé si así se escribre) porque los invitados eran actores y total que los de afuera y los de adentro como se conocían empezaron a armar la fiesta cuando unos cuantos nos metimos a la sala con la promesa de ver la cinta de Rowe. A las 10:45 de la noche comenzó la proyección. Salí antes de que terminara. Pero me causó sentimientos encontrados. No me gustó. Me pareció un estilo agotado. Aunque concedo que no porque no me haya gustado la considero una mala película. Sólo que creo que es una película más (mínimo para mí) y no aportará nada al futuro. Ahora bien, la valentía de Rowe es de reconocerse. Ojalá sea el principio de algo bueno por madurar. Aunque Rowe no es del todo un mozalbete.


En suma esto puedo decir:

Año bisiesto
es una película cruda, como las revelaciones que se nos avientan en la cara, como comunicar la muerte, cinta que privilegia el registro realista y se propone una relectura de la sexualidad, de la relación esclava-domador en una sociedad machista en donde la "casa chica" es una institución y es también una película seria que retoma el tono del típico cine de arte: lento, con obsesivo acento en los detalles, y que incrementa su intensidad y complejidad con el paso de los fotogramas.

Desnudos y cogidas por cada rincón de la humilde casa de la protagonista más una "chaqueta" y una "venida" real, como en las películas porno son parte de los ingredientes de esta fuerte y polémica película sólo para cinéfilos.

La anécodta se centra en contar la vida íntima de Laura López (Mónica del Carmen), desde cada rincón de su departamento de asalariado común en el Distrito Federal, en el que desfilan amantes ocasionales en una cama que vigila la fotografía enmarcada de un hombre desconocido para el espectador pero fundamental en la vida de Laura.
Un día conoce a Arturo (Sánchez Parra) y comienza con él una relación de encuentros masoquistas y violentos, en la que el amor, el sacrificio, el dolor y el martirio se unen para nulificar sus contornos, y llegan a su punto más alto cuando un día antes del 29 de febrero, entonces ese año es bisiesto, Laura le pide algo más radical a su pareja: ¡a poco no te gustaría matarme mientras me cojes! Le pide que la mate justo el día en que cumple años de muerto su padre.

El desenlace me lo guardo pero es meritorio decir que la cinta de Michael Rowe, nos guste o no, es una película valiente, que va al fondo con una mirada objetiva y crítica más no panfletaria y que intenta rozar la sustancia de lo humano contando una historia común pero no por eso menos valiosa.

No por nada Rowe ganó con esta película la Cámara de oro (premio a la mejor ópera prima) en el paso Festival de Cine de Cannes.

Ga'Hoole, la leyenda de los guardianes

Una película de verdad. Zack Snyder es un chingón

"Es como 300 pero con búhos" es lo que escuché decir a una persona, inmediatamente después de terminar de ver Ga'Hoole, la leyenda de los guardianes, nueva película de Zack Snyder, (300, The Watchmen) director de cintas de una gran elaboración visual-digital, con mucho trabajo en los detalles, y además cintas con una anécdota poderosa.

Ga'Hoole es una gran película. En el plano formal, cuando uno ve la película piensa "es que el 3D se hizo para esto". Snyder compone una danza de búhos que por su encanto y belleza no pierde verosimilitud ni profundidad ética.

Sí es una película para niños (más que Where the Wild Things Are) pero es mucho más que una película para niños. La maestría de Snyder estriba en que compone una obra que toma los recursos del cine para niños pero que en realidad cualquier clasificación que se le otorgue le será insuficiente. En un primer momento es la clásica historia de valentía y honor que iluminan la mente y propulsa la imaginación de los pequeños.

Pero en el fondo, se propone como una resignificación del heroísmo en una época sin honor, ilustra la complejidad del alma humana, su lado oscuro irreversible, y propone la defensa de la imaginación y la voluntad como catalizadores de un camino que conduzca a la realización de los sueños.

La peícula se centra en la heroica lucha de un joven búho que es raptado por una parvada de búhos malos, que forman parte de un clan parecido a una doctrina nazi. Su nombre es Soren, y nació en el bosque Tyto, donde hubo un tiempo en el que habitaron en paz las lechuzas. Ahora la sombra del Mal ataca el reino de los búhos, amenazando con destruir la paz en el bosque Tyto y cambiar la vida de Soren para siempre.
Para evitarlo buscará el Gran Árbol Ga'Hoole, donde habitan los Guardianes, los únicos capaces de ayudarlo a rescatar a su hermano que fue capturado por los "puros" quienes lo entrenan para ser un futuro dirigente bélico. El árbol es para los búhos de la comarca de Soren es un mito, una leyenda. Afortunadamente, él se encuentra con amigos que lo acompañan en su búsqueda y la leyenda al final se revela como una verdad.

La película está basada en las primeras tres obras de una serie de 14, dedicadas al público infantil escritas por la autora Kathryn Lasky bajo el nombre La leyenda de los guardianes.

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010

jueves, 7 de octubre de 2010

Nobel a Vargas Llosa, una sorpresa esperada

Mario Vargas Llosa nunca pierde el sentido del humor ni el descreimiento de la realidad, esas cualidades que tanto afloran en su literatura. Por eso en el Centro Cervantes de Nueva York, en su primera conferencia de prensa como Premio Nobel de Literatura, cuenta haber recibió con sorpresa y angustia la llamada a las 5:30 de la mañana de día de ayer, porque “esas llamados suelen ser malas”. Les tomó a él y a su esposa 14minutos para creerle al secretario de la Academia Sueca que no era "un impostor" y para ratificar que la noticia que le cambiaría la vida no era una tomadura de pelo.

La sorpresa no sólo es para ellos sino para todo el mundo. Si la calidad de la escritura del autor fue comprobada hace décadas, también es cierto que nadie esperaba esta noticia. De su Premio se puede elaborar la crónica de un acontecimiento anunciado, aunque la mayoría apostaba a que Vargas Llosa permanecería en la lista sin jamás acceder al turno de privilegio. Hoy, finalmente, acompaña al otro icónico escritor latinoamericano en esa lista dorada, Gabriel García Márquez, como los únicos escritores Nobel vivos de habla hispana.

Esa es la trascendencia de su premio. Por un lado, Vargas Llosa ha vuelto a nacer para el mundo. Pero por otro, la lengua española que goza de una riquísima literatura alcanza de nuevo un peldaño alto. "Es el Nobel del bicentenario de la América hermana. Es el premio merecido a la lengua española. Es el Nobel a las dos orillas del español", ha dicho el escritor.

Pensar en Vargas Llosa es pensar, tomando las razones esgrimidas por la Academia sueca, por un lado, en la “cartografía de las estructuras del poder”, es decir la literatura vargasllosiana se ha detenido en elaborar una estética realista a partir de la cual la denuncia ha sido colateral a la insistencia en cincelar una imagen, y por otro lado, por “sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota", o sea ha encontrado en el lenguaje un vehículo para expresar el fracaso de un sueño llamado Latinoamérica, sin perder de vista que lo más osado de esta región azolada ha sido su literatura.

Pero además de esto, pensar en Vargas Llosa es pensar en que una de las generaciones más importantes de la literatura iberoamericana, la del boom, fue mucho más que una explosión. Separando al hombre de ideas políticas del escritor de ficciones y problemas de corte filosófico, pensar en Vargas Llosa es pensar en la insistencia, el desvelo y la humildad.

La obra vargasllosiana es vastísima, multiforme, pero sobre todo, orgánica: jamás ha sido la misma. Se ha mantenido viva y ha cambiado con el tiempo. En otras palabras, ha sido fiel y leal a la escritura. Esa es la principal y honda diferencia que tiene con Gabo, que se ha perdido en los cocteles. El Nobel asegura la gloria post mortem pero no la verdadera gloria en vida.

Si algo hay que agradecerle a Vargas Llosa es haber sido en el pasado, viéndolo con una mirada romántica, el gran escritor joven de La ciudad y los perros, pero sobre todo, haber envejecido creando literatura. Vargas Llosa produjo diversas novelas totales: La casa verde, Conversación en la Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo, y ha escrito ensayos brillantes sobre los genios literarios con los que él se ha sentido identificado y en quienes ve a sus verdaderos pares, principalmente Gustave Flaubert y Juan carlos Onetti.

La asignación del Premio Nobel a Vargas Llosa pone a la literatura en español en el ojo del huracán. Y cierra un ciclo en la historia de las Letras. Un próximo Premio Nobel en castellano corresponderá a otra página de la literatura en español en la que ni la totalidad, ni el realismo, ni las estructuras sociales serán parte de sus constructos estéticos.

En voz de Vargas Llosa

"Yo soy peruano, lo que hago y lo que digo expresa el país en que he nacido y he vivido".

"La literatura de América Latina siempre se plantea la política y el poder. Es inevitable, tenemos dos problemas básicos, las instituciones estables y la violencia".

"Nada despierta tanto el espíritu crítico de una sociedad como la buena literatura"


Reacciones de algunos escritores; unos, de las nuevas generaciones

Esto es lo que me dijeron los siguientes camaradas a quienes admiro bastante

Antonio Ortuño (Méx): Vargas Llosa tiene tres o cuatro novelas memorables y le cae en el hígado a la mitad de América Latina. Esas dos circunstancias hacen del Nobel una apuesta peculiar. Supongo que es un autor ineludible: sin ser gran lector suyo, he transitado al menos por 15 de sus libros. Siempre envidiaré el puñetazo que le dio a García Márquez.

Edmundo Paz Soldán (Bol): La década pasada le perteneció al huracán Bolaño. Apareció una nueva generación latinoamericana que rechaza la idea de la “novela total” y defiende, por un lado, estéticas minimalistas, y por otro está embarcada en proyectos menos deudores del tronco principal del realismo. Así, daba la impresión de que Vargas Llosa comenzaba a correr la misma suerte que García Márquez hace quince años: la de un escritor muy leído y admirado, pero que ya había dejado de hacer escuela. Sin embargo, mi intuición es que los fervorosos bolañianos de hoy son también, aunque a veces no lo sepan, vargasllosianos.

Óscar de la Borbolla (Méx): El Nobel de literatura para Vargas Llosa me da un gusto enorme, por muchas razones: la primera, porque he disfrutado muchísimo sus libros: en cada uno, además de la historia que cuenta, se propone una manera distinta de contar y lo logra sorprendentemente. Basta mencionar dos de sus obras (no de las principales) para ilustrar esto: El hablador/ gerundio y Pantaleón y las visitadoras/ hipérbaton. Forma parte de ese grupo de escritores latinoamericanos que desatoraron la literatura: el Boom. Y porque alguna vez dijo en México, en un programa de televisión conducido por Paz, una verdad que le costó la salida inmediata del país: que aquí el estado coptaba a muchos escritores.

Jordi Carrión (Esp): Mario Vargas Llosa es uno de los mejores novelistas vivos. Conversación en la catedral tal vez ha envejecido mal, pero sigue siendo un monumento; La ciudad y los perros constituye un ejemplo perfecto de construcción y de tensión narrativa. Como ensayista, se ha vuelto excesivamente reaccionario. Y, lamentablemente, hace poco nos hizo conocer su faceta de poeta. Pero es un reconocimiento merecido y que posiblemente ayude a que la literatura en español sea más conocida internacionalmente.

Agustín Fdz Mallo (Esp): Bueno es muy importante esa concesión. En primer lugar, porque desde el caso de Octavio Paz, en 1990, no había habido otro premiado que escribiera en español. En segundo lugar, parece justo dado que es de los pocos escritores, vivos, en nuestro idioma, cuya influencia ha creado escuela en varias generaciones. No es posible pensar la literatura en español de los últimos 50 años sin pasar por él. En tercer lugar, ha creado un estilo propio, una personalidad muy característica que ha traspasado fronteras y décadas. Y creo que todo eso es lo que define los criterios de máxima calidad de un escritor, así como la definición de clásico vivo. No dudo que los otros nominados cumplieran esos requisitos, pero sólo lo puede ganar uno por año. Me alegro de que haya sido él.

Heriberto Yépez (Méx): Literariamente, Vargas Llosa se merece el premio porque es autor de, al menos, dos obras maestras. Ahora, el premio Nobel se concede también por razones sociopolíticas y ahí Vargas Llosa es más débil por su neoliberalismo. Van a criticarle eso. Pero se lo merece, es un gran literato, quizá un gran literato neoliberal, pero un gran literato (y un gran neoliberal).

Valeria Luiselli (Méx): Llevábamos 20 años esperando a que ganara otro escritor notable de habla hispana. Pero ninguno, al parecer, era lo suficientemente marginal y minoritario para los estándares suecos. Pero, tras esa oscura noche del alma por fin, un Nobel políticamente incorrecto, no premiado “por su ejemplar vegetarianismo, lucha comprometida en pos los derechos de los animales y valiente defensa y actualización del marxismo”. Y sobre todo, por fin, un escritor de verdad.

Rodrigo García, nueva movie, Madre e hija

Nada que ver pero sí

Esta entrevista se realizó en una casa en el Pedregal. Honestamente, el hijo de Gabo es una diva y muy mamón, que seguro también ha de estar harto de contestar lo que ha de considerar pendejadas de la prensa. Pero qué hacerle. Quiere que la gente vea su película. Yo no la he visto. No puedo decir si es buena o mala. pero el reparto me parece estupendo. A esa entrevista me acompañó un compañero fotógrafo que se sintió muy identificado con la historia que cuenta Rodrigo García. Y la anécodta de vida de mi compañero fue lo más interesante de aquel día, pues si bien no pretendo destacar como más importante la vida real, el hecho de que lo fuera significaba un sentimiento verdadero y no un recurso con pretensiones reflexivas, lo cual si no es malo, creo que me parece más interesante la vida tal cual sale y no tanto para aprender sino para sentir.

Yo nunca he sentido lo que mi compañero: hijo de un cura que a raíz del embarazo de una chiquilla deja los hábitos pero la relación no cuaja y se divorcian. A mi compañero se lo llevan a Puebla y crece con la ausencia de su padre. Veinte años derspués lo busca (en el norte) y lo encuentra. Se reconocen. Son igualitos. El antes cura ya tenía otra familia, Carlos, mi compañero, ahora tenía un padre y tres hermanos. La más pequeña era una recién nacida., entonces apenas puede registrar recuerdo. Visitas algunos meses. Y luego silencio. Ausencia, otra vez. Pasan otros 20 años y Carlos recibe una llamada: es su hermana, que ha vivido con la ausenia y la promesa de un hermano durante 20 años.

Lo demás es lo de menos.

"Me interesa la reconciliación de una persona con su destino"

Las vidas de personas que por algún motivo (exilio, distancia, muerte, engaño) son separadas pero se mantienen unidas por el recuerdo es el tema sobre el cual el cineasta Rodrigo García desarrolló su más reciente película, Madre e hija, que se estrena hoy en los cines de nuestro país y que cuenta con un reparto muy prometedor: Naomi Watts, Anette Bening, Samuel L. Jackson. En la película, a una madre que se embaraza a los 14 años se le obliga a dar en adopción a hija pero no pasa un día sin pensar en ella.

Esos personajes “viven con un fantasma en su vida de alguien que está ausente”, afirma en entrevista el hijo del escritor Nobel Gabriel García Márquez.

Contra las versiones que ya circulan sobre que la película es cursi, el cineasta opone: “pude haber utilizado otros desenlaces, mucho más limpios, mucho más felices del que tiene la película. Pero yo quería, no que todo saliera bien, sino que los personajes llegaran a un lugar en el que aceptan las cosas que ya no pueden cambiar. Si hay algún tipo de reconciliación que me interese no es el de las madres que recuperan a sus hijos o el de los amantes que se contenta. Me interesa la reconciliación de una persona con su propio destino”, apunta el director y guionista de Madre e hija, quien invita al público: “jalá que la disfruten… o que la sufran”.

“Siempre pensé en Naomi Watts. Se me ocurrió ella para el papel de Elizabeth: me encanta su trabajo, además de que es muy buena actriz proyecta mucha inteligencia, mucha fuerza, mucha vulnerabilidad. Luego se animó también Anette Bening. Samuel Jackson interpreta un papel muy diferente a los de siempre. Fue muy fácil trabajar con ellos porque son actores muy buenos: te facilitan la vida”, comenta el director. García eligió a su reparto y la principal razón para “ir” por esos actores fue su “imaginación e instinto”.

Cine y TV pero nunca adaptaría a Gabo

El cineasta comenzó su carrera en México como asistente de cámara y camarógrafo. Trabajó con Emanuel Lubezki. Cuando se le ocurrieron sus primeras ideas para guión empezó a hacer sus pininos. Con los años, tuvo la oportunidad de dirigir algunos capítulos de la serie Six Feet Ander, de la cadena HBO, donde ha dirigido en otras series:

“Me gusta el cine tanto como dirigir para televisión. En cine me interesa tratar mis propios temas, mis propias obsesiones y preocupaciones. La televisión me permite visitar mundos diferentes a los mundos. Son como dos partes diferentes de mi cabeza”, relata.

Interrogado sobre su le interesaría adaptar una novela de su padre al cine, muy en la línea de seguir su propio destino, puntualiza que no lo va a hacer: porque tendría que dar mil entrevistas sobre la anécdota del hijo que adapta a su padre Premio Nobel. La película no tendría ningún interés, sería un tema secundario. A mí me interesa que sea lo principal”, dice.

Rodrigo García, actualmente filma en Irlanda una película que escribió Glenn Close. La película tiene como nombre Albert Nobbs, nombre del personaje y trata (persiste en las féminas, García) sobre una mujer que para sobrevivir tuvo que hacerse pasar por hombre toda la vida.

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