Lluvia implacable

jueves, 26 de mayo de 2011

¡Impecable!
Capetillo y D'Alessio al frente de una obra de primera

Algo está pasando en el teatro nacional que en muy poco tiempo las grandes producciones de autor a nivel mundial se están montando en nuestro país con muy respetables adaptaciones: Cock, Casi, un pueblo, Juegos Siniestros son algunas de ellas, y la reciente incorporación de Lluvia Implacable, original de Keith Huff, obra que se estrenó en Broadway en el 2009 con los protagónicos de Hugh Jackman y Daniel Craig y que llegó a considerarse el gran fenómeno teatral del año.

Lo que sea que esté pasando es bueno y hay que ponerle atención y dejar los prejuicios a un lado, querido lector. Porque, contrario a lo que este reseñista pudo haber pensado, Eduardo Capetillo y Ernesto D'Alessio componen una mancuerna perfecta en la nueva apuesta de la productora Ocesa Teatro. Más aún: Capetillo está en su mejor elemento. Es una verdadera sorpresa verlo desenvolverse en el escenario como un policía patán y lépero que no obstante es muy simpático y muy brillante: da en el clavo sin filosofías ni abstracciones sino con un lenguaje callejero que es preciso y revelador: porque a la vida hay que entrarle con audacia y sin medias tintas.

Lluvia implacable trata sobre dos policías que, en un cuarto con una mesa y dos sillas, como en una sala de interrogación o un confesionario, a una velocidad que implica un esfuerzo dramático superior pero también demanda la máxima atención de la audiencia, nos relatan el momento en que sus vidas cambiarían para siempre: una noche de servicio en el que la imprudencia de uno repercute en el futuro de los dos y potencia el punto de encuentro en que uno se convertirá en la cara b del otro.

O sea: al final de cuentas, uno y otro, uña y mugre desde chavitos, se rebelarán como los dos lados de una misma moneda, aunque uno es el lado más gastado y agotado, el lado calado de esa moneda. Eric (Ernesto D'Alessio) y Dany (Eduardo Capetillo) son dos compañeros policías: Dany es dicharachero, el bad boy, el malhablado, el patán, pero tiene ética: la traición y el compromiso son sus valores intocables. Eric es el tímido, el contenido, el misterioso, sin embargo él sobrevive porque puede pasar por encima de la ética, porque puede transitar y mutar de personalidad, porque puede adaptarse a las circunstancias y, sobre todo, porque sabe callar y sabe ser un sujeto de su época, lo cual no significa que esté vacío de valores, ya que es capaz de decir: "Yo haría lo que fuera por defender a mi familia".

No obstante, esta frase, la última línea de la obra, es una trampa, pues la dice justo cuando ya ha faltado al código caballeresco más primario: "no le bajarás la chava a tus valedores, a tus carnales". Pero como es el niño lindo se le perdona todo: se le perdona pasar por encima de ese pacto que emerge desde los primeros encuentros fraternos, desde nuestras primeras relaciones con el mundo, desde que el niño aprende que no está permitido pedalear la bicicleta del otro.

Y en ese perdonarlo todo es donde radica la verdadera riqueza de esta obra, pues pone el dedo en la llaga sobre el poca honorabilidad de la especie humana y el falso rigor en que las figuras ejemplares pretenden ser sujetos de alguna emulación. la verdad sea dicha: hoy no hay grandes referentes ni héroes pero hay galanes de TV; no hay grandes pensadores pero sí hay "líderes de opinión"; no hay policías pero si hay delincuentes oficialmente admitidos.

El buen arte y el buen teatro siempre encontrará cómo filtrarse en las sociedades muertas y acríticas de nuestro tiempo. Esta obra es un ejemplo impecable al respecto.

Los actores son dirigidos de manera sobria y acelerada por Jaime Matarredona, quien acierta a la hora de incorporar un ritmo implacable parecido al de la vida bajo una tormenta a media noche. La escenografía es suficiente. El diseño de las luces sencillo pero fulminante, y la música es adecuada: furiosa, estridente y de alucine, a tal grado que desde la primera secuencia logra llevar al espectador a esos instantes de desesperación en los que es preciso actuar. El rock industrial es el soundtrack perfecto para una persecución vital. Lluvia implacable se filtra por la comisuras de la banalidad como las verdaderas tormentas que no encuentran límite que las pare.

Lluvia implacable
Teatro Jorge Negrete (Ignacio M. Altamirano 128, Col. San Rafael)
J 20:30 hrs V 19:30 y 21:30 hrs
S 18 y 20 hrs, D 17:30 y 19:30 hrs
Entrada general: $350

Inmersys, empresa de Héctor Gutiérrez

martes, 24 de mayo de 2011

Ofrecen inmersión virtual a bajo costo

"You are in" es nuestro lema, dice Héctor Gutiérrez Calderón, director de la empresa de diseño 3D interactivo, Inmersys, la cual está conformada por un grupo de jóvenes y emprendedores ingenieros que en su adolescencia se atascaron de videojuegos frente a un televisor y a pesar de la desaprobación de sus padres. Luego se pusieron a estudiar una carrera pero lo gamers nunca se les quitó y durante la primera parte de su juventud y todavía hoy sueñan con hacer sus propios videojuegos. La tecnología ya la manejan.

Inmersys es una joven empresa que se fundó en el 2010 y tiene como misión facilitar la representación y manipulación virtual de conceptos, objetos, espacios y procesos mediante tecnologías inmersivas. A eso se debe su lema: una invitación seductora que suena muy posmoderna: sumérgete en la virtualidad para adelantarte a la realidad: tal vez la forma más auténtica, hoy en día, de estar "in".

"Las páginas las desarrollamos en 3D, y ese es un diferenciador porque no muchas páginas o empresas aplican este tipo de herramientas", dice Gutiérrez.

"El 3D te ayuda a transmitir ideas, objetos y espacios con mayor precisión", dice el director de esta empresa, la cual utiliza motores de juego: tecnología de videojuegos, y a partir de ella se inserta objetos 3D, este motor administra la física, el audio, los gráficos y toda la interactividad. El motor de que ellos utilizan como base es el mismo motor del famoso videojuego Unreal Tournament: de esta manera, con la tecnología que utilizan permiten al cliente sumergirse en un mundo virtual como si fuera un monito de videojuego que puede meterse en todos los cuartos, abrir puertas y ventanas, apretar botones, tomar objetos y calcular las dimensiones.

De los videojuegos a la vida real

Los servicios que ofrecen son principalmente para provecho del sector inmobiliario e institucional, con el desarrollo de espacios virtuales interactivos, de tal modo que puedan verse beneficiados arquitectos o ingenieros que quieran ver las dimensiones de sus proyectos con mejor detalle que en una maqueta, y también empresas o instituciones que quieran dar un tour virtual a sus visitantes a distancia. Hace poco desarrollaron un tour virtual interactivo que sirve de promoción al antro Reina (Pedregal).

"La arquitectura es de los campos más beneficiados. Primero que nada en planeación y en cambios que deban aplicar con urgencia. Ellos pueden hacer con esta tecnología enemil simulaciones. Incluso se pueden pegar mediante fotografías texturas del mundo real en simuladores virtuales. El arquitecto o el ingeniero civil puede ver cómo va a quedar su trabajo con distintos tipos de materiales. Incluso les beneficia en la promoción: hacer una maqueta para un condominio en los rangos medios está entre $70,000 y $150,000. Nosotros podemos desarrollar algo chiquito en $40,000 y cosas inmensas en $150,000 ofreciendo ventajas como la imagen, la interactividad, el detalle", dice Héctor Gutiérrez.

"Con estas herramientas se pueden hacer cambios muchísimo más fáciles si no les va gustando a los clientes cómo va quedando el edificio. Nosotros invertiríamos entre una y cinco horas para aplicar proyecciones, y en lugar de que ellos gasten dinero en materiales que finalmente no servirán tendrán un modelo virtual que también puede ser modificable.

Inmersys también cuenta con un proyecto de capacitación que pueda ser aplicable desde empresas petroleras con simuladores, hasta escuelas primarias y secundarias que ofrezcan a los niños y jóvenes una alternativa de aprendizaje más cercana a sus inquietudes: de esta manera podrán ver tomar forma a ecuaciones algebraicas, o viajes a través del cuerpo humano para las clases de biología, pero más interesante suena: simular épocas o momentos históricos, "que el niño vea lo que pasó en la batalla de Waterloo, por ejemplo", dice el empresario.

Uno de sus primeros proyectos fue desarrollar en Second Life el modelo del Palacio de Minería. Actualmente utilizan esta misma plataforma, Second Life, para desarrollar el demo de una plataforma petrolera que funcionaría como un simulador que permite al obrero familiarizarse con el espacio en el que realizará su trabajo.

Los demos, proyectos y beneficios de Inmersys puede revisarlos en la página: inmersys.com por Internet.

TV On The Radio

domingo, 22 de mayo de 2011

TVOTR deleita y pone a bailar a chilangos pese a acústica

Gracias a Nancy Mendoza esta reseña es posible.

Hay varias maneras de sumergirse en un concierto de rock bailable, ameno e intenso como el que ofreció la noche del viernes la banda TV On The Radio: escuchando tranquilito las rolas a una distancia en la cual los empujones sean nulos; buscar esa misma distancia pero para bailar a tus anchas; estar hasta adelante donde podías bailar aunque algo constreñido; desde una zona VIP en la que te sientes cómodamente a tomar tus chelas aunque el grupo te quede muy lejos y no puedas ni verlo; o en cualquiera de estos pero con el valor agregado o añadido de que tu conciencia se encuentre en un estado alterado.

Sin duda la mejor opción es aquella en la que los ves de cerquita y puedes bailar: uno, conminado por el ritmo del líder y vocalista de la banda Tunde Adebimpe; y dos, porque en este concierto, el cual fue una de las Indio Sessions organizadas por la homónima cervecera, tenías chance de respirar y no obstante prenderte. Lo malo fue que acondicionar el Centro Cultural Estación Indianilla para hacer un concierto de rock fue una decisión sin tino, mala, porque la acústica del lugar es inadecuada para un flujo libre del sonido, y en cambio permite mucha reverberación.
Eran las 23 horas del viernes y la euforia se desataría en el recinto con los primeros acordes de "Halfway home" y "Caffeinated consciousness", temas que sirvieron de apertura para el concierto de esta banda

"Hace calor mucho aquí", dijo el vocalista Tunde Adebimpe, quien fue muy ovacionado por su trabajo sobre el escenario, la fuerza que imprime a las canciones y su excelente capacidad de matizar la voz, registro poco audible por el rebote del sonido.

Al principio, "Will do", fue uno de los temas más coreados de la noche. A esta le siguieron canciones como "Province", "Red dress", "Crying" y "Young liars".

La recta final fue prendidísima, de tal manera que el concierto terminó arriba desde antes de que se llegara al encore y luego de este llego todavía más arriba. Pero el punto álgido fue sin duda cuando tocaron "Staring at the sun", en una versión de esas raras pero prendidas, con las que la banda, de este lado, se pueda alocar chido. Una versión muy lograda que fue el preludio a la canción, sin duda, más esperada por los fans: "Wolf Like Me", que precedida por aquella versión de "Staring Ath The Sun", hizo que fuera el sueño hecho realidad para los fans.

Una de las sorpresas (por así decirlo ya que en la página del organizador se había lanzado una votación para que el público eligiera un cover), justo después el encore, fue cuando tocaron el tema de la película ochentera "Ghostbusters" (Los cazafantasmas), y ahí sí toda la banda como en una pausa, un respiro, en el cual el baile mantuvo su hegemonía.

Finalmente, Tunde Adebimpe, Kyp Malone, David Andrew Sitek y Jaleel Bunton, integrantes originales y el bajista que sustituyó al recién fallecido Gerard Smith, se despidieron con las canciones "DLZ" y "Sattelite".

El deleite fue total para los fans tuvieron que seguir las pistas que la cervercera, de forma ladina, les ponía en el camino: en connivencia con la cadena de tienditas del palíndromo compuesto por las letras "o" y "x", le decían por redes sociales a los fans en dónde y a qué hora habría boletos disponibles: para tener derecho a un boleto había que comprar por $240 cuatro six pack de cerveza, y pagando otros $200 se obtenía una boleto. Gracias a este concierto, en la semana previa a su realización, vendió cerca de 50,000 botellas de cerveza.

En fin, todo sea por el rock: la gente salió contenta al final del concierto, el cual contó con una producción de primera (el acondicionado del lugar, la coordinación de la logística, la iluminación del foro y del escenario, el equipo de sonido, el montaje de cámaras para el streaming del show, la seguridad mesurada y no con las imposturas de los simios que usan otras productoras hegemónicas). Pero la acústica del lugar fue pésima.

Para un evento en el cual se invierte tanto dinero y se condiciona tanto el consumo (en todos pasa lo mismo), mínimo habría que optar por lo más importante: un lugar con acústica adecuada para que la banda se escuche bien desde todos lados.

Lo mismo le ocurrió al grupo abridor, Rey Pila quien con siete temas comprobó que tienen "algo" que en un futuro podría desmarcarlos de la mayoría de las bandas mexicanas. Están empezando pero van por buen camino: tienen buen rock, ritmo, fuerza, matices, colores y originalidad.

Mediante siete temas, entre los que destacaron "Sordo" y "Pictures at the sun", los teloneros ofrecieron una buena actuación ante el público que los acompañó moviendo el cuerpo al ritmo de su propuesta musical y los despidió con un fuerte aplauso.

La versión de mi vida

jueves, 19 de mayo de 2011

Giamatti, una espléndida versión de Barney

Un guión fresco y divertido; un hombre que mínimo debió haber sido nominado al Oscar como mejor actor, Paul Giamatti, quien a nuestro juicio debería haberlo ganado (aunque só gano el Globo de Oro), y que se acompaña de otro grande, Dustin Hoffman; una historia bella que nos envuelve en un ir y venir de tiempos para contarnos la vida de un millonario fracasado; una versión digna de una vida porque está contada a contracorriente en una competencia en la cual la memoria cae finalmente ante el fastidioso Alz Haimer: La versión de mi vida es una gran película, de hondas reflexiones, con una estructura y realización muy lograda y con ese condimento que tienen las películas que se nos quedan en el alma.

La historia la cuenta Barney Parnofsky (Giamatti), un individuo que decide repasar su propia vida ante su ocaso. La incitación ocurre luego de que se publica una biografía turbia de él, y ante esa confrontación directa y descarnada con una verdad (hasta que nadie desmienta la tesis de un libro es una verdad) entre las pausas de la vida, la hora del postre, a la hora de preparar alimentos, a la hora de caminar en el parque tomando una taza de café o al trasladarse en un vehículo, Barney repasa su vida, con aciertos y errores y con una profunda nostalgia porque, sin darse cuenta, cometiendo un acto que hoy en día podríamos entender como banal, cotidiano: el adulterio, pierde aquello que era lo más importante de su vida: su esposa.

Barney decide hacer su propia versión. Luego, de esta historia mínimo se pueden desprender otras cuatro versiones: primero la versión de Barney; luego, la versión del escritor canadiense Mordecai Richler, quien falleciera en 2001 dejando éste como su último libro (un libro devastador, con buena prosa y comicidad publicado por Sexto Piso con el título La versión de Barney); la versión de Richard J. Lewis, director de la película; otra, la versión de Giamatti, quien le presta a Barney toda su alma para representar el mejor papel de su carrera, y decir eso es decir un chorro porque este es un histrión de primera; y la versión tuya, del espectador, quien dice finalmente si la película es una digna versión de una vida ante su propia desaparición.

Suma de desapariciones

Perder a la mujer que ama es lo que verdaderamente pone a Barney a la orilla del fracaso. Pero en esta larga mirada, que es la de un viejo recordando su vida sin cribar su pasado, es decir, sin escoger los momentos sino dejando desprenderse los recuerdos por su propio peso hasta llegar a la ventana del reflejo, de la reflexión, se añaden otras perdidas que no son fracaso sino el camino del carácter, las huellas de que se ha vivido, las heridas que uno carga hasta el final sean físicas o emocionales.

Así, en este devenir, Barney recuerda la perdida de su mejor amigo, 30 años atrás: una misteriosa desaparición luego de que, borrachos los dos, Barney disparara una pistola que su padre le había regalado; también repasa la pérdida de su padre (Dustin Hoffman), quien fallece en el privado de un teibol, siendo éste uno de los momentos más irónicos y graciosos de la película, el cual, además, extrae en un instante la mejor versión de Giamatti; y por otro lado, también se suman las perdidas de la memoria de Barney y la pérdida más radical: su muerte.

La vida en un instante

Treinta años atrás, no solo perdió a su amigo. También encontró a la mujer de su vida. Sobre la desaparición de Boogie, la película no nos ayuda a resolver si Barney es culpable o no: no queda del todo claro. En esta ambigüedad se encuentra una de las metáforas más circulares de la película: versiones hay muchas, vidas solo una.

Y en ese hueco es donde se detiene esta película: tal vez exista solo un momento en la vida en donde todo cobra sentido. Esta idea, que se encuentra en las grandes manifestaciones artísticas y literarias, es el punto clave de la novela, el tercer capítulo, y, por eso, en la película se convierte en el centro: el momento en que Barney conoce a Miriam Grant (Rosamund Pike), el amor de su vida.

La escena es contundente: Miriam, su cabello dorado y su elegante vestido verde con escote en V es el instante helado. Barney camina adentro de una sala, mira hacia afuera y ahí, al pie del barandal, la ve por vez primera: dos segundos, tres segundos 10 segundos. Barney se decide: sale del salón, va con ella y se presenta. Cruzan tres palabras, hablan de béisbol. Luego, él vuelve a su boda. Ahora está enamorado pero no de la mujer con la cual se acaba de casar. Sino de aquella quien le manda en un papelito.

Ella se ha ido. El sale del salón apresurado entre la lluvia y el tránsito y va a alcanzarla a la estación de trenes. La encuentra y se sube al tren. Le dice: "Huye conmigo o quédate o lo que sea pero: estoy enamorado de ti. No lo creía pero esto realmente pasa. Sí pasa".

Lo mejor de esta versión es que no tiene un final feliz sino un final en paz. No obstante, la película se agarra de ese momento para desgarrar a un individuo común y corriente que se equivoca, que no es un hombre guapo, pero que sabía lo que quería y que pudo sobrevivir a la ausencia y al fracaso. La vida de Barney es una metáfora de la desaparición. En más de dos puntos, es una versión de nuestra propia vida.

La historia de este filme se basa en el libro homónimo de Mordecai Richler, el último del canadiense, quien falleció en 2001. También cuenta con las actuaciones de Dustin Hoffman, Rosamund Pike, Minnie Driver, Rachelle Lefevre, Scott Speedman, Bruce Greenwood, Macha Grenon, Jake Hoffman, Anna Hopkins, Thomas Trabacchi, Cle Bennett, Harvey Atkin y Massimo Wertmuller.

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