Donde viven los monstruos, Spike Jonze

miércoles, 31 de marzo de 2010

Donde mora lo salvaje

Convierte Jonze libro de niños en película para adultos


Una cálida noche en 2008, el cineasta norteamericano Spike Jonze se encuentra de pie en su habitación dándole vueltas a la idea de cómo resolver cinematográficamente un cuento para niños que consta apenas de 200 palabras, "Were the wild things are" (Donde viven los monstruos), de Maurice Sendak, cuando de pronto, inquieto como su personaje enAdaptation (El ladrón de orquídeas), decide que no hará una película para niños sino usará como base el libro de Sendak para desarrollar una idea personal y crear una historia sobre las emociones más primarias del ser humano.


El resultado es Donde viven los monstruos, que se estrena este jueves 1 de abril en las salas de nuestro país, una película digna de toda la atención, crítica de la condición humana, en donde los silencios y los gruñidos bestiales introducen un lenguaje salvaje e instintivo que nos devuelve la mirada; sin duda una de las películas más arriesgadas de este director de culto que se hizo ayudar del trabajo creativo de talentos indiscutidos.


La película nos cuenta la historia de Max, un niño de unos 10 años que ha perdido a su padre, que no sabe lidiar con su hermana adolescente ni entiende que su madre busque rehacer su vida, por ello siempre reacciona con una actitud violenta y desmesurada, el clásico niño latoso sobre quien decimos busca llamar la atención, pero en el fondo Max sufre y sabe que no ignora la verdadera razón de su comportamiento, a su madre le dice: “yo no tengo la culpa”, y es que en realidad nadie tiene la culpa de ser instintivamente salvaje.


Y en esto encontramos la diferencia con el libro, Spike Jonze y Dave Eggers, guionista,retratan en la película la irrupción inesperada e incontrolable de las emociones y sobre todo de la locura, la locura cercana y aceptable, la de los adultos.


Max huye de casa y llega a una isla habitada por feos muñecos de peluche gigantes que hablan, sienten y se expresan como humanos, y que tienen cualidades extraordinarias como saltar a elevadísimas alturas sin tomar vuelo, construir en tiempo récord torres de impresionante solidez y factura con ramas pesadas y con la fortaleza para destruir árboles como si fueran hojas de papel.


El niño los espía y en ese momento entre los monstruos reina una pesada confusión, uno de ellos, Carol destruye sus casas y les pide que lo ayuden. ¡Por fin, Max ha encontrado un alma gemela!, así que, ante la impavidez de los monstruos, toma un palo y corre para ayudarle a Carol lanzando gruñidos que espantan a algunas bestias, sin embargo su fuerza no es suficiente.


Carol lo mira con curiosidad y las demás bestias, con hambre, por eso lo acorralan. Ingenioso, el niño se defiende diciendo que no lo ataquen porque él ha sido rey de unos sujetos llamados vikingos. Las bestias no saben qué es eso pero lo que sí les importa es que Max es un rey. Carol, emocionado espeta: ¡por fin, tenemos un rey!, y abandonando la idea de comerlo le dan su centro y le ponen su corona. ¡Qué más puede un niño pedir!


Ese mundo maravilloso poco a poco irá perdiendo su brillo. Las difusas intenciones de los monstruos, sus personalidades complejas teñidas de neurosis pura: amor, deseo, celos, rencor, autocompasión, envidia, insensatez, le revelan a Max su propia naturaleza. Finalmente, advierte que ha llegado a un lugar muy parecido a aquel del cual huyó.


Las secuencias finales de la película son de una potencia poética impresionante que bien valdrán algunas lágrimas.


Sin caer en el aleccionamiento barato ni en el pesimismo absoluto, Jonze construye una poderosa película, a la vez que visualmente bella y acústicamente deleitable, para mostrar el cinismo y la poca higiene con la que los adultos se relacionan entre sí y con el mundo, cómo se autoflagelan esperando la compasión de otros, y cómo manipulan a sus seres queridos por medio del chantaje. Un libro para niños convertido en una película para adultos. Los dos, humanos; los dos, salvajes.


CALIDAD GARANTIZADA


La lista de los talentos que participan en esta película es larga: comencemos por el reconocido guionista y escritor Dave Eggers, los músicos Karen O (Yeah Yeah Yeahs) y Carter Burwell que elaboran un soundtrack dulce, irritante y contundente; el fotógrafo Lance Acord y el diseñador K.K. Barrett, quienes trabajan con Sofia Coppola y desarrollan planos y escenarios de lujo, más la producción de un tipo de categoría como Tom Hanks, aunada a la cercana participación de Maurice Sendak.


Por el lado de los actores no podemos dejar de lado las actuaciones de Catherine Keener y Mark Ruffalo, dos actores comprobados. El niño Max Records sorprende por su verosimilitud y por soportar una historia seria.


También destacamos los muñecos desarrollados por Jim Henson más las voces de Gandolfini, Cooper, Dano y Whitaker.

Agosto, de Tracy Letts en Teatro San rafael

Se antoja la "planicie"


“La planicie es un estado mental”, dice Bárbara (Blanca Guerra), la hija mayor de la familia Vega, en la obra Agosto, que se estrenó el 25 de marzo en el Teatro San Rafael.


Para Bárbara la llanura es parecida a un estado de ánimo chato, cansado, árido, seco, sangriento y genocida, gracias a que el autor de la obra, el estadounidense Tracy Letts, sitúa la acción en la llanura de Oklahoma de mediados del 50.


La versión mexicana es logradísima, tanto que no pararás de reír tanto como no podrás dejar de sentir lástima por esa familia. La adaptación que se hace al lenguaje coloquial de los mexicanos es tan buena que provoca la identificación inmediata del espectador y que los diversos pasajes de hilaridad le aligeren las más de tres horas que dura la puesta en escena.


La acción ocurre en al interior de la casa de los Vega y es contada en dos actos más un intermedio. Al entrar a la sala nos recibe en el escenario una gigante casa de muñecas de tres pisos, perfectamente diseñada y distribuida, un sándwich de pisos o de planos, que terminará aplastando emotiva y figurativamente a esta familia.


A los pocos minutos ocurre una ruptura, otra dentro del cúmulo de fracturas que se operan durante el tránsito de la vida (muertes, bodas, viajes, peleas, engaños): ha desaparecido Rafael (Arsenio Campos), padre de familia y escritor alcohólico venido a menos, lo que provoca el reencuentro de los Vega:


La tía Maty (la famosísima Secre, Raquel Garza) llega con su esposo Carlos (Raymundo Capetillo); la hija mayor, Bárbara, regresa en compañía de su esposo Paco (Oscar Bonfligio), de quien se encuentra separada pero lo ocultan, y de su hija Norma (Sherlyn); más los que no habían abandonado el hogar: Violeta (Lilia Aragón), madre adicta a las pastillas, Karen (Verónica Jaspeado), una de las hijas, cuarentona y ‘quedada’, y Juana (Alma Escudero), empleada doméstica que contrató, quién sabe con qué motivos, Rafael días antes de desaparecer.


La aparente atmósfera de conduelo y unión que priva en la familia se resquebrajará poco a poco una vez que entren en juego los reclamos y los reproches.

Contada con un humor negro que expone y cala en los vicios de toda índole en que incurren con asiduidad las personas –desde la mota (o ¿qué, cómo le llamamos?), el alcohol, las pastillas, hasta el sexo, la mentira, el ego y el desprecio-, Agosto se revela como una mirada cercana y por eso atroz a las contradicciones y el dolor que las propias familias se infligen a si mismas, y pone en duda, a partir de una crítica mordaz, sin concesiones, los supuestos tabúes en torno a la hermandad, cercanía y comprensión supuestamente inherentes a esa institución que sólo la tradición occidental sacralizó al absurdo.


Desde el primer acto nuestras intuiciones se confirman: Rafael se suicidó. No hay ninguna sorpresa para el público. La noticia la esperábamos con avidez y con la indolencia propia de la mirada exógena. Esa ligereza nuestra se ve correspondida por una pregunta: Karen dice, “¿por qué juzgar a papá?” Nosotros sin duda al acto suicida lo condenamos como despreciamos al alcohólico, al drogadicto y al indio.


Nos parecemos a los Vega. Y esa contracara, nuestro reflejo en esa caja de muñecas, es una provocación dura que no alecciona ni evade, que no se calla ni proclama, que simplemente juega con los seres humanos que al interior de esa casa parecen destruirse a sí mismos. Y juega con nosotros, aunque ni siquiera lo sepamos y nos pongamos de pie para aplaudir.


Avatar

Cine para el siglo XXI


Pasada la disputa postmarital entre James Cameron y su ex esposa Kathryn Bigelow por los Oscar de este año, debo decir que si bien Cameron sucumbió rotundamente, Avatar subistirá por sí sola como síntoma de un arte en plena transición, ya que pasará a la historia por ser un carpetazo al cine, sobre todo el de ciencia ficción.


Después de esta película, el cine será cada vez más una experiencia vívida en todos sus sentidos. Cuando nos habíamos acostumbrado a que las innovaciones tecnológicas del cine en Hollywood no aportaban nada más que en términos superficiales, ésta historia concita la reflexión profunda, el entusiasmo vital y el desencanto humano a partir de provocar en el espectador una confrontación con su propia especie y su propia cultura.


Avatar es un carpetazo no por confirmar una estrategia publicitaria, la cual por lo demás resulta del todo cierta, sino por dos aspectos, el primero de ellos es el más obvio: antes de Avatar los efectos especiales permanecían en el ámbito efectista y efectivo, subordinados a la verosimilitud de la trama pero ahora son el sustento que produce una nueva estética visual que establece una comunicación abierta y biunívoca con el espectador, es decir la verosimilitud de la historia regresa al terreno de lo estrictamente narratológico y el efecto especial adquiere un valor ético y estético que no busca convencer al público sino hacerlo vivir, de esta forma a partir de los recursos técnicos el cine se convierte por fin en una experiencia de vida, el espectador realmente puede llegar a sentir que otro mundo, y otros mundos, son posibles, se pueden ver, se pueden oler, se pueden sentir.


La anécdota ocurre en el año 2154, cuando los hombres han explotado durante tres décadas el satélite Pandora, ubicado en una galaxia lejana, y con condiciones similares a la Tierra. Para entonces el petróleo se ha terminado y los humanos han suplido sus necesidades energéticas con unobtainium, mineral que se acumula en cantidades industriales bajo las vírgenes tierras de los Na´vi, aborígenes que pueblan el satélite.


Los humanos cuentan con una base militar y científica en el nuevo planeta y buscan conquistar el territorio de uno de los clanes de Pandora que viven en un árbol sagrado de enormes dimensiones, bajo sus raíces se encuentra uno de los yacimientos más ricos del mineral anhelado por los humanos.


La científica Grace Augustine (Sigourney Weaver) se encuentra al mando de las investigaciones para conocer el funcionamiento del ecosistema y de la especie de los Na’vi. Jake (Sam Worthington), un joven veterano de guerra que ha perdido la movilidad de sus piernas, llega a la base por casualidad y formará parte de una expedición ingeniada por los científicos que le cambiará la vida.


Cada uno de los científicos, incluido Jake, cuenta con un avatar, una réplica de un Na’vi creada a partir de mezclar el ADN de esta especie con el de los humanos. Los científicos son conectados en una especie de incubadora a un programa en el que se les induce pérdida de conciencia y por medio de un ordenador despiertan en el cuerpo de su avatar respectivo. Por un momento nos sentimos en Matrix.


Desde el principio sabemos quién será el héroe: Jake, y cómo dudarlo si al ser conectado con su avatar es como si volviera a nacer: encuentra una nueva oportunidad para reasignarle valor a la vida, cuando después de quedar inválido ha sido convertido en inútil, inoperante para la guerra y para amolarla ha sufrido la muerte de su hermano.


Jake despierta convertido en un ser azul de más de tres metros de altura, con cuerpo atlético, sentidos refinados, capaz de establecer conexión sensorial con los animales en un medio natural que lejos de ser hostil entra en profunda relación con él y con los demás seres que componen dicha tierra.


Es aquí cuando encontramos la segunda razón para afirmar el profundo carpetazo cinematográfico que implica Avatar: el cine comercial puede producir grandes reflexiones en el espectador, puede prácticamente cambiar la vida; el cine hollywoodense, de millonarios recursos y grandes campañas publicitarias, abandona el cliché en el que la Tierra sufre una amenaza alienígena para resemantizar éste término -alienígena- y convertir al hombre en un extranjero indeseable, una criatura a la que no le ha bastado destruir su propio hábitat sino que ahora ha llevado su poder de destrucción años luz para conviertirse en la peor amenaza para el sistema vida Pandora.


A partir de este giro, Avatar produce en el espectador una experiencia sensorial y emotiva que es al mismo tiempo una crítica radical a la violenta condición humana, a los imperdonables sacrificios, genocidios y extinciones producidos por la afanosa y falsa idea de superioridad que padece el Hombre y a la desacralización y vulgarización de un mundo y una especie que al quedarse sin dioses no supo encontrar motivos para respetarse y respetar su entorno.


The Hurt Locker, Kathryn Bigelow

Ser marine en Bagdad

The Hurt Locker (Zona de miedo), cinta que arrasó en la pasada entrega de los Oscar y que en México pasó desapercibida en parte por la odiosa traducción con la que se exhibió, ha sido considerada por la crítica especializada como la mejor del cine bélico, género de gran tradición en los Estados Unidos, consideración que creo sólo puede tomarse como exagerada y mediática, o medianamente política porque, ¿dónde estribaría la diferencia: en la historia, en los efectos especiales, en el realismo?


Más allá de esta supuesta importancia, debo de reconocer que sin duda es una película arriesgada, interesante y muy cercana a la realidad, una película que abre una veta en el cine de nuestro tiempo. Su diferencia, aunque no tanto, con las anteriores del género es su cercanía y actualidad con el conflicto que nos presenta: la posesión de los Estados Unidos sobre el pueblo iraquí tras la guerra desatada en 2002 por el gobierno de George Bush en pos de adueñarse del petróleo del país árabe.

Dirigida por Kathryn Bigelow, quien sorprende por su sensibilidad tras la cámara para captar con lujo de detalle el tempo, la laxitud, el trago amargo que es la propia vida, la devastación, el cinismo y el sinsentido que hay atrás de esta guerra, The Hurt Locker se convierte por sus contenidos en una necesaria aproximación para entender la realidad de la guerra, su lógica de negocio y su asimilación cultural indeleble, realidad que alcanza su reducción al absurdo en un joven soldado, William James (Jeremy Renner), para quién no hay otra cosa más importante que desactivar bombas; ufano, presume su récord: 873 bombas desactivadas.


Así, la desactivación de bombas por una patrulla estadounidense en pleno Bagdad es la línea argumental de la cinta, con felices y erráticos momentos en su pretensión de espejo de la realidad. Pero con una estética documentalista que nos enchina la piel y nos hace sentir polvo en pleno proceso de desaparición.


La película muestra una constante indagación sobre el tipo de ética propio del campo de batalla: la aceptación de la muerte, ética parecida a la de los sicarios de las bandas narcotraficantes de este lado del planeta pero que es totalmente distinta, ética que en la pantalla nos habla de los resquicios del honor y del valor en un mundo sin heroísmo.


Si hablamos de crítica directa o panfletaria deberíamos pensar en Robert Redford y su Leones por corderos, donde expone la inmoralidad con que se proyecta a miles de jóvenes a perder la vida voluntaria y obcecadamente por un valor intangible como la patria y el honor.


Bigelow trasciende la visión panfletaria, la crítica con sentido político o la pertinaz moralina que suele ir detrás de este tipo de cintas y prefiere indagar libremente para mostrar el acendrado peso que tiene el honor y la guerra misma en la cultura de los Estados Unidos pero lo hace sin prejuicios de por medio, ese es su gran éxito, su verdadera importancia.


Los recursos formales, técnicos y visuales la hacen una cinta muy bien lograda que por la cercanía del momento histórico lo hará estremecer. No por nada fue considerada por la Academia de Hollywood la mejor película este año.


The Hurt Locker

· La visión del conflicto la puedes completar también con otras películas como La batalla de Hadiza, Las tortugas pueden volar, Leones por corderos, Redacted, W, entre otras.

· Cuenta con las actuaciones de Jeremy Renner, Anthony Mackie, Brian Geraghty e intervenciones de Guy Pearce, Ralph Fiennes y Evangeline Lilly.

· Ha sido puntuada por los críticos más importantes de EU con 93 sobre 100, se perfila como gran cosechadora de premios Oscar.

· The Hurt Locker recibió una ovación de 10 minutos en el Festival de Venecia, dónde cosechó 4 premios.

· Con esta película, Kathryn Bigelow ganó el máximo galardón del gremio de directores estadounidenses (DGA) en Los Angeles.

Precious, de Lee Daniels

Una película pesada

En lo personal, no es nada contra los gordos. Sólo reverberancias de mi infancia como chico ostra.

Además de negra es gorda y fea. No, al revés, además de fea y gorda, es negra. Y ese es el verdadero problema de Preciosa, el personaje principal de la película homónima del joven y talentoso director afroamericano, Lee Daniels, porque en una sociedad históricamente racista como la estadounidense, el país con más gordos en el mundo, se puede perdonar la gordura, incluso la fealdad, pero no la negritud.


Y ese drama, en la era Obama, lo expone perfectamente la película Preciosa.


Como reflejo de su tiempo, es decir como una reflexión de fondo sobre las molduras invisibles que definen al ser humano contemporáneo, es una película sin desperdicio que para su desgracia se estrenó el mismo viernes que la esperadísima cinta Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton, que la borró del mapa.


No obstante, se lo decimos, Preciosa es una película que del mismo modo en que le robará el pudor y la vergüenza, en que lo incomodará al punto de sentirse sucio después de todo un trasiego en que su alma no sabrá con certeza sino hasta el final si la película le está gustando, con todo eso, este filme lo hará experimentar un torbellino de emociones empezando por el paladar, luego la garganta hasta desembocar en el estómago.


Así, usted será estrujado y si el experimento funciona, reconvertido: cuando salga de la sala usted podrá pensar que una gorda, fea y negra puede ser admirable, puede ser valiente e incluso mucho más libre de lo que tal vez usted lo ha sido en toda su vida.


Bueno, esta chica gorda, pese a sus desproporcionadas dimensiones, es tan sólo una niña de 16 años que, se lo decimos de una vez, ¡vaya que ha sufrido!, así que no se sorprenda por la consecución de situaciones infelices que la atormentan. Su vida es un dramonononón. Por ello, el personaje se evade en instantes de fantasía en los que sueña en que es famosa y tiene miles de admiradores, pero son sólo eso, instantes.


Daniels no muestra ambages para presentarnos al personaje: en los primeros minutos de la película sabemos que Preciosa a sus 16 años se encuentra embarazada de su segundo hijo, el primero de ellos es una niña que tiene síndrome de Down; el dinero escasea en casa; además, es víctima de una torrencial violencia física y verbal que raya en lo insoportable, no obstante pocas veces una lágrima brota de sus ojos; aquí es de resaltar la fascinante y reveladora actuación de Gabourey Sidibe, quien hace de la inexpresión todo un arte del enmascaramiento.

Los golpes e insultos los propina y profiere su madre, también gorda y más entrada en años , que la odia por la simple y sencilla razón de que su hija es más inteligente, más joven y por lo mismo, aunque usted no lo crea, más apetecible, más deseable.


Es cierto y por eso Mary, cuyo papel lo interpreta de manera excepcional la comediante Mo’Nique, papel por la que ganó el Oscar, la odia, sobre todo porque, dice, le ha robado a su hombre. Sí, Preciosa ha sido violada desde pequeña por su padre, quien a su vez es papá de sus dos hijos.


Superando el tono aleccionador y el entusiasmo de supermercado sobre la autoaceptación, esta película del director Lee Daniels pone el acento en la desintoxicación de los prejuicios, en el desencantamiento del optimismo “postracial” y en el cariz efímero y difuso de toda esperanza, con un final sin balanza, es decir sin valoración moral de los hechos, y sin muerte, que es el verdadero fin de toda historia.


Su aparente ligereza, ser un dramononón y presentar un mundo de buenos contra malos, se ve superada por la deliberación ética que finalmente yergue la antes indefinida personalidad de la protagonista y que la convierte en un héroe de nuestro tiempo mucho más real que los marines de The Hurt Locker.


Por eso Preciosa ha cosechado la admiración de la audiencia y de la crítica en todo el mundo, sobre todo de quienes se fijan más en la trascendencia del proyecto en sí, en los temas que plantea y en las emociones que provoca, que en los detalles técnicos o en la fatigosa ansia de erudición, innovación y estilización de los rockstars del cine.


Plastic Beach, Gorillaz

Ad hoc para estas vacaciones


Si usted amigo lector quiere pasar una rica tarde de sol y arena, mientras fija la vista en la cadencia corpórea de mujeres y hombres semidesnudos en la playa, aunque sea un Acapulco en la azotea y usted vea a su gordita darse un chapuzón, ponga de fondo Plastic Beach, el nuevo disco de Gorillaz cuya música lo llevará a otra dimensión de colores y sonidos, un viaje lisérgico de mucha vida.


Plastic Beach, el tercer disco de la agrupación animada (los cuatro integrantes de Gorillaz son caricaturas de personajes post-humanos: 2D, Noodle, Russel y Murdoc), que se hace acompañar de diversos músicos de los más variados estilos, es un disco en que predomina un rap suave, las vocalizaciones predominantemente agudas son invadidas por colores más graves, y los sintetizadores generan una atmósfera virtual digna de ser bailada.


Paradójicamente, de la animación emerge un Damon Albarn más real, alejado de la faramalla artística, que se concentra en su música y por lo mismo se despliega a sus anchas: Albarn escribió las canciones, produjo el disco, canta, e invitó uno por uno a los músicos que colaboran en este disco, entre los que destacan Snoop Dogg, De La Soul, Lou Reed, y Mick Jones de The Clash.


Menos pop que los dos discos anteriores de Gorillaz, Plastic Beach es más violento y oscuro y también más alocado y más cargado de ironía: la isla tropical en donde los Gorillaz pasan el tiempo hace alusión a una “bahía de plástico” de desechos industriales.


Track por track


Orchestral Intro: Música de orquesta más un fondo de olas de mar nos ponen a tono para lanzarnos a una aventura.


Welcome to the World of the Plastic Beach: Snopp Dog da la bienvenida al mundo Plastic Beach con un mellow rap (rap meloso) con base de teclado espacial. "The revolution will be televised", presagia Snoop.


White Flag: Sampleos en combinación con un estilo oriental arábigo que la convierte en un rap chistoso y buena onda, para bailarle al novio, o a la novia.


Rhinestone Eyes: Al principio, una pieza nostálgica de la cual emerge el sonido de un láser armonizado y un coro de chicas emocionadas lanzando grititos sobre un beat de lujo.


Stylo: El primer sencillo cuenta con la participación de dos leyendas: Bobby Womack y Mos Def, una pieza con vocales poderosas.


Superfast Jellyfish (con Gruff Rhys y De La Soul): Una de las canciones del tipo al que nos tenía acostumbrados la banda, una pieza entre el rap y el surf para sonreír.


Empire Ants: Una de las mejores canciones del disco, romántica y etérea, más cargada a la melancolía del Albarn joven (esperemos no le dé el entusiasmo psicodélico que se comió incluso a Billy Corgan). Tras más de dos minutos de canción, la caja de ritmos emula un juego de video, como si nos invitara a entrar en una dimensión Mario BROS, y a la vez emerge la melodiosa y bella voz de la vocalista de Little Dragon, la sueca-nipona Yukimi Nagano. Un deleite.


Glitter Freeze (con Mark E Smith): Para no perder la onda, una canción muy cercana a las bases que usan los músicos de Ratatat. Para correr eufóricos por la calle.


Some Kind of Nature: Por fin Lou Reed hace su aparición con una canción buenísima. La invitación a un icono de la música a virtualizarse, y él acepta con generosidad.


On Melancholy Hill: Contiene uno de los riffs más logrados y difíciles de olvidar de este disco, canción netamente pop para extrañar con todo.


Broken: Una canción en la que reverberan los tiempos del Demon Days.


Sweepstakes: El dub aparece con todo su poder en la voz de Mos Def, más la algarabía de instrumentos metales que descontextualizan al género, una mezcla interesante.


Plastic Beach (con Mick Jones y Paul Simonon de The Clash): Como pieza de soundtrack de película de Tarantino, el bajo galáctico introduce una secuencia de atmósferas cósmicas.


To Binge: La voz de Nagano nos hipnotiza de nuevo, tal vez porque es la única que aparece encajar a la perfección con ese mundo de animación (anime-japoneses, ¿obvio, no?). Una canción lentita como antesala del fin.


Cloud of Unknowing: Womack llega como un remolino con esa voz que imposta todo lo humano para decirnos que son más que caricaturas. Una de las mejores canciones del disco, tanto por la letra cuanto por el poder dramático que encarna, la melancolía nos acurruca para salir victoriosos del sueño.


Pirate Jet: La despedida. El círculo se ha completado. Volvemos a la playa. Seguimos viviendo.


http://www.youtube.com/watch?v=5w_upzACEVo



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