El escritor mazatleco Luis Humberto Crosthwaite, en sus novelas, toma personajes icónicos de la cultura popular para ponerlos a su lado, verlos desde su loquera y ponerse a “pistear” con ellos, echarse unas chelas, ya se con un icono de las rancheras como José Alfredo, o con Jesucristo.
"Namás que le cambio el nombre, bueno le hablo de tú, es Chuy, y él cambia a Dios Padre por una Mujer. Jesús es el amante de una diosa, inalcanzable e impalpable. A esta divinidad le habla de Usted y se refiere a ella con un amor pasional. Es una pasión divina”, dice el autor a propósito de su nueva novela Aparta de mi este Cáliz (Tusquets, $144).
Es un mesías que llegará a decir: “Lo más parecido al infinito son las caderas de Hortensia”.
"Yo tiendo mucho a deificar las imperfecciones y sobre todo cuando me refiero a las mujeres, por eso no puedo hablar de la mujer pura, porque me aburren. Igual me pasa con los hombres."
En un pasaje de la novela, describe a Lázaro ya muerto quien está en una especie de bar limbo ligándose a una chava, cuando por casualidad, Jesús, en la Tierra, le pide que despierte. Y Lázaro, despierta en la Tierra, dejando a la muchacha del bar y por tanto se molesta. “Yo me sentiría igualmente encabronado. Me puse en el lugar de Lázaro. Jesús hace lo que el típico compa que te está haciendo mosca cuando estás con una morra.” En la novela, “Lázaro nunca está contento de que lo haya resucitado. ‘Chale, yo esta vida ya la había trascendido’, pensaría.”
En esta novela el autor subvierte el canon del Nuevo Testamento para abordar, como ya se ha hecho en otros momentos, una crítica a las “sagradas” escrituras. En su novela nos muestra a un Jesús al que llaman Chuy, un ex convicto que vuelve al barrio de su infancia, un barrio parecido a los de Mazatlán, y un personaje que se parece mucho a Don Quijote.
“Don Quijote leyó muchas novelas de caballerías y después se convirtió en un caballero andante que veía gigantes en los molinos de viento. Este personaje, Chuy, cuando estaba en la cárcel le entró muy duro a la Biblia y al regresar a su barrio lo ve como un barrio en Galilea mezclado con elementos de su realidad.”
“Yo procuro solidarizarme con los locos. Creo que la locura que llaman cordura a mí no me pasa. Prefiero solidarizarme con esos personajes que no están conectados con la realidad.”
Chuy vive en un barrio en el que compite con otros Mesías, tiene más dudas que certezas, más vicios que valores, menos idea de su destino, carece de bondad y compasión inherente por lo que cree estar rodeado de ineptos.
“Yo creo que nosotros mismos debemos ser nuestros propios Mesías. Nadie nos va a ‘salvar’.”
“Soy un mexicano común: no religioso. Creo en Dios pero en un Dios que se manifiesta de distintas maneras para cada uno de nosotros. La Iglesia católica es como cualquier partido político. Tiene sus propios intereses, su agenda. A la Iglesia no le interesa que su gente piense ni sea libre. Quiere encerrarlos en este dogma que no te deja actuar como un individuo y sólo te daña.”
“Parecería que ser liberado de la pasión, del drama no habría mucho qué decir, sería una falsa felicidad. Las páginas de sociales están llenas de personas que aparentan ser profundamente felices. La gente que reconoce su infelicidad me parece mucho más interesante."