Daniel Alarcón, El rey siempre está por encima del pueblo

martes, 17 de marzo de 2009

Un escritor audaz

“¡Qué pasó güevón!”, me dice Daniel Alarcón y yo nomás me le quedo viendo y me digo “qué pedo con este güey” más no me ofendo porque reparo en que voy a entrevistar a un peruano y dicha palabra se usa en algunos países de sudamérica para referirse a un cuate, como el uso que le damos a la palabra güey los mexicanos.


Lo curioso fue que esta palabra la usara alguien que nació en Perú, pero creció en Estados Unidos y quien llega a utilizar indistintamente güevón, man o mano.


“Soy un güevón muy aburrido, por eso no escribo sobre mí y por eso digo que todo escritor tiene que ser audaz y atrevido, tener bastante imaginación para que así salga en las historias. Yo investigo mucho y viajo mucho”, nos comenta este joven escritor, quien recientemente ha presentado su libro de cuentos El rey siempre está por encima del pueblo (Sexto Piso, 2009, $200).


Ser extranjero


“Estudié antropología porque me había parecido la más fácil, pero fue un acierto porque es una disciplina que te enseña cómo utilizar los datos como un extranjero para entender una sociedad. Y yo siempre me había sentido así, como un extranjero”.


Nació en Perú pero desde los 3 años radica en Estados Unidos, cuando su familia se mudó a Alabama, donde eran los únicos peruanos y había muy pocos latinos.


“Estabamos tan perdidos en Estados Unidos y tenían tan pocos referentes. Los vecinos ni siquiera sabían dónde quedaba Perú.”


“Ahora vivo en California, un estado con 50% de población latina. En mi barrio hablo español, juego futbol con latinos y gringos y se hace un idioma compuesto; los gringos dicen ‘mano, mano’ cuando piden la pelota. Y ahí hay chavos de todos lados del mundo, latinos, indios, israelitas, africanos”.


Con respecto a si es peruano o no, dijo que “si en el propio Perú no hay un consenso sobre lo que significa ser peruano, entonces debe haber oportunidad para que un ‘gringo’ como yo pueda entrar”.


Puedo decir sí soy peruano. En las elecciones de 2006 la campaña de Ayanta Ahumala iba por lado de lo que significa ser peruano con una visión muy nacionalista, netamente racional, y que dio para un gran debate.


Sin duda, su experiencia como viajero lo hace más conocedor de las variadas tipologías humanas en el globo. Para él, el dilema de la nacionalidad pura carece de sentido. Y a ello se debe la facilidad con la que puede comunicar un discurso muy concreto pese a haber sido escrito en otro idioma, el inglés.


El libro fue escrito en inglés y traducido al español por tres personas. La calidad de los cuentos es un logro que está en la literatura misma:


“Si no te gusta esta traducción tampoco te gustaría en inglés. Si no te gusta, la culpa es mía”, sentencia con claridad.


Sus cuentos

En sus cuentos desarrolla las historias de ciegos que son traductores; el mito de una ciudad que se construye de la noche a la mañana y en la que la población es innumerable; una historia en torno de la homosexualidad de Abraham Lincoln, y un tejido ubicuo en el que los personajes se encuentran para abandonarse poco a poco o de plano hacerlo de tajo.


Además, realiza varios homenajes a las ciudades que ha conocido pero también a todas aquellas personas que tienen una capacidad de supervivencia que él no cree tener.


El título es tomado del cuento que abre la colección, el cual “abarca un poco los temas que hay en el libro: poder y personajes lidiando con el mismo, marginalidad y subversión”.


Y esta frase parte de una imagen de un artista iraní que hizo una serie de cómics, entre los que se encuentra una imagen de un rey que está colgado, y todo el pueblo lo está mirando desde abajo. La frase y la imagen son muy irónicas y subversivas, a la vez que complejas.


Esa actitud subversiva se plasma en algunos personajes que conservan su dignidad o en el retrato de seres marginales que alcanzan una gran solidez por las situaciones que describe, tan cercanas a la cotidianidad que por eso resultan absolutamente creíbles.


En “El Puente” ve como retazos de otra vida que le gustaría tener, viendo los escombros de lo que dejó su tío. O en “República y Grau”, el niño se enfrenta al viejo aún sabiendo que su padre le va a madrazos cuando llegue a casa, él decide guardar su dignidad antes que rendirse.


“El Presidente idiota” es muy importante porque el narrador es el mismo narrador de la novela que estoy escribiendo. Lo tuve que sacar de la novela porque no encajaba. Es una novela en la que hay dos hermanos, uno que emigra y otro que no puede hacerlo y desperdicia su juventud esperando la migración como muchos lo han hecho, anhelando otra vida y luego se dan cuenta de que la vida ya se les pasó. Eso es lo que quiero escribir. Y con el cuento quería acercarme al personaje.


En esta colección de cuentos se puede intuir una especie de nostalgia del pasado, una nostalgia que parece rara en una persona tan joven como Alarcón: “Que triste tener nostalgia de algo que nunca fue”, comenta.

Su forma: una nostalgia inventada


La nostalgia era como el pan de cada día. En mi familia se mantenía viva la memoria y los recuerdos del Perú con base en historias. Nuestros padres nos contaban las historias de una ciudad que ya no es. Eso crea una nostalgia inventada.”


Alarcón publicará en Estados Unidos en otoño un libro cuyo título es El milagro secreto, un compendio de entrevistas con preguntas muy concretas que serán de gran interés para novelistas jóvenes, preguntas como: ¿Cuántas palabras al día? ¿Cómo es tu escritorio? ¿Cómo organizas una novela? ¿Cómo desarrollas un personaje? ¿Cómo sabes si es un cuento y una novela?


Entrevistó a más de 40 novelistas de 25 países, entre los que destacan Murakami, Vargas Llosa, Smith, Auster y Lethem.


Confiesa que le gustaría que quienes lean el libro piensen que no hay fórmulas sino que para escribir “puedo hacer lo que me dé la gana”.


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