"Solo saboreamos cuando vamos a un escenario"
Estrena Contradanza La danza de los cisnes
La coreógrafa Cecilia Appleton se preguntaba hace unos meses, entre los ajetreos de la vida moderna: ¿qué había sido lo que la impulsó a hacer danza? Ella se recordó como una niña de 9 años, en el interior de un foro viendo a una mujer que hacía "magia", la bailarina que recuerda portaba un vestido larguísimo, impresionante.
"Y ahí descubrí otro mundo más cercano a lo que hay dentro de mi, a mis fantasías, a mis sueños. Y pensé que el mundo te demanda algo muy medio extraño, el deber ser está que yo no lo aguanto. Pero no podemos contra él porque vivimos una época de mucha ansiedad. Todo rápido. Es impresionante cómo estas máquinas han hecho más fácil mi vida y si se tardan un minuto me pongo de un humor terrible. Y me pregunto: ¿cuándo se sienta uno a saborear? Cuando uno va al escenario", dice la directora de Contradanza, que en el marco de la Sexta Muestra de Artes Escénicas de la Ciudad de México, estrenará la pieza La danza de los cisnes, de inspiración plenamente feminista.
En la propuesta se trabaja con multimedia, participan ocho bailarines -seis mujeres y dos hombres- y se bailan piezas musicales de diferentes autores, en un cuento que linda la fantasía pero que no es lineal sino intuitivo, emocional.
LO que a Cecilia le interesó explorar fundamentalmente es la relación de los sujetos -hombre o mujer- con los roles en una sociedad acelerada e histérica, enmarcado en una reflexión desde la perspectiva de género.
"La mujer y el hombre cómo conviven con el deseo. El título tiene muchas connotaciones. Por un lado, alude a El lago de los cisnes, en donde las mujeres son encantadas por un mago, y para poder deshacer el hechizo tienen que encontrar a un hombre que las pueda reanimar como mujeres. Esa idea me pareció siempre muy seductora e interesante. Y quise actualizarlo en la perspectiva de género sobre todo por los cambios que a nivel social y político que las mujeres hemos ido conquistado, y ahora podemos pensar si realmente somos seres encantados que esperamos un hombre que nos libere".
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Cecilia también advierte un cambio simbólico: "Sentí que estos cisnes seguimos siendo encantadas no por un mago pero si por una magia social. No lo hice para hacernos víctimas, sino más bien para pensar que todos hemos sido cómplices. Asimismo, veo que también los hombres están intentando comprender a las mujeres pero también les está tocando una situación compleja debido a que los roles mismos están cambiando. El hombre entonces se descoloca, en una dualidad muy fuerte. En la obra se muestra esa complejidad", dice la bailarina.
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