Mario Vargas Llosa nunca pierde el sentido del humor ni el descreimiento de la realidad, esas cualidades que tanto afloran en su literatura. Por eso en el Centro Cervantes de Nueva York, en su primera conferencia de prensa como Premio Nobel de Literatura, cuenta haber recibió con sorpresa y angustia la llamada a las 5:30 de la mañana de día de ayer, porque “esas llamados suelen ser malas”. Les tomó a él y a su esposa 14minutos para creerle al secretario de la Academia Sueca que no era "un impostor" y para ratificar que la noticia que le cambiaría la vida no era una tomadura de pelo.
La sorpresa no sólo es para ellos sino para todo el mundo. Si la calidad de la escritura del autor fue comprobada hace décadas, también es cierto que nadie esperaba esta noticia. De su Premio se puede elaborar la crónica de un acontecimiento anunciado, aunque la mayoría apostaba a que Vargas Llosa permanecería en la lista sin jamás acceder al turno de privilegio. Hoy, finalmente, acompaña al otro icónico escritor latinoamericano en esa lista dorada, Gabriel García Márquez, como los únicos escritores Nobel vivos de habla hispana.
Esa es la trascendencia de su premio. Por un lado, Vargas Llosa ha vuelto a nacer para el mundo. Pero por otro, la lengua española que goza de una riquísima literatura alcanza de nuevo un peldaño alto. "Es el Nobel del bicentenario de la América hermana. Es el premio merecido a la lengua española. Es el Nobel a las dos orillas del español", ha dicho el escritor.
Pensar en Vargas Llosa es pensar, tomando las razones esgrimidas por la Academia sueca, por un lado, en la “cartografía de las estructuras del poder”, es decir la literatura vargasllosiana se ha detenido en elaborar una estética realista a partir de la cual la denuncia ha sido colateral a la insistencia en cincelar una imagen, y por otro lado, por “sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota", o sea ha encontrado en el lenguaje un vehículo para expresar el fracaso de un sueño llamado Latinoamérica, sin perder de vista que lo más osado de esta región azolada ha sido su literatura.
Pero además de esto, pensar en Vargas Llosa es pensar en que una de las generaciones más importantes de la literatura iberoamericana, la del boom, fue mucho más que una explosión. Separando al hombre de ideas políticas del escritor de ficciones y problemas de corte filosófico, pensar en Vargas Llosa es pensar en la insistencia, el desvelo y la humildad.
La obra vargasllosiana es vastísima, multiforme, pero sobre todo, orgánica: jamás ha sido la misma. Se ha mantenido viva y ha cambiado con el tiempo. En otras palabras, ha sido fiel y leal a la escritura. Esa es la principal y honda diferencia que tiene con Gabo, que se ha perdido en los cocteles. El Nobel asegura la gloria post mortem pero no la verdadera gloria en vida.
Si algo hay que agradecerle a Vargas Llosa es haber sido en el pasado, viéndolo con una mirada romántica, el gran escritor joven de La ciudad y los perros, pero sobre todo, haber envejecido creando literatura. Vargas Llosa produjo diversas novelas totales: La casa verde, Conversación en la Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo, y ha escrito ensayos brillantes sobre los genios literarios con los que él se ha sentido identificado y en quienes ve a sus verdaderos pares, principalmente Gustave Flaubert y Juan carlos Onetti.
La asignación del Premio Nobel a Vargas Llosa pone a la literatura en español en el ojo del huracán. Y cierra un ciclo en la historia de las Letras. Un próximo Premio Nobel en castellano corresponderá a otra página de la literatura en español en la que ni la totalidad, ni el realismo, ni las estructuras sociales serán parte de sus constructos estéticos.
En voz de Vargas Llosa
"Yo soy peruano, lo que hago y lo que digo expresa el país en que he nacido y he vivido".
"La literatura de América Latina siempre se plantea la política y el poder. Es inevitable, tenemos dos problemas básicos, las instituciones estables y la violencia".
"Nada despierta tanto el espíritu crítico de una sociedad como la buena literatura"
Reacciones de algunos escritores; unos, de las nuevas generaciones
Esto es lo que me dijeron los siguientes camaradas a quienes admiro bastante
Antonio Ortuño (Méx): Vargas Llosa tiene tres o cuatro novelas memorables y le cae en el hígado a la mitad de América Latina. Esas dos circunstancias hacen del Nobel una apuesta peculiar. Supongo que es un autor ineludible: sin ser gran lector suyo, he transitado al menos por 15 de sus libros. Siempre envidiaré el puñetazo que le dio a García Márquez.
Edmundo Paz Soldán (Bol): La década pasada le perteneció al huracán Bolaño. Apareció una nueva generación latinoamericana que rechaza la idea de la “novela total” y defiende, por un lado, estéticas minimalistas, y por otro está embarcada en proyectos menos deudores del tronco principal del realismo. Así, daba la impresión de que Vargas Llosa comenzaba a correr la misma suerte que García Márquez hace quince años: la de un escritor muy leído y admirado, pero que ya había dejado de hacer escuela. Sin embargo, mi intuición es que los fervorosos bolañianos de hoy son también, aunque a veces no lo sepan, vargasllosianos.
Óscar de la Borbolla (Méx): El Nobel de literatura para Vargas Llosa me da un gusto enorme, por muchas razones: la primera, porque he disfrutado muchísimo sus libros: en cada uno, además de la historia que cuenta, se propone una manera distinta de contar y lo logra sorprendentemente. Basta mencionar dos de sus obras (no de las principales) para ilustrar esto: El hablador/ gerundio y Pantaleón y las visitadoras/ hipérbaton. Forma parte de ese grupo de escritores latinoamericanos que desatoraron la literatura: el Boom. Y porque alguna vez dijo en México, en un programa de televisión conducido por Paz, una verdad que le costó la salida inmediata del país: que aquí el estado coptaba a muchos escritores.
Jordi Carrión (Esp): Mario Vargas Llosa es uno de los mejores novelistas vivos. Conversación en la catedral tal vez ha envejecido mal, pero sigue siendo un monumento; La ciudad y los perros constituye un ejemplo perfecto de construcción y de tensión narrativa. Como ensayista, se ha vuelto excesivamente reaccionario. Y, lamentablemente, hace poco nos hizo conocer su faceta de poeta. Pero es un reconocimiento merecido y que posiblemente ayude a que la literatura en español sea más conocida internacionalmente.
Agustín Fdz Mallo (Esp): Bueno es muy importante esa concesión. En primer lugar, porque desde el caso de Octavio Paz, en 1990, no había habido otro premiado que escribiera en español. En segundo lugar, parece justo dado que es de los pocos escritores, vivos, en nuestro idioma, cuya influencia ha creado escuela en varias generaciones. No es posible pensar la literatura en español de los últimos 50 años sin pasar por él. En tercer lugar, ha creado un estilo propio, una personalidad muy característica que ha traspasado fronteras y décadas. Y creo que todo eso es lo que define los criterios de máxima calidad de un escritor, así como la definición de clásico vivo. No dudo que los otros nominados cumplieran esos requisitos, pero sólo lo puede ganar uno por año. Me alegro de que haya sido él.
Heriberto Yépez (Méx): Literariamente, Vargas Llosa se merece el premio porque es autor de, al menos, dos obras maestras. Ahora, el premio Nobel se concede también por razones sociopolíticas y ahí Vargas Llosa es más débil por su neoliberalismo. Van a criticarle eso. Pero se lo merece, es un gran literato, quizá un gran literato neoliberal, pero un gran literato (y un gran neoliberal).
Valeria Luiselli (Méx): Llevábamos 20 años esperando a que ganara otro escritor notable de habla hispana. Pero ninguno, al parecer, era lo suficientemente marginal y minoritario para los estándares suecos. Pero, tras esa oscura noche del alma por fin, un Nobel políticamente incorrecto, no premiado “por su ejemplar vegetarianismo, lucha comprometida en pos los derechos de los animales y valiente defensa y actualización del marxismo”. Y sobre todo, por fin, un escritor de verdad.
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