Un género para explorar la intimidad
Por lo general, los ensayos como género literario se consideran serios, extensos, con un lenguaje rebuscado sólo accesible para academicistas y con un rigor que recalque el afán de buscar la objetividad. Pero, ¿puede el escritor recuperar ese género para explorar temas que le son más íntimos y cercanos y atraigan más al lector promedio?
La joven escritora Kelly A. K. aporta con su primer libro La espera. La seducción de las bellas durmientes (Textofilia, 2010) una interesante alternativa. A la hora de elaborar en forma de ensayo un tema sigular que durante mucho tiempo le ha llamado la atención (las bellas durmientes), se vio sorprendida por el camino a que la condujo su libro.
"Yo había iniciado investigando temas eróticos. Cuando me di cuenta de que el libro me llevó a un tema muy personal, me quedé pasmada porque ya había llegado a un nivel muy íntimo, mucho más personal del que esperaba", afirma la autora.
"Yo tuve un asunto personal, familiar, en el que tuve que esperar a una persona durante mucho tiempo y supongo que de ahí surgió el libro", relata Kelly. Inconscientemente, la autora ha expresado en muy pocas palabras los dos sentidos que ella enfatiza a la hora de analizar el tíitulo "La espera": "tiene dos connotaciones: la espera como duración y la espera como expectativas".
En su ensayo toma una obsesión personal: la seducción de una mujer dormida. Y al momento de desarrollarla da con otra aún más profunda: los límites de la distancia en la cultura ultramoderna y la manera en que las tecnologías alteran la duración y por tanto la espera se convierte en resistencia.
No obstante, su crítica es más abierta: "En cierta manera existe una espera en las pantallas porque se fija una expectativa, ¿quién no se ha enamorado de una bloguera o de un twitero?, y no tienes idea de quién son. Hay algo ahí que nos llama. Pero lo queremos todo ya, rápido, y nos perdemos un poco la angustia de estar esperando a otro. Porque sí es rico estar esperando a otro: esto crea una sensación distinta, construye una actividad y una reflexión distinta el que no se nos otorgue todo inmediatamente. Hoy en día, cuando tenemos que esperar algo, cinco minutos ya es demasiado. En otras épocas una carta se tardaba días en llegar", apunta.
Sin embargo concede: "Pero es una realidad, ya son otras cosas. Yo soy usuaria de todas estas herramientas; simplemente he hecho una reflexión al respecto", apunta. Kelly A. K. presentará su libro en la Feria del Libro del Zócalo el domingo 17 de octubre.
Un rehén de la Academia
La escritora y editora Vivian Abeshushan dice: "el ensayo de un tiempo para acá, para su mala fortuna, fue tomado como rehén por la Academia. Empezaron a proliferar un montón de malentendidos en torno del ensayo y se le empezó a confundir con muchas cosas que no es".
Abeshushan es la directora de Tumbona ediciones, posición que le brinda la posibilidad de convertir su crítica en acción: hace unos meses, Tumbona presentó su colección Derivas, cuyo fundamento es publicar ensayos personales tal y como lo entendieron Hazlitt, Chesterton o Salvador Novo. Buscan recuperar los atributos originales del ensayo: el humor, la imaginación y la oposición al saber pragmático.
Uno de los libros que inauguran esta colección es Las encías de la azafata (Tumbona, 2010), de José Israel Carranza, quien aporta: "lo que busca esta colección es recuperar el gozo como un propósito cardinal de los ensayistas. Va mucho en la tradición del ensayo inglés, informal, despreocupado, desenfadado".
¿Qué mejor manera de realzar la categoría del ensayo personal que el título de este libro? Un capricho: "Yo tenía el título mucho antes de tener el libro. Quería un libro que se llamara así. desde hace unos 12 años. Fue de esa especie de revelaciones que a uno no lo sueltan. Más o menos recuerdo que habré visto a una azafata con unas encias alarmanes o una sonrisa o una mueca imborrable, y le acomodé el libro", confiesa Carranza, autor de un libro, si bien personal., sumamente crítico, agudo e interesante.
La apropiación del ensayo como género por parte de muchos escritores jóvenes, Carranza la atribuye a su característico desenfado: "La ironía, el sarcasmo y el humor son otras de sus caracterísiticas", puntualiza. Y aporta una nueva veta de análisis: "Los ensayistas jóvenes no necesariamente están en los libros y en las revistas o suplementos sino en Internet".
Valeria Luiselli, Vivian Abenshushan, Eduardo Huchin, José Mariano Leyva, Hernán Bravo Varela, son algunos de los escritores jóvenes que recientemente han explorado el género ensayístico con un tono fresco y personal pero, sobre todo, con un rigor que consiste en la honestidad y el desengaño.
Por lo general, los ensayos como género literario se consideran serios, extensos, con un lenguaje rebuscado sólo accesible para academicistas y con un rigor que recalque el afán de buscar la objetividad. Pero, ¿puede el escritor recuperar ese género para explorar temas que le son más íntimos y cercanos y atraigan más al lector promedio?
La joven escritora Kelly A. K. aporta con su primer libro La espera. La seducción de las bellas durmientes (Textofilia, 2010) una interesante alternativa. A la hora de elaborar en forma de ensayo un tema sigular que durante mucho tiempo le ha llamado la atención (las bellas durmientes), se vio sorprendida por el camino a que la condujo su libro.
"Yo había iniciado investigando temas eróticos. Cuando me di cuenta de que el libro me llevó a un tema muy personal, me quedé pasmada porque ya había llegado a un nivel muy íntimo, mucho más personal del que esperaba", afirma la autora.
"Yo tuve un asunto personal, familiar, en el que tuve que esperar a una persona durante mucho tiempo y supongo que de ahí surgió el libro", relata Kelly. Inconscientemente, la autora ha expresado en muy pocas palabras los dos sentidos que ella enfatiza a la hora de analizar el tíitulo "La espera": "tiene dos connotaciones: la espera como duración y la espera como expectativas".
En su ensayo toma una obsesión personal: la seducción de una mujer dormida. Y al momento de desarrollarla da con otra aún más profunda: los límites de la distancia en la cultura ultramoderna y la manera en que las tecnologías alteran la duración y por tanto la espera se convierte en resistencia.
No obstante, su crítica es más abierta: "En cierta manera existe una espera en las pantallas porque se fija una expectativa, ¿quién no se ha enamorado de una bloguera o de un twitero?, y no tienes idea de quién son. Hay algo ahí que nos llama. Pero lo queremos todo ya, rápido, y nos perdemos un poco la angustia de estar esperando a otro. Porque sí es rico estar esperando a otro: esto crea una sensación distinta, construye una actividad y una reflexión distinta el que no se nos otorgue todo inmediatamente. Hoy en día, cuando tenemos que esperar algo, cinco minutos ya es demasiado. En otras épocas una carta se tardaba días en llegar", apunta.
Sin embargo concede: "Pero es una realidad, ya son otras cosas. Yo soy usuaria de todas estas herramientas; simplemente he hecho una reflexión al respecto", apunta. Kelly A. K. presentará su libro en la Feria del Libro del Zócalo el domingo 17 de octubre.
Un rehén de la Academia
La escritora y editora Vivian Abeshushan dice: "el ensayo de un tiempo para acá, para su mala fortuna, fue tomado como rehén por la Academia. Empezaron a proliferar un montón de malentendidos en torno del ensayo y se le empezó a confundir con muchas cosas que no es".
Abeshushan es la directora de Tumbona ediciones, posición que le brinda la posibilidad de convertir su crítica en acción: hace unos meses, Tumbona presentó su colección Derivas, cuyo fundamento es publicar ensayos personales tal y como lo entendieron Hazlitt, Chesterton o Salvador Novo. Buscan recuperar los atributos originales del ensayo: el humor, la imaginación y la oposición al saber pragmático.
Uno de los libros que inauguran esta colección es Las encías de la azafata (Tumbona, 2010), de José Israel Carranza, quien aporta: "lo que busca esta colección es recuperar el gozo como un propósito cardinal de los ensayistas. Va mucho en la tradición del ensayo inglés, informal, despreocupado, desenfadado".
¿Qué mejor manera de realzar la categoría del ensayo personal que el título de este libro? Un capricho: "Yo tenía el título mucho antes de tener el libro. Quería un libro que se llamara así. desde hace unos 12 años. Fue de esa especie de revelaciones que a uno no lo sueltan. Más o menos recuerdo que habré visto a una azafata con unas encias alarmanes o una sonrisa o una mueca imborrable, y le acomodé el libro", confiesa Carranza, autor de un libro, si bien personal., sumamente crítico, agudo e interesante.
La apropiación del ensayo como género por parte de muchos escritores jóvenes, Carranza la atribuye a su característico desenfado: "La ironía, el sarcasmo y el humor son otras de sus caracterísiticas", puntualiza. Y aporta una nueva veta de análisis: "Los ensayistas jóvenes no necesariamente están en los libros y en las revistas o suplementos sino en Internet".
Valeria Luiselli, Vivian Abenshushan, Eduardo Huchin, José Mariano Leyva, Hernán Bravo Varela, son algunos de los escritores jóvenes que recientemente han explorado el género ensayístico con un tono fresco y personal pero, sobre todo, con un rigor que consiste en la honestidad y el desengaño.
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