"Ha pasado mucho tiempo desde que te vi sonreír". Sin embargo, una vorágine de sonrisas fueron los dos conciertos de la agrupación canadiense.
Sonrisas como la revelación del alma, como la concreción espontánea del ser, como el regalo más desinteresado y perfecto que podemos dar y recibir.
Sonrisas que vuelan en el aire como una plaga contagiosa, una plaga que en esa noche sabía a gloria y nos bañaba con la dulzura de unos jóvenes, unos niños, que estaban haciendo en el estrado lo que más les encanta con la desfachatez, la irreverencia lánguida y tierna que llega con el camino alegre de la juventud.
Unos niños que de su emoción extraían fuerza para decantar en dulzura, serenidad y asombro.
Niños que componen como maestros. Niños que tocan con nervios de parafina, unos nervios que a pesar de tensarse se atemperan con humildad y honestidad de para quienes la fama es un asunto colateral que no llega a dañarlos.
Se trató de dos conciertos en los que presentaron su más reciente material discográfico, parte del cual grabaron en tierras mexicanas, concretamente en Oaxaca: “Si hablara en español no podría expresarme tan bien, pero esta canción nació en Oaxaca”, comentó Zach Condon, el líder de la banda, antes de presentar el tema titulado “Mount Wroclai” (Idle Days).
Un concierto colorido y armónico en todos los sentidos: varias tesituras de voces tanto vocales como instrumentales: una iluminación perfectamente diseñada; un público que jamás creó distancias sino que integró un solo cuerpo, y un mosaico sónico integrado por éxitos y nuevas canciones: “The Shrew”, “Elephant Gun”, “Cherbourg”, la climática “A Sunday Smile”, un cover de locura “La Javanaise” de Serge Gainsbourg, “After the Curtain”, “My Night With The Prostitute of Marseille” y “Gulag Orkestar”.
Un mar de sonrisas, un mar de emociones en el que los asistentes fueron testigos de la revelación de una banda encaminada a construir su propio nicho en la historia de la música, ya no sólo de un género o una tendencia, sino su propio nicho en una época en la que, pese a parecer todo lo contrario, es posible persistir en la autenticidad, la sencillez y la claridad, es decir que puede tocar, puede componer y puede vivir con una sonrisa frente al mundo.