Sereno y por momentos sonriente, Ignacio Padilla, ganador del Premio Juan Rulfo por el cuento «Los anacrónicos», que será parte de la siguiente entrega de una tetralogía de la cual El androide y las quimeras (Páginas de Espuma, 2008), su más reciente libro, es la segunda, reflexiona:
«A la Literatura en México lo que le hace falta son lectores. Nunca hemos tenido tantos y tan buenos escritores, o hace muchísimo que México no los tenía, escritores de tanta valía, con tanto qué decir y con tantas herramientas para hacerlo.»
«Es un milagro que haya tantos en un país en el que no se lee. Sin embargo, están siendo leídos y valorados en otras latitudes.»
«Y para como está la educación pública en este momento no hay esperanza de que cambie la política de la enseñanza de la lectura.»
Los únicos que pueden hacer algo para cambiar esto son los padres de familia, quienes, a decir de Padilla, tendrían que convencerse de que por puro interés y amor a sus hijos y pensando en el futuro de ellos les conviene procurar que lean.
Hablando de su escritura, en lo personal, Padilla se siente fundamentalmente cuentista: «Yo creo que el género lo elige a uno, así como el tema. Sobre todo en casos como el mío, que soy un escritor poco racional en mi escritura», aunque sí, perfeccionista, y eso, «una forma mayormente cuidada, me parece que calza mejor en el cuento».
El androide y las quimeras es un libro cuyo tema u obsesión central son las mujeres en las variantes de muñecas, androides y robots.
Aunque parece que sus cuentos son muy pensados o que parten de investigaciones, la mayoría de los mismos surgen de su imaginación.
«Varios de los personajes o historias de El androide y las quimeras surgen de libros o novelas que ha leído previamente. Libros sumamente extraños, estrambóticos, por los que me he sentido últimamente muy atraido: La historia del lápiz, La historia de las muñecas, La historia de la felicidad, etc. Compilaciones más parecidas a las misceláneas del siglo XVI que a las investigaciones del siglo XX. Historias estrambóticas que me llevaron a escribir textos que parecerían fantásticos pero los cuentos que integran este libro son los menos fantásticos que he escrito.»
Son cuentos que parten por ejemplo del curioso caso de una niña experta en rescatar fósiles del Cretásico, o de la obsesión que tenía Tomás Alva Edison por construir una muñeca parlante.
«He escrito estos cuentos para responder a mi forma de ver a las mujeres. En ellos he descubierto mi preocupación por la relación hombre-mujer con la mutua muñequización o el tratamiento del otro como objeto. No trato cuestiones de género ni denuncia social. Sino en el fondo una reflexión sobre lo humano. Y eso es lo que toda la literatura debe hacer.»
“Los anacrónicos”, Premio Juan Rulfo
« ‘Los anacrónicos’ trata sobre unos veteranos, probablemente latinoamericanos, de una guerra que se perdió. Ellos contratan cada año a una sociedad anacrónica que funge de enemiga para conmemorar y reproducir la batalla. El cuento lo narra un niño que no entiende estas parafernalias que tienen mucho de simulaciones del propio pasado. Y con esa conmemoración así como se reinventa la historia también se guardan secretos.»
«Yo mismo me he sorprendido de cuan vinculado podría estar con la inminente y peligrosa proximidad del Centenario de la Independencia y el Bicentenario de la Revolución con todo ese riesgo que hay de que sigamos reinventándonos una historia de mártires o de vencedores en batallas de guerras que se perdieron. El cuento es muy cervantino en el sentido en que es anacrónico y ambiguo. Y esa idea calza perfecto con los mexicanos que estamos llenos de quijotadas.»