Tiersen es mucho más que "Amelie"
Finalmente, después de generar gran expectación entre la audiencia mexicana, el musicalmente excéntrico, aparentemente introvertido pero poseso y extrovertido por la gran gama de instrumentos con que interpreta, Yann Tiersen volvió a nuestro país con más furia y rock que la esperada.
El día de ayer (sábado 24 de abril), ofreció un concierto memorable en la misma sala que lo recibiera hace tres años, el Teatro de la Ciudad, y no defraudó a nadie si lo que buscaban presenciar era un artista virtuoso, atrevido y nada contenido, desafiante pero respetuoso de su público, cálido y amable, lúcido y esquizofrénico al mismo tiempo, es decir, Yann al natural, el joven músico en cuya cabeza ya despuntan algunas canas.
A sus casi 40 años, el músico francés brindó un amplio repertorio y sorprendió a los asistentes, sobre todo a aquellos que sólo conocían de Tiersen las dulces melodías que creó para la cinta "Amelie", pues interpretó algunos detalles de dichas piezas a través de un crisol llamado estridencia (es decir lo frenético y a la vez exquisito y embriagante del rock).
Por ello, entre el público vimos a personas de todas las edades, abuelas en primera fila, madres en los balcones y jóvenes entre desquiciados (también por el rock) y tranquilos (que esperaban otra cosa).
Pero los que iban a ver a Tiersen más allá de Amelie se encontraron una grata sorpresa, pues en el escenario se interpretaron composiciones interpretadas de forma perfecta, buena música, ambientes generados por sintetizadores muy en sincronía con la estética contemporánea que coquetea con lo electrónico desde su esencia, desde su base, guitarras eléctricas con distorsión y efectos pero también limpias y precisas acompañando con acordes sencillos, un bajo que iba de lo trémulo a lo alocado, una batería sincopada, en silencio, en pulsión espasmódica o en frenesí absoluto, y un líder, Tiersen, que no paraba, delgado y pequeño pero con esa potencia y alteridad propia de los rockeros.
El virtuosismo de Tiersen se comprueba con su dominio de muy variados instrumentos: utilizó más una guitarra eléctrica pero el concierto lo comenzó con una mandolina, también sorprendió su ejecución con un violín cuyo sonido amplificado lo dotó de un sonido eléctrico, más el sintetizador, las armónicas, los teclados, todos interpretados de una forma espléndida. Sin duda conquistó por completo a la audiencia cuando interpretó un solo de violín llevando al límite el uso tradicional que se la ha dado a este instrumento descargando del mismo un brillo y un magnificencia sorprendentes, Tiersen concluyó esa pieza exhausto y así recibió la entrega de su público.
Después de dos encores, Tiersen junto con su banda conformada por músicos veinteañeros (bajo, batería, guitarray teclados) volvió al escenario para desquiciar al foro y apelar a la incontinencia viril y juvenil que aún yace en su interior.
El concierto concluyó con ruido que sonaba bien, con la ejecución al límite de sus cuerpos, con los dedos rojos después de tocar veloz y fuerte cada uno de los instrumentos, incluso con cuerdas rotas. Cansados concluyeron su última pieza y por esto mismo, el público se les entregó nuevamente.
Un genial concierto, sorprendente, Yann Tiersen es rock para quienes no lo saben pero si no lo saben da lo mismo, porque el rock al final de cuentas es una forma de expresión, en este caso la que se ha elegido para dar mayor contundencia a un hecho evidente: usted escuchara a un genio y eso no se lo puede (o podía) perder.
Además de su concierto de ayer, se presentará este domingo y mañana lunes también en el Teatro de la Ciudad.
El día de ayer (sábado 24 de abril), ofreció un concierto memorable en la misma sala que lo recibiera hace tres años, el Teatro de la Ciudad, y no defraudó a nadie si lo que buscaban presenciar era un artista virtuoso, atrevido y nada contenido, desafiante pero respetuoso de su público, cálido y amable, lúcido y esquizofrénico al mismo tiempo, es decir, Yann al natural, el joven músico en cuya cabeza ya despuntan algunas canas.
A sus casi 40 años, el músico francés brindó un amplio repertorio y sorprendió a los asistentes, sobre todo a aquellos que sólo conocían de Tiersen las dulces melodías que creó para la cinta "Amelie", pues interpretó algunos detalles de dichas piezas a través de un crisol llamado estridencia (es decir lo frenético y a la vez exquisito y embriagante del rock).
Por ello, entre el público vimos a personas de todas las edades, abuelas en primera fila, madres en los balcones y jóvenes entre desquiciados (también por el rock) y tranquilos (que esperaban otra cosa).
Pero los que iban a ver a Tiersen más allá de Amelie se encontraron una grata sorpresa, pues en el escenario se interpretaron composiciones interpretadas de forma perfecta, buena música, ambientes generados por sintetizadores muy en sincronía con la estética contemporánea que coquetea con lo electrónico desde su esencia, desde su base, guitarras eléctricas con distorsión y efectos pero también limpias y precisas acompañando con acordes sencillos, un bajo que iba de lo trémulo a lo alocado, una batería sincopada, en silencio, en pulsión espasmódica o en frenesí absoluto, y un líder, Tiersen, que no paraba, delgado y pequeño pero con esa potencia y alteridad propia de los rockeros.
El virtuosismo de Tiersen se comprueba con su dominio de muy variados instrumentos: utilizó más una guitarra eléctrica pero el concierto lo comenzó con una mandolina, también sorprendió su ejecución con un violín cuyo sonido amplificado lo dotó de un sonido eléctrico, más el sintetizador, las armónicas, los teclados, todos interpretados de una forma espléndida. Sin duda conquistó por completo a la audiencia cuando interpretó un solo de violín llevando al límite el uso tradicional que se la ha dado a este instrumento descargando del mismo un brillo y un magnificencia sorprendentes, Tiersen concluyó esa pieza exhausto y así recibió la entrega de su público.
Después de dos encores, Tiersen junto con su banda conformada por músicos veinteañeros (bajo, batería, guitarray teclados) volvió al escenario para desquiciar al foro y apelar a la incontinencia viril y juvenil que aún yace en su interior.
El concierto concluyó con ruido que sonaba bien, con la ejecución al límite de sus cuerpos, con los dedos rojos después de tocar veloz y fuerte cada uno de los instrumentos, incluso con cuerdas rotas. Cansados concluyeron su última pieza y por esto mismo, el público se les entregó nuevamente.
Un genial concierto, sorprendente, Yann Tiersen es rock para quienes no lo saben pero si no lo saben da lo mismo, porque el rock al final de cuentas es una forma de expresión, en este caso la que se ha elegido para dar mayor contundencia a un hecho evidente: usted escuchara a un genio y eso no se lo puede (o podía) perder.
Además de su concierto de ayer, se presentará este domingo y mañana lunes también en el Teatro de la Ciudad.
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