“Lo que nos une, más que la música, es ser vagos. Somos capaces de irnos a donde sea. Desde Finlandia hasta Ciudad Juárez”, dice Marina de Ita.
Mientras tanto, Eric sirve café en tacitas de plástico, Enrique ofrece el cartón de leche y Andrew recuerda con una sonrisa en el rostro: “Sí, además en las tocadas conocemos un chingo de gente. Una vez que tocamos en Los Ángeles, llegó Matt Groening, el de Los Simpson’s, a comprarnos unos discos”.
“Y se sabía todo de la banda. ‘Próximamente van a tocar en tal lado y vienen de Nevada. ¡Denme dos discos para presumir con mis amigos!’ es lo que nos decía”, comenta sorprendido Eric, el vocalista de Polka Madre.
“Ojalá luego salga Lisa tocando ahí con el Enrique”, agrega con una sonrisa en el rostro, la tecladista del grupo, Marina de Ita.
Conversando en la casa de Kramer, famosa por sus fiestas, con jardín y alberca y una estancia en la que los enseres domésticos conviven con amplificadores e instrumentos musicales y donde los límites entre el estudio de ensayo, el comedor y la cocina se pierden, los músicos de Polka Madre van recordando, con interludios de sonrisas, anécdotas que han coleccionado en el camino después de haberse lanzado al mismo como buenos ciudadanos del mundo, como gitanos pero muy mexicanos.
Cuenta Enrique, el clarinetista de la banda, que hace casi cinco años “Eric llegó a México para aprender español después de terminar sus estudios de Letras inglesas en Londres, y Marina le iba a dar clases (‘de posiciones de yoga’, dice Andrew)”. Y entre algunas sonrisas, Marina continúa contando: “pero desde el primer día comenzamos a platicar de música.”
Unos meses después, tomando un café en Coyoacán, vieron que Enrique tocaba el clarinete en la calle y lo invitaron a tocar con ellos.
“Y a una de las fiestas llegó Enrique para ayudarnos a vender chelas y quedó muy borracho. Así lo conocimos”, dice Eric, quien después, en un viaje a Pórtland, conocería a Andrew, el bajista, y lo invitaría a venir a México. Hace un par de años “robarían” el bataco de otra banda para conformar la alineación actual.
Y Marina dice: “Nosotros ya estamos haciendo algo más propio, ya no sólo en la escena del gipsy-punk de Nueva York, que se quedaron más en lo tradicional”.
“Hay un chingo de bandas que tocan música gitana, judía, klesmer, chingo de metales pero la mayoría de esas bandas tocan igual. Nosotros somos cinco y hacemos un sonido más básico pero en las partes eléctricas le metemos más punch”, dice Andrew.
“Sin embargo, Dan nos dijo que aún no se le ocurría un nombre para el tipo de música que tocamos”, comenta Eric, mientras Andrew dice: “casi la mitad del disco lo escribimos estando en gira. Ensayamos las rolas en Nueva York y ya en el estudio queríamos grabarlas pero este güey dijo: ‘¡No! Van a hacerlo así’. Y hubo partes que cambiamos completamente.”
Marina, un poco nostálgica confiesa: “Aparte de que somos vagos, somos malos para todo por eso lo único que nos queda es ser músicos.”
“¡Hey!”, interrumpe Eric. “Yo soy buen cocinero”, lo secunda Andrew.
Y en eso Carlos Busnell, encargado de seguridad de la banda, y que a decir de Marina con su tercer ojo “vio” que iban a tener fama desde su primera tocada, aparece para recordar que además de Andrew, el hermano de Ray es chef profesional.
“Y Manu empezó a bailar y eran súper cagados, bien sencillos, bien reventados, bien pedotes. Enrique sí platicó como una hora con el Manú”, dice Marina.
Marina de Ita
“Cuando andamos de gira nos hemos ido de aventón; hemos dormido en el piso de casas en las que nos dejen; no pagamos nunca un hotel; hemos llegado a vender nuestros ampli’s para ponerle gasolina a la camioneta; a veces robamos la comida de los súper’s en las carreteras”, confiesa la tecladista.
Pero Andrew reconoce que “a veces tener una cama está chido. Ya estamos rucos (risas).”
Y Enrique afirma que “lo mejor es que en el viaje vamos haciendo amigos que de verdad les gusta la música y la banda”.
“En uno de esos encuentros, conocimos dos finlandeses en Nueva York, y ellos son amigos del manager de Tuomari Nurmio, músico y escritor finlandés, y le llevaron nuestro disco y él dijo: ‘quiero tocar con este grupo’. Y para mí, eso es tocar con el héroe de toda tu vida, y más si él dice que quiere tocar con nosotros es como ¡Wow! Entonces está en planes hacer una gira por Finlandia, Rusia y Estonia”, concluye Eric.
Eric Bergman
También en 2009, en marzo, se presentarán en el Festival del Centro Histórico y en el festival South by Southwest (SXSW); en abril, en Puebla, en el Festival Barroquísimo, y probablemente en el Vive Latino.
La banda
Se formó el 1 de abril de 2004.
Integrantes: Eric Bergman, voz y guitarra; Marina de Ita, acordeón, piano y teclados; Enrique Pérez, clarinete; Andrew Cameron, bajo, y Raymundo Vera, batería.
Su primer disco se llama Casa dónde. Su segundo disco saldrá a la venta a inicios del 2009.
Lo que les gusta: bolero, tango, Son jarocho, los Tigres del Norte, Agustín Lara, Balkan Beat Box, Fire Water, World Inferno Friendship Society, Tuomari Nurmio, Bjork, Bob Dylan, Beirut, DeVotchKa, Leonard Cohen, M.I.A, la cerveza y vagar.
Lo que no les gusta: las poses, asumir un discurso panfletero, la mayor parte de la escena indie en México.
Pekka y Teija Isorattya son dos artistas finlandeses que colaboran con ellos en el trabajo artístico en su disco y presentaciones. Ellos exponen hasta el 31 de diciembre, Música de huesos, en el Museo Anahuacalli.
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