Juan Manuel Bernal y Karina Gidi encabezan Rock & Roll, de Tom Stoppard
Utopía y desencanto. Esplendor y ocaso. Engaño y desvelamiento. Esa es la historia del siglo XX, una época de entusiasmo que terminó en el limbo. Revueltas sociales, movimientos libertarios surgieron para fenecer en estos cien años. Proclamas y promesas políticas se acumularon en el registro de las buenas intenciones. Todo surge impoluto pero una vez deslavado se desecha, se muestra el reverso de su insustancialidad. No obstante el rock, el rock, es otra cosa. Por eso cuando el rock muera la última utopía habrá llegado a su fin.
El 15 de abril se estrenó en el Teatro Juan Ruíz de Alarcón del Centro Cultural Universitario (Ciudad Universitaria), una puesta en escena que hace un repaso del siglo XX, a partir de la historia de una familia inglesa, con un pie en el socialismo y otro en el capitalismo, las dos fuerzas políticas, económicas, ideológicas que se repartieron el mundo desde el fin de la segunda guerra mundial. En medio de esas visiones de mundo, el rock emergió como una respuesta vital y auténtica cuando las ideologías mostraron sus frágiles costuras.
Rock & Roll, del dramaturgo inglés Tom Stoppard (1937, Checoslovaquia), dirigida por Alonso Ruizpalacios es una puesta en escena que extrae como materia el desencanto que dejaron las utopías sociales, revolucionarias y artísticas del siglo XX corto, como lo llamó el reputado historiador Eric Hobsbawm.
El montaje de Ruizpalacios es una arriesgada y valiente propuesta, en la cual destaca: el uso alegórico y rítmico, casi bailable, que se hace del espacio; la cercanía que logra establecer con la audiencia gracias a la disposición de las butacas; la precisión con que se sincronizan los personajes en los distintos actos y escenas; el vestuario adecuado y referencial; la verosimilitud que los actores dan a las difíciles transiciones que el texto exige a los personajes a lo largo de la obra; y por tocar rolas de Dylan, Watters, Barret y The Beatles, en vivo.
Karina Gidi (Eleanor y Esme adulta) es estupenda en todos los momentos que actúa, encarnando a dos generaciones, madre e hija, que son antitéticas pero igualmente emotivas; Juan Manuel Bernal es atinado y redondo. José Caballero es fuerte y verosímil. El resto del elenco es sensacional, empezando por Sophie Alexander-Katz que logra ser un contrapunto clave en la historia encarnando a la amante y luego compañera del profesor Max. Pero también se encuentran a la altura los actores Esmirna Barrios, Gastón Yanes, Rodolfo Blanco, Bernardo Velasco, Paula Watson y Raúl Briones.
La vitalidad y los ecos de 1968
La obra inicia en el mítico año de 1968, en Cambridge, Inglaterra. Año de rebeliones que no revueltas, como precisara Octavio Paz, puntilloso analista de aquella época. Año también de exploraciones, de emancipación, de gritos, de sexo, drogas y rock & roll.
Jan, un prometedor estudiante checo que reside en el Reino Unido es becado por su país para que se forme en el comunismo bajo la tutela de Max, quizá el último mohicano del marxismo-leninismo que, no obstante, imparte cátedra en el primer mundo. La esposa de Max, Eleanor tiene cáncer de mamas y ansía que su esposo, materialista radical, vea más allá de su cuerpo amputado ya: le hace falta un seno.
Jan quiere regresar a Checoslovaquia para defender el socialismo aunque deja en Cambridge a la chica de sus sueños: Esme, hija de Max y Eleanor, una muchacha hippie a quien no le importa la política y cuyo amor platónico es el rockero Syd Barret, a quien vio un día en la barda de su hogar, aunque gracias a su estado de conciencia alterado no sabe a ciencia cierta si es cierto.
Jan y Esme se despiden. El se va. Pero eso sí: armado con su buena dotación de acetatos y con la promesa del retorno. Pasarán 20 años para que Jan y Esme se vuelvan a encontrar.
El fin de una época
Otro personaje fundamental es Max, el dinosaurio que pertenece a otra época histórica, explosivo aunque de un ingenio seductor. Max es el referente de época que marca el fin de un mundo, su ocaso: Max nació en 1917, junto con el sueño de la revolución bolchevique, y hacia 1989 comienza a perder, de a poco, la memoria, es un hombre viejo y desencantado.
Max es un personaje impermeable a la euforia del rock y a los juveniles sueños de cambio. Con el paso del tiempo se convierte en un ser reaccionario aunque finalmente renuncia al partido comunista. Un hombre derrotado que no es consciente de su derrota, apegado a la materialidad de la carne, poco después de la muerte de su esposa conquista a una joven mujer preocupada por los valores espirituales. El amor siempre vence a la política
Max es un personaje impermeable a la euforia del rock y a los juveniles sueños de cambio. Con el paso del tiempo se convierte en un ser reaccionario aunque finalmente renuncia al partido comunista. Un hombre derrotado que no es consciente de su derrota, apegado a la materialidad de la carne, poco después de la muerte de su esposa conquista a una joven mujer preocupada por los valores espirituales. El amor siempre vence a la política
Esta idea es la que cierra el círculo que se abre con Jan y Esme en la primera escena: ellos presenciarán con el paso de los años a los Rollings Stones en un concierto en vivo en la nueva República Checa de los años 90. El símbolo es perfecto: un mundo se terminó pero no todos los sueños llegaron a su fin. El último gran sueño de aquella época de terciopelo es el rock, y el rock también es amor: el valor auténtico por excelencia.
Funciones:
Teatro Juan Ruiz de Alarcón (CCU)
Del 16 de abril al 3 de julio de 2011
Jueves y Viernes 19:30 hrs
Sábado 19 hrs
Domingo 18 hrs
Funciones:
Teatro Juan Ruiz de Alarcón (CCU)
Del 16 de abril al 3 de julio de 2011
Jueves y Viernes 19:30 hrs
Sábado 19 hrs
Domingo 18 hrs
3 comentarios
Muchas gracias, está increíble tu crítica..sólo que mi nombre es Esmirna Barrios.
29 de abril de 2011, 10:32Saludos!
Hola Esmirna, ya corregí la falla. Gracias. Podrías añadirme en tu cuenta de Facebook, soy reportero cultural, me vendría bien tender donde contactarnos. Un abrazo
30 de abril de 2011, 6:07Listo Alejandro, agregadísimo.(Avísame si sí, no vaya a ser...)
30 de abril de 2011, 14:21¡Felicidades por tu blog!
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