Roberto Bolaño publicó su libro de cuentos Llamadas telefónicas en 1997, cuando Miguel Serrano Larraz, oriundo de Zaragoza, era un jovencito que soñaba con ser escritor. Serrano decidió enviarle una carta y meses después lo conoció en persona y a partir de ahí sostuvieron una relación de amistad por correspondencia. Serrano quedaría prendado del escritor chileno y, hoy en día, se le considera un escritor muy parecido a aquel, a algunos críticos como Manuel Vilas los sorprende el parecido, cosa que Serrano acepta:
“Bolaño influye en mí en el ritmo, en la prosa, en los temas. Yo creo que nos ha marcado a una generación entera que nos ha hecho leer y escribir de otra manera. Me quedo un poco con la pasión esa romántica que él tenía por la literatura”, comenta desde su ciudad natal.
Serrano traslada esa relación a un cuento homónimo a la colección titulada Órbita que se publicó en España el año pasado y apunta: “Quise con ese cuento hacer un traslado de la relación que tuvimos nosotros y hacerla mucho más literaria; hacer un desplazamiento”, acepta.
“Pero además, ese cuento, ‘Órbita’, tiene mucho que ver con las relaciones personales. Y de alguna manera yo veía las relaciones personales como si cada individuo fuera un cuerpo celeste perdido en una galaxia y la relación que tenemos con los amigos, con la familia, siempre es como si fueran órbitas de cuerpos que dan vuelta alrededor de otros y que nunca llegan a tocarse. Siempre hay un vacío que no se puede salvar. Y es uno de los cuentos más potentes del libro” indica el joven autor de tan sólo 30 años.
Órbita fue publicado por la editorial Candaya por sugerencia de Juan Villoro quien alabó la escritura de Serrano. Efectivamente, Órbita es un libro de cuentos impresionantes, escritos con una pluma fina y ligera, dúctil y veloz, un libro además visceral y valiente, pero también divertido y sin remilgos.
En un fragmento del cuento, se lee: “Samuel tenía miedo, sobre todas las cosas, a morirse sin haber hecho algo que valiera la pena, sin haber ejecutado un acto (siquiera simbólico) que justificara su existencia.”
Y menciona Serrano: “La muerte para mí es el momento de pasar revista a lo anterior y ver sí valió la pena o no. La veo como un acto consciente. A mí me gustaría creer que hay conciencia en ese momento de pasar revista”.
“La literatura es un engaño del mismo modo en que todo lo demás es un engaño, todos lo que hacemos, todas las posturas que utilizamos en la vida real. Eso también tiene que ver con el momento de la muerte que es como el momento de despojarte de todo y ya no hay literatura, no hay máscaras ni hay disfraz ni engaño posible, no lo debería haber.”
“Escribir es inevitable y eso es bastante motivo para escribir.
Yo no escribo porque busco éxito.”
Serrano confiesa que aspira a ser honesto en su escritura: “La honestidad es lo que no debería perderse en la literatura. Yo creo que es un modelo de enfrentarse a la vida pero no sólo para un escritor sino para cualquiera, sin concesiones”.
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