"Nuestra narrativa es muy convencional"
Clausura con conferencia el Encuentro Telecápita
"No hemos reflexionado seriamente sobre el tipo de escritura que realizamos"
¿Cuáles son los límites de la escritura? ¿Cómo es posible identificar lo literario dentro del amplio espectro de posibilidades editoriales que se ofrecen en los estantes de novedades? ¿Es acaso necesaria una ética escritural creativa que conteste a los grandes imperativos comerciales que figuran escritores mediáticos pero muy pocos productos literarios verdaderamente vitales? Ante estas y otras preguntas, el escritor y periodista mexicano Sergio González Rodríguez, propuso en la Clausura del Encuentro Telecápita, la teoría del oneirograma, un método de trans-escritura que se coloca fuera de lo convencional.
"Es un modo de romper con los elementos tradicionales de la narrativa que suelen obstruir mucho la creatividad, la causalidad, la explicación, la coherencia del relato convencional, la unidad tiempo y espacio. Creo que las narrativas contemporáneas de muchas partes del mundo, sobre todo por la influencia del cine, están rompiendo todo esto, ya desde hace muchas décadas, pero en la tradición literaria mexicana es algo que aún no se ha hecho: seguimos teniendo una narrativa muy convencional", comenta el escritor.
"Tenemos unas tradiciones muy formadas en la preponderancia de cierto canon que triunfó y esto ha impedido que prosperen otras formas. Somos una sociedad muy sólidamente fundada en cuanto a sus principios culturales. Esto viene del nacionalismo posrevolucionario, y no se ha establecido una crítica a fondo de todas estas influencias que siguen siendo muy importantes", y que, a juicio de Sergio, coartan la libertad y el genio.
González Rodríguez comenta que por tal motivo le parece increíble que un libro como Batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco siga siendo un libro de lectura obligada en las escuelas, cuando ya pasaron 25 años de que se escribió, y ha transitado ya una generación que podría estar siendo borrada.
"Es preciso empezar ya a buscar los nuevos productos, la nueva generación literaria tiene que estar siendo leída de otro modo por los pedagogos, por los profesores, por la Academia", añade Sergio.
Trans-escritura: de vuelta a la oralidad
"Tengo la impresión de que no hemos reflexionado suficiente sobre el tipo de escritura que realizamos. Durante el transcurso del tiempo la escritura giró en torno del respaldo o soporte analógico (papel, pluma tinta, papiro, pergamino, etc) hacia cumplir un ciclo que culminó con la escritura dactilográfica, en máquina de escribir, todavía escritura analógica. Justamente, a partir de la revolución tecnológica de los últimos años, la escritura se ha configurado como una post-escritura porque ya el soporte no es analógico sino digital y esto cambia completamente el concepto de escritura.
"Generalmente ocurre mediada por un teclado en esta primera fase que nos tocó vivir y posteriormente se incorporarán nuevas técnicas como la oralidad para escribir y ya se dejará poco a poco atrás el teclado en sí como lo hemos usado. De allí que mi primer punto es reflexionar sobre este cambio que implica no solo un cambio instrumental sino que ahora la propia instrumentalidad trastorna todo el proceso de pensamiento y lenguaje para llegar a una escritura, de modo que hoy vivimos una etapa de postescritura.
"Aplicado ya estrictamente este proceso de postescritura a una teoría que trata de explicar el sueño y la grafía del sueño, que es lo que me propongo, tenemos que entrar en otra consideración sobre la cual también ha habido otro cambio: Tradicionalmente la literatura ha tenido una participación muy directa con los sueños. Como sabemos, el origen de los mitos, de los relatos históricos, se originan en estricta relación de los hombres con los dioses a través del sueño, a través de la videncia, a través de la narcosis cuando se ingieren sustancias enervantes para tener visiones, pero con el tiempo esto ha derivado hacia una situación más compleja. El factor mimético que ha permitido el desarrollo de la propia literatura ha cambiado radicalmente porque ahora ya no es la realidad la que nos inspira, tampoco los sueños, sino el conjunto de ficciones que se interconectan entre sí mediante justamente la posibilidad cultural que se da en los tiempos ultracontemporáneos".
Esto que parece muy complicado, Sergio González lo explica de la siguiente manera: "es fácil si prestamos atención a las aplicaciones recientes del cine relacionadas con los sueños. Tenemos muchas películas que durante los últimos años han reflexionado sobre el fenómeno de los sueños (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, El origen, por mencionar algunas). A mí me interesa cómo se ha desplazado el eje mismo de la relación del hombre con los sueños, la mimesis se hace compleja y esto hace que los relatos también", dice el escritor.
Teoría del oneirograma: una intervención de los sueños
"Mi propuesta en la teoría del oneirograma es tratar de comprender cómo se dan estos fenómenos donde uno lo que guarda después de un sueño es la memoria del sueño. Muchos escritores han transcrito estos sueños como relato casi al pie de la letra, es el caso de George Perc, Walter Benjamin, y desde luego muchos otros. La modernidad tiene una gran historia sobre, ya no la interpretación de los sueños que es una teoría psicológica, sino sobre la narrativa de los sueños. En mi caso, lo que trato de proponer es que esa narrativa no es una representación literal o tal como quedó en la memoria al despertar, sino que uno interviene los sueños, así como hay intervención artística o estética en un edificio o una arquitectura, tal como se propone una arquitectura interior o elaborar un nuevo producto a partir de algo ya existente. Yo lo que propongo es que los sueños personales deben ser sujetos en una intervención artística-estética a una re elaboración narrativa.
"El sueño sigue teniendo esa configuración donde se explica la realidad a través del relato mismo, también se elaboran prospecciones hacia el futuro o se llega a conclusiones muy interesantes de un deber ser de la realidad a partir del sueño, ese factor seguirá vigente. Lo que ahora queda mucho más claro es la premeditación de intervenir un sueño como una forma de darles un tratamiento adicional al que habían tenido tradicionalmente, uno se configura como un interventor de sueños, en esta medida estamos transformando la relación que había anteriormente, en la que el escritor se enfrenta al sueño y el sueño es la materia que va a dominar su escritura, en este caso el énfasis recae en la intervención. Ya no es el sueño lo que pesa sino la responsabilidad que yo tengo frente al sueño para transformarlo en algo nuevo, desde luego puede tener un principio utópico, un principio de planeación de cosas distintas frente a la realidad. Pero lo más interesante es que ya no hay una sumisión frente al propio sueño, lo podemos ver como una elaboración estética sumamente más compleja de lo que antes teníamos.
"Por otro lado cuando surgen expresiones alrededor de la imagen como la fotografía, el cine, el video contemporáneo, nosotros tenemos respaldo sobre fantasías oníricas que son proyectadas a la narrativa fílmica. Esto nos va dando una interrelación muy puntual con nuestra trabajo con la escritura, recordemos la noción aquella del cine como la fábrica de los sueños. Actualmente estaríamos frente a algo semejante pero ya nuestro papel es configurar todos estos elementos complejos en una narrativa que nos incluya a nosotros mismos como personas y también a nuestro mundo. Por ejemplo, no podemos pensar en una dualidad con la idea del futuro sin remitirnos a películas como Blade Runner, por dar un ejemplo canónico. Digamos que la idea de futuro proyectada en esa fantasía fílmica nos está transformando nuestra propia realidad, de ahí que el trabajo de intervención con los sueños es sumamente múltiple, interdisciplinario, complejo, ubica diversos niveles de conocimiento y literario también.
"De este modo, a manera de conclusión, la trans-escritura serían los tipos de escritura que están más allá de lo moderno y lo posmoderno. Es una situación donde uno ya considera con cierto conocimiento del pasado histórico, del presente, esas posiciones hacia una situación que es más prospectiva, no se si exactamente futurística porque el futuro siempre guarda una relación con la realidad. Más bien es una escritura de tipo prospectivo, conjetural, con ciertas tendencias aproximativas, nada es definitivo, todo es elusivo, todo es conectable. Yo creo que estamos ante posibilidades de trans-escritura muy tangibles. Los sueños te dan muchas cuestiones que no te da de ninguna manera la realidad. Y esas dudas que hay en el sueño, esos quiebres, esos puntos de fractura, esos sinsentidos son justamente una propuesta literaria que hay que reivindicar manejándola conscientemente", apunta el escritor.
"La influencia onírica es un pretexto para elaborar una narrativa. No hay otra consideración. De modo que no pensemos que cuando sueñe uno algo, por la simple traslación de lo que sueña al papel ya es un producto literario en sí, sino al contrario, esa es la materia prima para elaborar una novela, por ejemplo. Los sueños te dan muchas cuestiones que no te da de ninguna manera la realidad. Y esas dudas que hay en el sueño, esos quiebres, esos puntos de fractura, esos sinsentidos son justamente una propuesta literaria que hay que reivindicar manejándola conscientemente. La narrativa de los sueños es muy prospectiva, no es muy literal, no es una representación realista. Es una reelaboración narrativa bastante más compleja porque cuando tú sueñas sueñas algo pero cuando lo reelaboras con una intención de desarrollarlo como materia literaria es un relato bastante interesante porque rompe las coordenadas convencionales de la escritura, y esto es lo que yo quiero estimular en los lectores, cómo los sueños pueden derivar a una escritura de sí mismos que no tienen nada que ver con los formatos convencionales de la escritura y de la narrativa literal", añade.
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