El teatro del 2011

jueves, 29 de diciembre de 2011

Mi humilde opinión sobre lo que vimos en escena este año que termina

En un presente caracterizado por la aceleración y las tecnologías aplicadas a las artes, parecería que el teatro es uno de los pocos ejercicios artísticos que se mantiene a salvo de la contingencia y la compulsividad y parece ser (aunque ciertamente no lo es) el único espacio en donde la lentitud, la pausa, la naturalidad vencen a la velocidad, el uso excesivo del close-up o el artificio y los efectos especiales. La ciudad de México, siendo una megalópolis del todavía nuevo siglo, ofrece una cantidad impresionante de montajes teatrales, de muy diversos estilos y estéticas, con las más equidistantes propuestas y posturas, ya sea para afianzar el imperio de la entretención o por defender algún tipo de ética o política. Nos encanta el cine pero ignoramos que en México se hace teatro de primera. Ciertamente hay que encontrarlo (o buscarlo) y luego distinguirlo. Como un reconocimiento a lo más sobresaliente del último año presentamos las alternativas que nos han parecido las más integrales, rompedoras y necesarias del 2011.

LOS MEJORES MONTAJES por Título / Autor / Director

1. El dragón dorado/ Roland Schimmelpfenning / Daniel Giménez Cacho

Todo parecía muy cercano: la cocina de un restaurante de comida china en una ciudad alemana se convierte en manifestación palpable de la poética de la convergencia: vivimos realidades empalmadas, experimentamos los sueños y los relatos de otros, mientras unos mueren y otros esperan. Schimmelpefenning es de esos autores imprescindibles que saben usar el lenguaje para sugerir imágenes icónicas de una época con un genio total y sin pretensiones excesivas. Giménez Cacho tradujo con tino y elegancia las preocupaciones del autor: nos robó un instante que se transforma en un infinito delirante muy parecido a la contemplación del espejo. La pieza dramática más importante del año por la perfección a la hora de integrar, texto, actores, movimientos. Un montaje pertinente con nuestra contemporaneidad.

2. Bosques /Wajdi Mouawad / Hugo Arrevillaga

La historia de siete generaciones de mujeres que abarcan desde el periodo de entreguerras hasta la actualidad con saltos entre un continente y otro. La familia Keller arraiga el estatuto de leyenda en una historia que refulge por su horadación en el dolor. La obra es la tercera parte de la tetralogía de nombre sublime y desgarrador, La sangre de las promesas, de Wajdi Mouawad, y el montaje en manos de Arrevillaga, todo un conocedor de la dramaturgia de Mouawad, sencillamente fue sublime, rompió con todos los esquemas conocidos. Nos quebró en cada imagen. Los actores son uno con nosotros: son cálidos y respiran: un éxito que continuará completo (La sangre de las promesas) el año que viene.

3. Desierto bajo escenografía lunar / Alberto Villarreal

Obra de autor sustentada en el lenguaje (diálogo o monólogo), la poesía (proverbial o aforística) y la danza. Pieza independiente que atrajo una atención minoritaria y que contó con pocas funciones. Para quien no lo ha conocido, Alberto Villarreal es uno de los dramaturgos mexicanos más auténticos y capaces de componer una poética personal que religa al ser con la esencia, es decir, al fragmento fenoménico de la escena con el espectador. Su propuesta en esta obra teatral es tan intensa y tan digna que obliga al espectador a repensarse y a repensar lo artístico en el teatro. La ironía, el humor y la interferencia se agolpan (a veces se amontonan) en una obra teatral muy sonora cuya historia propone la búsqueda de la inspiración perdida: un poema: una epifanía: una quimera. Todo se agota en sí mismo. Los jóvenes actores son la inspiración más grande.

4. La Pequeña habitación al final de la escalera / Carole Fréchette / Mauricio García Lozano

Una pregunta sintetiza el sentido complejo de esta obra: ¿cómo son las lágrimas de verdad? Escuchamos esa pregunta por segunda vez y ya es tiempo de aplaudir, entonces, ese pequeño vacío de oscuridad que antecede al aplauso es un refilón que sacude la entraña y que nos hizo estallar hacia adentro o hacia afuera, eso dependía del carácter. Pero nos remonta al principio, no de la obra, sino de nuestras más venéreas emociones, de nuestras más dolorosas pérdidas. Esa pequeña habitación es a un mismo tiempo la curiosidad, el misterio y la culpa. Nuestros deseos y nuestra muerte. Imposible no salir transformado de alguna de esas funciones. Mauricio García Lozano comprobó, nuevamente, su elegancia para trazar, dirigir y exigir hasta lo más sucio y oscuro. La mancuerna con Ballina es una de las más felices coincidencias en la escena del nuevo siglo.

5. Ternura Suite / Edgar Chías / Richard Viqueira

Hay que tener agallas para escribir esta obra, para querer dirigirla, para conseguir montarla, para decidir actuar en ella y, también, para verla. Ninguna pieza ha sido más exigente que Ternura suite en el pasado reciente. El riesgo era grande: el vilipendio, la crítica vehemente, el ninguneo, el rumor y el chisme. No se salvó. Pero el tiempo y la respiración le darán esa credibilidad que no suele acompañar al escándalo. Partes pudendas expuestas con nitidez, la cola de una rata que sale de la boca de un actor, un lenguaje explosivo, golpes sobre la carne, una perforación anal con taladro. No es para menos la fascinación. La palabra suite se asocia con: sexo, dulzura y ritmo. Ternura suite horadó nuestras emociones. Nos hizo preguntas. Nos incomodó. Nos interfirió.

6. Rock & Roll / Tom Stoppard / Alonso Ruizpalacios

La nostalgia por el pasado suele criticarse como un cliché, un pretexto para crear historias. Pocas veces el autor que hace un recuento de su vida con intenciones más generales tiene la mentalidad necesaria para ubicar en un fragmento los colores de una época y ofrecer un concepto. Rock & Roll es ese concepto en el texto de Stoppard, porque involucra rebelión, libertad, juventud, promesas, ímpetu, honestidad, delirio: valores de una época que desapareció pero que nuestro canto protege como amuleto: Jim Morrison, Lou Reed, los Rolling Stones. El montaje coqueteaba con el cine, el musical y el concierto de rock pero sin perder el teatro: la actuación, la invocación de otros espacios, otros tiempos y otros hombres.

7. Los asesinos / David Olguín

David Olguín sabe hablar y sabe escribir pero, principalmente, sabe pensar con conceptos tanto como sabe hacerlo con símbolos. La última parte de una trilogía cuyo propósito fue repensar nuestra historia, lleva un nombre sintético, demoledor y certero: Los asesinos. La violencia gratuita, el exterminio genealógico, la virulencia desafecta, se imbrican en un mosaico polvoriento, cenizo, ruin, devastado, que se atreve, con oportunidad, vigor y convicción, a criticar nuestro presente fantasmal como casi nadie más lo hace en los escenarios mexicanos. Por sus niveles de indignación y claridad esta puesta, en el año que termina, fue una de las más necesarias y de las más valientes.

8. Hitler en el corazón / Noé Morales

Presentada en el marco del FMX - Festival de México, Hitler en el corazón fue un proyecto muy interesante porque explora los problemas más apremiantes de la tele-composición humana. El imperio de la moda, la lógica de las corporaciones informativas, la intromisión de las pantallas hasta las zonas más íntimas de la existencia, la tele-ficción superrealista o una nueva religión cuyo codex sublima los íconos (las estrellas de cine, los rockstars, los ídolos de multitudes) como portadores de un nuevo credo, apóstoles de la tecnocracia, hasta su impacto en nuestra realidad concreta: qué pasa cuando la muerte se interpone. Fanáticos de los simuladores, esta obra trae a primer plano nuestros aires de grandeza, nuestra necesidad de atención, nuestra insoportable soledad.

9. La piedra de la paciencia / Atiq Rahimi / Daniel Giménez Cacho

El teatro como reconciliación. Una mujer musulmana que padece la injuria, la soledad y el peligro, en un contexto bélico terrible. Su esposo está en coma y ese silencio le abre a ella la posibilidad de ser, pues al recuperar las palabras recupera también las preguntas, la duda, la libertad. La adaptación de la novela homónima de Atiq Rahimi, hecha por Daniel Giménez Cacho, y que contó con el protagónico de la actriz Daniela Schmidt, representó para el público mexicano una de las experiencias más cercanas y, al mismo tiempo, extremas al tema de la otredad, al mundo de lo ajeno. El relato y la confesión se trenzaban en un tono sagrado que nos remitía a la fascinación primigenia del teatro: la catarsis.

10. Cock / Mike Bartlett / Antonio Serrano

Ser Diego Luna no ha de ser fácil, implica algunas exigencias: ser joven y dar opiniones de crítico avezado, ser guapo y sobresalir por la actuación, proponer en México un teatro que comunique con el espectador nacional poco interesado por el arte dramático. Cock, sin lugar a dudas, fue uno de los acontecimientos teatrales del año (de alcance masivo) no solo por el excelente montaje, sino también porque se trató de un experimento social. Diego Luna defendía que el público mexicano estaba a la altura para presentarle una obra polémica que explora la complejidad de las relaciones interpersonales en la ultramodernidad (¡claro!, no lo dijo así) La verdad es que el peso moral de la cultura machista carcomía las gargantas de los espectadores que se quedaban impávidos con los besotes de Yazpik y Luna. Se agradece el compromiso actoral del reparto y la sutileza de los creativos.

11. La inauguración, Václav Havel / David Psalmon

Václav Havel (político y dramaturgo checo fallecido hace unos días) fue honrado de manera oportuna por la Dirección de Teatro de la UNAM con la puesta en escena de su aclamada obra La inauguración, en la cual Havel registró las perversiones de una sociedad fascinada por los medios, unificada en sus modelos y atiborrada en sus conceptos: el pastiche como estilo y forma de ser, el sexo como único rescoldo espiritual, la televisión como motor afectivo y el consumo como signo de identidad. Psalmón convirtió al pequeño Foro Sor Juana en una galería del horror que hablaba mucho de nuestra delirante fascinación por los objetos y de nuestra adoración por la opulencia.

12. Casi, un pueblo / John Cariani / José Manuel López Velarde

José Manuel López Velarde, creador de los musicales Mentiras y Si nos dejan, tenía un reto mayor: dirigir a actores que comunicaran con el espectador no a través de canciones sino con los gestos. El resultado fue una de las comedias más interesantes, divertidas, bien dirigidas y espectacularmente actuadas de las que se montaron el año pasado, junto con La casa limpia, de Sarah Ruhl o Un dios salvaje, estrenada en 2010. Casi, un pueblo, más allá de la cursilería ofreció una armónica y profunda alegoría del amor: el territorio por excelencia de lo inminente, es decir, del arte, de la revelación. La peculiaridad del autor es poder ir hasta el fondo y hacerlo de un modo fácil y divertido. Un gran tino de la productora Ocesa.

Mención honorífica:

13. Escurrimiento y Anticoagulantes / David Gaitán

LAS DECEPCIONES

1. Rojo

LA SORPRESA

1. Lluvia implacable


CUADRO DE HONOR


DIRECTOR

1. Daniel Giménez Cacho (La piedra de la paciencia, El dragón dorado)

2. Hugo Arrevillaga (Incendios, Bosques, Litoral)

3. Alberto Villarreal (Desierto bajo escenografía lunar, Ensayo para débiles)

DRAMATURGIA ORIGINAL

1. Edgar Chías (Ternura Suite)

2. Martín López Brie (Pedazos de Apocalipsis)

ACTRIZ

1. Karina Gidi (Incendios, Rock & Roll y La pequeña habitación…)

ACTOR

1. Antonio Vega (El dragón dorado)

ESCENOGRAFÍA

1. Jorge Ballina (Cock, La pequeña habitación, Rojo)

2. Gabriel Pascal (La piedra de la paciencia, Los asesinos)

3. Atenea Chávez (Rock & Roll)

ILUMINACIÓN

1. Eduardo Vizuete (Ternura Suite)

2. Auda Caraza (Bosques)

3. Auda Caraza y Atenea Chávez (El dragón dorado)

MUSICA
1. Raúl Zambrano (La pequeña habitación al final de la escalera)

ACTRIZ DE REPARTO

1. Verónica Langer (La casa limpia, La pequeña habitación…)

ACTOR DE REPARTO

1. Farnesio Bernal (El jardín de los cerezos)

ACTRIZ JOVEN

1. Esmirna Barrios (Desierto bajo escenografía lunar, Rock & Roll)

ACTOR JOVEN

1. Jonathan Ramos (De cómo Dara y Jissa huyeron hasta el mar)
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