Año bisiesto, de Michael Rowe

viernes, 8 de octubre de 2010

Cruda y pesada

El pasado miércoles 6 de octubre, creo que fue, me colé a la premier, en la que había puros invitados del director, de la película Año bisiesto. Un fraude. Llegué tarde pero la sala en que se proyectó era insuficiente para la cantidad de personas que llegaron (ya dije que yo me colé), de tal forma que la mitad de los asistentes tuvo que esperar a que terminara la función (que inició alrededor de las 20:20 hrs) para poder entrar. Esa era la promesa. Bueno, ni el director entró a ver su película.

En un principio se nos dijo que entraríamos a otra sala a las 21:40 pero el tiempo avanzó y hasta las 10:30 salieron los espectadores. Se hizo el vorlote (no sé si así se escribre) porque los invitados eran actores y total que los de afuera y los de adentro como se conocían empezaron a armar la fiesta cuando unos cuantos nos metimos a la sala con la promesa de ver la cinta de Rowe. A las 10:45 de la noche comenzó la proyección. Salí antes de que terminara. Pero me causó sentimientos encontrados. No me gustó. Me pareció un estilo agotado. Aunque concedo que no porque no me haya gustado la considero una mala película. Sólo que creo que es una película más (mínimo para mí) y no aportará nada al futuro. Ahora bien, la valentía de Rowe es de reconocerse. Ojalá sea el principio de algo bueno por madurar. Aunque Rowe no es del todo un mozalbete.


En suma esto puedo decir:

Año bisiesto
es una película cruda, como las revelaciones que se nos avientan en la cara, como comunicar la muerte, cinta que privilegia el registro realista y se propone una relectura de la sexualidad, de la relación esclava-domador en una sociedad machista en donde la "casa chica" es una institución y es también una película seria que retoma el tono del típico cine de arte: lento, con obsesivo acento en los detalles, y que incrementa su intensidad y complejidad con el paso de los fotogramas.

Desnudos y cogidas por cada rincón de la humilde casa de la protagonista más una "chaqueta" y una "venida" real, como en las películas porno son parte de los ingredientes de esta fuerte y polémica película sólo para cinéfilos.

La anécodta se centra en contar la vida íntima de Laura López (Mónica del Carmen), desde cada rincón de su departamento de asalariado común en el Distrito Federal, en el que desfilan amantes ocasionales en una cama que vigila la fotografía enmarcada de un hombre desconocido para el espectador pero fundamental en la vida de Laura.
Un día conoce a Arturo (Sánchez Parra) y comienza con él una relación de encuentros masoquistas y violentos, en la que el amor, el sacrificio, el dolor y el martirio se unen para nulificar sus contornos, y llegan a su punto más alto cuando un día antes del 29 de febrero, entonces ese año es bisiesto, Laura le pide algo más radical a su pareja: ¡a poco no te gustaría matarme mientras me cojes! Le pide que la mate justo el día en que cumple años de muerto su padre.

El desenlace me lo guardo pero es meritorio decir que la cinta de Michael Rowe, nos guste o no, es una película valiente, que va al fondo con una mirada objetiva y crítica más no panfletaria y que intenta rozar la sustancia de lo humano contando una historia común pero no por eso menos valiosa.

No por nada Rowe ganó con esta película la Cámara de oro (premio a la mejor ópera prima) en el paso Festival de Cine de Cannes.
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