Panda Bear ilumina el Polyforum

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un concierto cargado de luz

El jueves pasado conocí a Noah Lennox, mejor conocido como Panda Bear y a Danny Perez. Son como los dos lados de una moneda. Uno es gordito y muy alto y el otro es güero y muy flaco, más frágil. Tal vez por eso, una vez que nos sentamos a la mesa de plástico debajo de un sol pesado del que nos protegíamos con unas sombrillas, en Casa Conde, un hotel (u hostal que es más bien una casa) como muy artístico en plena colonia Chapultepec, bueno por ahí así, cometí la tontería de confundirlos. Aclaro que no me consideraba un fan (aún no lo soy pero respeto mucho lo que hacen este par de jóvenes). Además, ¿cómo no confundir al que le dicen Panda con el que se ve más gordito? O sea, los fans que me maten pero quienes tengan un poco de sentido común me darán la razón.

En fin, Noah traía puesta una playera verde como de teenage y Perez, que no habla nada de español, usaba unos lentes oscuros. Platicamos alrededor de 20 minutos, mientras Diana, la chica que organiza los asuntos de prensa, nos dejó solitos platicando. Lo primero que le pregunté a Noah fue (sí con mi inglés de un dólar, que es ta caro porque sería un inglés de 10 varos) si ya había leído el periódico. Sobre la mesa, un ejemplar del sensacionalista períódico la Crónica preesentaba en su portada, seguro, a uno de tantos asesinados en la guerra del narco. Noah no le había "echado un ojo". El périódico nomás estaba ahí.

Cada uno tenía enfrente de sí un cafecito (aquí me quejo de que a mí no se me ofreció ni un vasito de agua, pero en fin, a la prensa se la ve a aveces y desde el prejuicio como los gorrones, que dentro de todo, para serlo hay que tener talento). Entramos a hablar del proyecto ODDSAC (que postearé más adelante), la razón que los trajo aquí, una película abstracta que mezcla protohistorias mezcladas con música creada por la banda de Panda Bear, Animal Collective.

Noah aprovechó el viaje para presentarse en México en un concierto patrocinado por Smirnoff (qué rica bebida) y con la corresponsabilidad de Noiselab y Sicario, compañías productoras. Noah explicó que buscaría montar un concierto a lo Frank Sinatra, visualmente muy abstracto.


La experiencia en realidad fue bizarra intensa. Llegamos al Polyforum a las 9:00 en punto para redcoger nuestras acreditaciones. (Me sentí importante [ja] cuando vi que mi nombre aparecía arriba [por el orden alfabético] del de Alejandro Franco). Nos querían dar una (bueno la chica que estaba dando los boletos) pero afortunadamente estaba ahí Carolina Martínez, de Noiselab, que siempre se porta a toda madre con la gente de prensa, y ya no hubo pedo.

Pasamos y nos echamos unos vodkas ($40 para una fiestecilla tipo hispteriosa no estuvo tan mal). Entre algunos tragos, el tiempo transcurría. Nosotros (Gancy y yo) bajamos un rato al patio donde estaban sirviendo las bebidas y nos pusimos a ver un rato la moda de las personas. Con Horacio, en el concierto de Fischerspooner calificamos como muy "fischersponner" ese tipo de loock, cuando la gente se arregla para ir a un concierto. No tengo nada en cotra de eso, simplemente es curioso.


Bueno, a las 11 de la noche salió la banda experimental mexicana Simona que hasta eso dio sus buenos guitarrazos y sonidazos de caja de ritmos. Por un momento pensé que hubiera sido una mejor opción para abrirle a Muse pero quién sabe, creo que ninguna ocpión hubiera sido buena si se trataba de una bandita nacional, con todo respeto.


Ya casi a las 12, Noah Lennox, salió al escenario como si fuera otro miembro del stage para él mismo preparar sus instrumentos. Abandonó por un par de minutos el escenario y volvió para electrizar con sonidos láser el recinto. Su guitarra eléctrica se intercalaba con su sampler y sus teclados: las secuencias visuales de pronto parecían proyecciones de una mente en estado tántrico meditativo, su voz llegaba a taner la tonalidad de mantras búdicos, y luego incorporó secuencias más de tipo rock industrial, todo mezclado con un juego de luces poderoso y al mismo tiempo bello.


Y lo paradójico entre las imágenes de la película de Danny y la música de Lennox se dejó ver de inmediato. Por eso, cuando estábamos platicando en esa casita escondida en Chapultepec me dijo que Danny es más oscuro, y que, por el contrario, él es "más soleadito", aunque en español suena muy gay no lo dijo en ese tono.


Desafortunadamente tuvimos que salirnos antes de que terminara el concierto (nos fuimos a las 12:30 a.m.) para seguir una travesía hasta la hermana república de Ecatepec en el camioncito nocturno que sustituye al Metrobús. Una noche que siguió con unos tacos de suadero, un taxista buen pedo, un hotel de mala muerte y unos "put@s" que cobran 150 varos por dizque dicen "chuparla rico". Pero esa es otra historia.
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