Lady Gaga, más allá del pop

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un nuevo prototipo humano


A propósitio de que mañana empieza (y termina) la preventa de boletos para el concierto de Lady gaga en nuestro país, una ligera reflexión sobre lo que esta chica simboliza.


La expectación que la joven neoyorkina Lady Gaga causa a su paso en todo el mundo es el gran fenómeno de nuestro tiempo. Nadie puede negar que Lady Gaga es mucho más que un producto de consumo, una artista de música pop o un icono de la moda.


Pero, ¿su fuerza el es conferida por la coyuntura o porque en realidad ella es una revolución? De acuerdo con dos autores que hablan sobre el desarrollo de un tipo humano, el francés Christian Salmon y el catalán Eloy Fernández Porta, ubicaremos a Lady Gaga como el prototipo ideal humano de una nuestro tiempo, caracterizado por la velocidad, la indeterminación, la atemporalidad y la intensidad sexual.


Es así como podemos explicarnos que esta jovencita de apenas 24 años de la noche a la mañana se haya convertido en una de las personalidades más influyentes de nuestro mundo.


No por nada, casi a diario el trending topic más popular del twitter (nuestro más actual método de información, engaño y levantador de encuestas) tiene algo que ver con Lady Gaga: que alcanzó la mayor cifra de amigos en el facebook o en twitter; que sus videos son los más vistos del youtube; que la nueva canción asciende como la espuma al primer lugar de las listas más importantes; que si es hermafrodita, que si regresa con su novio, que si prepara un “himno generacional”, que si va anunciar el nombre de su nuevo disco a las cero horas del primero de enero de 2011, que si se avienta al público en un escenario chiquito del Lollapalooza…


Todo lo que tenga que ver con Lady Gaga es noticia y esa noticia se convierte en éxito. Todos sus atuendos causan sorpresa: para ella nunca hay demasiado, y esa sorpresa se transforma en tendencia. En todas sus entrevistas hay un elemento espontáneo, y esa espontaneidad se vuelve viñeta, ironía y motivo. Lady Gaga está en las portadas de todas las revistas, y concilia entre sus fans a los tipos más variados: gays, metaleros, niñas fresas de secundaria, profesores universitarios, neo-hipsters, neo-punketos, y neo-intelectuales.


Usando la ficción para autodefinirse brinda una alternativa de identidad: la del monstruo, así conecta inmediatamente con sus “pequeños monstruos”, sus fans, desde la autoafirmación violenta. Kate Moss fue el símbolo de ese impasse narrativo que va de la caída del muro de Berlín a la Caída de las Torres. Lady Gaga es el símbolo de los tiempos virtuales del Google Earth.


Kate Moss, la performatividad de la moda (homo narrens)


Dice el escritor francés Christian Salmon en su interesante y agudo ensayo Kate Moss Machine (Península, 2010) que el homo oeconomicus o el homo faber son prototipos humanos ya rebasados, y si bien acepta la permanencia del homo ludens menciona que este da paso a un nuevo tipo: el homo narrens, que es “narrador de si mismo, dispuesto a todo para captar la atención de sus semejantes”, hasta el grado de cambiar de look según las circunstancias para autoinventarse una serie de narrativas efímeras que correspondan consigo y con las que se otorgue valor a sí mismo.


Este tipo lo ubica en la modelo Kate Moss, que en uno de sus primeros desfiles de modas, el correspondiente a la colección primavera/verano 1990 de John Gilliano, inspirado en la huida de Anastacia, la hija pequeña del zar Nicolás II, ante la única indicación que le dio el diseñador de modas:


“OK, Kate, te persiguen los lobos”, Moss reaccionó desafiando a las convenciones: se puso a correr “como una desesperada” sobre la pasarela, dirá Gilliano. Con ese hecho espontáneo Kate Moss incorporó el elemento preformativo al desfile al interpretar un papel sobre la pasarela.


Pero la emergencia de este nuevo prototipo humano, el autor la identifica desde la aparición de las primeras fotografías de la modelo, entre fines de los años 80 y principios de los 90, pues transgrediría por completo los cánones de la moda y el glamour: Kate Moss sería el anti-tipo de la modelo perfecta, con sus dientes demasiado largos, sus piernas arqueadas, su delgadez extrema, la indeterminación de su anatomía infantil, y su rostro constelado de pecas.


Así, Moss emerge en un momento en que también cambió el mundo, en que se anunció el fin de la historia (Fukuyama) y se habló del fin de los relatos del viejo mundo moderno (Lyotard), un momento en que quienes entrarían a la edad adulta serían los jóvenes de la generación X, marcados por el movimiento grunge, que tendría en Moss a su referente con su estética lacerante, en la que los cánones de belleza se ordenarían de acuerdo con las pruebas infligidas a su cuerpo, sus marcas o estigmas, sus ojeras y sus arrugas, sus dosis de heroína, y su belleza desbaratada y frágil, en la que el protagonista es el cuerpo más que la ropa.


Bueno, pero ¿y Lady Gaga?, se preguntará usted amigo lector. En el ensayo de Salmon, por diversos momentos, parece que bien podría estar refiriéndose también a Lady Gaga: ella transgrede continuamente los cánones de la belleza, de la moda y del glamour sin renunciar a ellos; incorpora como elemento lúdico de su presencia física, la indefinición sexual; maneja con audacia y creatividad el juego de las apariencias con sus looks camaleónicos.


En la década de 1990, dice Salmon, “una personalidad camaleónica es el ideal-tipo de una sociedad que busca sujetos capaces de adquirir sin cesar nuevas competencias, una movilidad social y una maleabilidad para adaptarse a un mercado laboral altamente volátil”.


Si la necesidad de un relato de vida duradero ya no podía ser satisfecho, esto apelaba a la adhesión a nuevos relatos, susceptibles de dar protagonismo a un yo flexible, liberado del tiempo largo, abierto a todas las metamorfosis. Kate Moss es el inicio. En Lady Gaga el proceso ha madurado, se ha hecho consciente.


La artista afterpop (homo sampler)


Pero además de lo anterior, Lady Gaga pregona la inmediatez de los afectos y la postura cruda y verdadera frente al amor: I’m a free bitch, baby! es más que la frase de una canción, en Lady Gaga resume una postura ante la sexualidad femenina y ante el amor. Lady Gaga no es una femme fatale. Ella es la sexualidad polivalente encarnada en un cuerpo femenino. La canción “Poker face” surge de haberse imaginado en la cama con una mujer mientras hacía el amor con su antiguo novio.


Eloy Fernandez Porta en su ensayo €®O$,, ganador del Premio Herralde 2010, da a nuestra época el nombre de capitalismo emocional, y entre sus muchos ejemplos, habla de un anuncio espectacular que simboliza el giro racionalista (económico) y técnico en el erotismo. El anuncio dice: “¿Tu novi @ te ha puesto los cuernos? Véngate vendiéndonos los ‘regalitos’ que te hizo.”


El anuncio apela a la sensibilidad por choque a partir de una estética de la abyección, es decir, la aparición de un referente terrible que sin embargo es real: las relaciones son efímeras. Y lo hace desde el límite de la racionalización económica (volver a dar valor material ―dinero― a los objetos que tenía un valor intangible ―amor). Además de que el anuncio establece una sexualidad indefinida que manifiesta que la tradicional relación heterosexual ha sido trascendida.


Lo mismo hace Lady Gaga desde el plano estético-visual y de ideas. La citada frase es el referente más inmediato de esta estética cruda. Pero sus videos están cargados del elemento erótico economizado: el video “Paparazzi” manifiesta la venganza de una mujer traicionada; el video “Bad Romance” la presenta como una mujer que domina y que goza de acuerdo con las circunstancias, que se asume hasta como una muñeca sexual hiperrealista; en el video “Telephone” hace lujo de la indefinición sexual tanto como en el video “Alejandro”.


Sus shows son la representación de distintas historias, todas ellas volátiles pero igualmente intensas. Su estética hace un random de las distintas fases de la moda (incluso las del futuro) y de esta manera mezcla épocas y estilos para crear una imagen auténtica que como el homo sampler, de Fernández Porta, mezcla de modo eficaz las herramientas tecnológicas que tiene a su alcance creando una nueva temporalidad como si fuera un dj.


1 comment

Drusila dijo...

Había pensado en esa palabra "Monster", sin querer y queriendo Lady Gaga encontró la palabra exacta para definirnos a nosotros monstruos sexuales del consumo de lo efímero o monstruos efímeros del consumo sexual. Aprovecho para recalcar mi fanatismo a Lady Gaga.

5 de septiembre de 2010, 12:50
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