Lady Gaga - Alejandro

domingo, 15 de agosto de 2010

“Alejandro”, el último sencillo del disco Monster Fame de Lady Gaga es el último paso en la transición que habrá de convertirla en una estrella de pop a una estrella afterpop. Un video atrevido (como la mayoría de las cosas que hace esta jovencilla neoyoquina), que hace una especie de homenaje a la estética que caracterizara a Madonna a finales de los 80: objetos religiosos, corpiños extravagantes y coreografías eróticas.

Todo ello incorporado a una estética oscura durante casi 9 minutos de duración.

El video dirigido por el también controversial Stephen Klein, quien mencionó que lo que se buscó hacer fue darle un tono épico, pues a “Lady GaGa le gusta lo épico, es algo que encaja perfectamente con su personalidad”, dijo.

Como “Telephone”, “Alejandro” cuenta una historia (sí, no por no ser una historia bien cerradita y con toda la coherencia del mundo no podemos decir que no es una historia), se presenta también como una película, con sus créditos y toda la onda pero a diferencia de aquel que chilla por sus colores que son síntoma de una estética que se regodea en el pop (y la cultura del american way of live entendida como basura) y que al mismo tiempo que lo vomita, en “Alejandro” presenta una estética oscura y todavía más violenta que parece prefigurar lo que Lady Gaga nos presentará en su futuro disco o mínimo nos lo antoja.

El video comienza con una especie de ejército Gaga, hombres vestidos con trajes negros de cuero, algunos de ellos incluso visten medias negras. La coreografía marca con precisos movimientos el poder y vigor de la milicia y de lo varonil hasta como hoy lo hemos entendido pero unos minutos después las imágenes nos violentan: esos hombres de cuerpos definidos y bellos que acompañan a la cantante con posturas inspiradas en lo militar, que portan metralletas y cuyos torsos están desnudos tienen el mismo corte de cabello que Lady Gaga (como de Príncipe Valiente o como de Rafa de los Simpson pero con más cabello) y las poses y movimientos que realizan son muy femeninos, bueno, también como dije arriba: como hasta ahora lo habíamos entendido.

Y esto, que desde una lectura (sí, una lectura de lo que se ve) inmediata se interpreta como una defensa los gays, habla de un síntoma estético del momento en que vivimos, más tendiente a la circunversión de la que hablaba Lyotard (un filósofo que dijo que el mundo y las historias que nos habíamos creído que eran las buenas resultaba que se habían caído), en la que el amor y el dinero (polos que se entendían opuestos) son las dos caras de la misma moneda, y en relación con ello, lo andrógino o lo asexuado son las formas en las que las personas expresan hoy su sexualidad.

No obstante no hay nada de asexuado en este vídeo, sino todo lo contrario porque ¡qué personalidad más sexual que Lady Gaga! Sexual y no sexy, sin que se quiera decir que no lo sea.
“La sexualidad es política” ha dicho ella y su video contiene una poderosa carga erótica no apta para las “buenas conciencias” (recordemos que también antes nuestras abuelitas se persignaban cuando veían a Madonna).

Las coreografías son más evidentes ―pero no por ello menos artísticas― a la hora de emular los actos sexuales. Sólo que en este caso, como siempre lo ha dicho ella (con “Poker Face”, una rola que surgió de haberse imaginado en la cama con una mujer mientras hacía el amor con su ex novio) la manera de vivir la sexualidad o el símbolo con el que se define es una de estas tres: la bisexualidad, lo andrógino o lo asexuado. En la cama en la que baila los límites sexuales entre ella y su compañero se difuminan.
Lady Gaga no cree en el amor en un sentido romántico, cree en el amor instantáneo y fugaz, como el papel que arde en el fuego.

Y de hecho las primeras líneas de “Alejandro” hablan de que si bien ella y el supuesto Alejandro son jóvenes ella no puede seguir con una relación como las clásicas.
Lo mismo sugiere en vivo cada vez que repite la precisa frase de su canción “Bad Romance”: I’m a free bitch, baby!

Hacia el final del video viene lo mero bueno y lo verdaderamente radical, además de las atrevidas coreografías (lúdicas y sutiles para la televisión y por lo mismo estupendas) Lady Gaga baila y aparece apenas en ropa interior cuyo tono es parecido al de su piel y con ello nos deja con menos que chance de echar a volar su imaginación.

En las últimas secuencias, Lady Gaga sufre (¿sufre?) el acoso y el acecho de varios hombres, ella da la espalda a la cámara y desnuda su torso mientras los hombres se le abalanzan como si aves de carroña.
Lady Gaga, que en el video padece la muerte de su amado (Alejandro), decide tomar los hábitos y buscar alivio, entre sus paliativos se traga una especie de rosario (una especie porque no vemos la cruz que lo confirme) y ya en el final final, la escena más violenta es un close up al rostro de Gaga mientras éste arde y se consume.

Resignificación de signos estéticos del pasado, pansexualismo intensificado y evidente, y violencia del espacio escénico y hacia el espectador, son características de este nuevo video, que es un deleite visual, por Gaga, sus chicos, y el poder de lo oscuro y contrastivo así como de lo oculto.


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