Platoniq

domingo, 2 de mayo de 2010

Una piratería responsable

Las nuevas condiciones y pautas de producción, reproducción y distribución de contenidos culturales que ofrecen los nuevos soportes tecnológicos y mediáticos en el mundo entero son más cercanas a la piratería o son una forma de piratería que no es ilegal y que en cambio es positiva para las personas.

De acuerdo con Susana Noguero y Olivier Schulbaum, del colectivo catalán Platoniq (proyecto que busca crear herramientas de uso social en Internet con un vínculo fuerte en lo local para resolver problemas sociales concretos),

“es imposible seguir con la idea del copy-right porque éste protege la materialización de la idea y no la idea en sí”,
afirman los jóvenes, él con una inteligencia que trasmina en palabras convirtiéndolo en una máquina acelerada de información, y ella una joven mujer que acompaña sus intervenciones con un gesto sesudo, consciente, reflexivo.

“A partir del momento en que la materialización ha sido de coste cero y se puede distribuir a través de Internet (es decir, bajándolos de la Red cada quien puede materializar sus productos) tiene mucho más sentido utilizar licencias flexibles que te permitan combinar el acceso libre”, menciona Schulbaum, quien hace unos años trabajaba para una cadena de televisión francesa produciendo documentales.

“La industria sabe que tiene que cambiar sus modelos de producción y distribución y lo está pensando y mientras se lo está pensando se está quejando de cómo lo afecta la piratería, en vez de pensar que quizá la piratería podría tener algo de bueno en el sentido de encontrar ahí a sus clientes o la gente que produzca”, dijo el activista francés.

Querer reglamentar la piratería, sería estar reduciendo los usos de Internet, y leyes se están pasando, pues limitarían mucho nuestros derechos como consumidores”, afirman.

La muestra de ello es que “las nuevas generaciones ya tienen ese chip puesto (bajar películas y contenidos), a lo mejor lo que les falta entender es que bajando películas también pueden producirlas y subirlas ellos y utilizar los P2P para encontrar gente que les puede ayudar a crearlas”, comenta.

La ética del copy-left

Desde el año 2003, Platoniq comenzó a trabajar en Barcelona. Susana y Olivier son dos de sus integrantes de un total de cinco, y entre todos imparten talleres en todo el mundo.

Uno de sus proyectos se llama BurnStation, una estación donde se ‘queman’ contenidos, que apuesta por la cultura copyleft (una cultura libre, de licencias abiertas), proyecto que crearon en 2003 y ahora funciona solo.

Se trata de copiadoras que permiten a personas que ni siquiera tienen Internet en casa, consultar una base de datos y copiar tanto contenidos musicales como documentales con licencias abiertas, donde los autores deciden ceder o facilitar el acceso a su producción. Este tipo de software ha dado pie a la creación de otros 60 parecidos en el mundo entero.

No conformes con esto, poco tiempo después pensaron que “a lo mejor nos estábamos enfocando demasiado en el acceso al producto cultural, y dijimos quizás estamos cometiendo un error y nos impusimos la regla de concebir un proyecto que piense la ética del copyleft, del software libre a la producción de cultura y contenidos, y ahí definimos un proyecto que se llama Banco Común de Conocimientos, que está basado en construir comunidades a partir de nodos de intercambio de conocimientos, nodos abiertos no gestionados sin un coordinador”, dice Olivier.

Noguero precisa: “este programa facilita la forma de encontrar los intercambios, organizar mercados para que la gente se encuentre al final en espacios físicos, y que las zonas de intercambio no sea de uno a uno sino de uno a muchos o de muchos a muchos”, dice.

Contra toda privatización

La invención del copyleft y de las licencias que usan el software libre (GPL) contempla que a parte de dar acceso a este código y que se pueda modificar también, dan la posibilidad de hacer un uso comercial del mismo con la condición -y esa es la clave del copy-left- de que “el software que hayas modificado lo distribuyas bajo las mismas condiciones, con lo cual este código no se puede cerrar ni ser privatizado y cada miembro que quiera utilizarlo o modificarlo puede encontrar sostenibilidad económica en su uso pero a su vez lo devuelve a quien lo haya aplicado anteriormente”, apuntan.

“Además es una respuesta legal que da una posibilidad a la gente de decidir sobre los derechos que quiera dar sobre su producción. En nuestro caso, de esta noción nos interesa más la de comunidad, cómo compartir esos derechos colectivamente, es un contrato legal no sólo entre quienes quieran distribuir y conocer sino entre todos los que participan en un proyecto colectivo”, concluye Susana Noguero.

“No hay crimen en el copy-left, esa cultura existe y el autor es quien decide el grado de libertad que quiera darle a su trabajo”: Platoniq.

Síguelos por Internet

www.platoniq.net

www.youcoop.org

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