Hace mucho que te quiero

domingo, 2 de mayo de 2010

Una cachetada al espectador

¿Qué son el perdón y la culpa? ¿Hasta dónde puede llevar el amor? ¿Puede conducir a la muerte, al asesinato? ¿O si no, por qué otro motivo una madre asesinaría a su propio hijo? Este dilema se presenta en la película Hace mucho que te quiero, del director francés Philippe Claudel.


Esta película lo hará pensar y esa es la diferencia con las películas que sólo son historias por lo que se la recomendamos ampliamente. Además es una emotiva película que sin atestar punzantes estocadas cargadas de tragedia en el espectador, lo conducirá a una reflexión en torno del dolor, el perdón, la comprensión y lo complejo de dos instituciones creadas por el hombre como principio de sociabilidad, es decir, para mantener la paz entre los hombres: el derecho y el juicio.


Juliette (Kristin Scott Thomas) ha pasado 15 años encerrada en prisión por matar a su pequeño de tan sólo seis años de edad. Poco antes de cumplir su condena, las autoridades establecen contacto con su hermana menor, Léa (Elsa Zylberstein), quien la creía muerta (así se lo hicieron creer sus padres ante la vergüenza que les causó el crimen de Juliette).

Juliette, quien logra reconocerla, la trata con hostilidad, pues en el fondo siente rencor porque piensa que Léa fue mezquina con ella durante todos esos años, en los que no recibió una sola visita.


Como no tiene ningún lugar a donde ir ni un trabajo acepta el ofrecimiento de Léa de pasar una temporada en su casa, donde vive con su esposo y sus dos hijas, ambas adoptadas.


Juliette es huraña y no es extraño, porque preguntémonos: ¿qué trató puede recibir por las personas “civilizadas” que se enteran que ella pasó 15 años en prisión?, ¿cómo la trataría, usted?, ¿no la vería acaso como una potencial asesina?


Por su lado, ¿cómo puede devolverle Juliette la mirada a esa sociedad que no deja de juzgarla aún sin haber escuchado su versión?


Pero Juliette calla, sólo calla, y deja que el peso de la vida misma vaya sanando el dolor que ella misma se infligió, no por haber matado a su hijo, sino por “haber traído al mundo a alguien que iba a sufrir”.


Aquí es donde aflora lo solidez del argumento de esta película, que explora en las más profundas calas humanas para revelarnos la manera en que operan nuestros prejuicios así como nuestra incapacidad para reconocernos en el “asesino”, el “loco”, el “enfermo”, el “inhumano”, el “inescrupuloso”; en suma: el “malo”.


Juliette no explica, ella calla, guarda un secreto: ¿por qué lo mató?, esa es nuestra tarea como espectadores, porque

“explicar ya es buscar excusas y la muerte no tiene excusas”,
dice Juliette.

OnePlusYou Quizzes and Widgets
Created by OnePlusYou