Yes, México rocks, en el Metropolitan

domingo, 8 de febrero de 2009


Rock, fuente de la juventud

Como los buenos vinos, para la banda británica Yes, que se presentó el jueves pasado en el teatro Metropolitan de la Ciudad de México, la música es un encantamiento pasmoso que se fermenta con los años. Un fermento que es elixir y es vida al conjugarse más que con la música, con el rock, la verdadera fuente de la juventud.


Es impresionante entender que la energía proyectada desde el escenario fuera creada por músicos que tienen más de 60 años, pero que como cualquier muchacho parecen haberse vestido con lo primero que encontrasen al despertar y para quienes la palabra peinado ha sido apartada de su léxico; jóvenes aunque su caminar y hablar son más pausados.


Así lo vi: en punto de las 9 de la noche, yo quería un refresco pero justo cuando me acerqué a pedirlo sonó la gritadera: habían apagado las luces. Y como siempre, bueno no sé si siempre pero casi siempre, apagan las luces y en el fondo aparece una luz azul, la luz de la nostalgia o de la prenostalgia que presiona las inoculadas gravitaciones mentales de los asistentes, o sea: la ansiedad por el éxtasis que se concentra y decanta en los alaridos. Me apresuré a la entrada y valiéndome poco o nada el demás público convidado, un decir porque en estos tiempos nada es convite, me atravieso y pues un chavo me dijo, ¡oye venimos formados, eh!, a lo que voluntariosamente tuve que argüir un sugerente, ¡ah noma, a poco mi rey! Ninguno quiso problemas.


Las edecanes de la entrada nos dirigieron a nuestros respectivos asientos, que no tuvieron la oportunidad de ser apapachados, los asientos, por nuestros cachetitos bajos, porque antes de que un verdadero acercamiento ocurriera, sonó el teclado seguido de la interpretación de canciones como "Siberian khatru", "Your move" y "Close to the edge”.


Al principio, la gente parecía conectar más bien por obligación, los riffs de la guitarra de Steve Howe hacían pensar en una guitarra tocada por un joven de 15 años interesado en escuchar lo que toca, y si tal cosa se quiere lo más recomendable es no utilizar distorsión alguna sino un sonido limpio, y así sonaba la guitarra, limpia y perfecta, Howe le daba esplendor.


El público estuvo a la altura de un recinto bello y amigable con respecto al sonido y de una banda, la que dio el concierto como la que lo vio, que no envejece. Desde el Metro se podían ver a los ñores, a los dones, que en sus ayeres sesenteros y setenteros se prendían al ritmo de Yes y que ahora traían a sus chilpayates, ya creciditos, pero los ñores, fieles, con la mata larga y sus chamarras de mezclilla.


Afuera del lugar, de mole, arroz y pozole, de tocho morocho, los de la condechi, los de la portales y hasta los de Topilejo.


Adentro, un concierto que duró alrededor de dos horas y media y que nos regaló momentos de verdadera emoción y agradecimiento, como los solos del baterista Alan White y la cereza en el pastel con la interpretación solista de Steve Howe con su guitarra.

Hacia el final del concierto una catarata de las mejores canciones de esta agrupación legendaria: "And you and I", "Long distance runaround", "Machine messah", "Starship trooper" y "Owner of a lonely heart".

Esta fue la quinta ocasión que Yes tocó en México, y sin contar con la presencia del cantante Jon Anderson, por motivos de salud, ausencia que fue bien cubierta por el canadiense Benoit David. Por su parte, Oliver Wakeman, sustituyó a su padre para tocar los teclados.

OnePlusYou Quizzes and Widgets
Created by OnePlusYou